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¡Despertad! 1996
g96 22/2 págs. 12-14

Los jóvenes preguntan...

¿Me conviene jugar en un equipo?

“Me encanta practicar deportes porque me siento genial y paso un buen rato con los amigos.”—Sandy, 14 años.

“ES DIVERTIDÍSIMO.” “Es emocionante.” “Para ganar.” Estas son algunas de las respuestas de muchachos de Estados Unidos y Canadá cuando les preguntaron por qué jugaban en un equipo. Como es bien sabido, muchos jóvenes comparten su entusiasmo.

Tomemos como ejemplo Estados Unidos. Según el libro Your Child in Sports (Su hijo y el deporte), de Lawrence Galton, “todos los años, veinte millones de chicos estadounidenses mayores de seis años juegan en un equipo o por lo menos lo intentan”. Además, mientras que hace solo unos años las agrupaciones deportivas eran ámbito casi exclusivo del varón, cada vez más muchachas lanzan la pelota, encestan el balón o incluso compiten en los campos de fútbol americano.

Quizás estés dotado para el deporte y te atraiga la idea de ingresar en un equipo; o tal vez estén animándote, o hasta presionándote a hacerlo, tus padres, maestros o entrenadores. Sea como sea, las actividades deportivas exigen dedicar bastante tiempo y energía. Por eso, es razonable analizar bien los pros y los contras. Veamos primero algunas ventajas.

Beneficios del deporte

“El ejercicio corporal tiene cierto valor”, señala la Biblia. (1 Timoteo 4:8, El Nuevo Testamento, Nueva Versión Internacional.) Sin lugar a dudas, los jóvenes pueden beneficiarse de la actividad física. Es alarmante la cantidad de chicos estadounidenses que adolecen de obesidad, hipertensión y colesterol alto. El ejercicio regular contribuye a buen grado a aminorar estos problemas. Según un artículo de la revista American Health, los muchachos que se ejercitan regularmente “desarrollan una capacidad aeróbica mayor que los chicos sedentarios. Los que hacen ejercicio con frecuencia también obtienen un mejor rendimiento en los deportes y controlan mejor su peso”. Además, los expertos dicen que el ejercicio reduce la tensión nerviosa, la fatiga y los problemas del sueño.

Es de interés el siguiente comentario del libro Your Child in Sports: “Se ha hecho patente que muchos problemas de la edad adulta se remontan a la juventud”. Un buen número de doctores opina, por consiguiente, que los beneficios del ejercicio regular pudieran sentirse en la adultez. Según la escritora Mary C. Hickey, “los estudios han hallado que es muy probable que el niño deportista sea un adulto más activo”.

Muchos opinan que los equipos reportan otras ventajas considerables. Cierto padre dijo que el fútbol ‘alejaba de la calle a su hijo y le enseñaba disciplina’. Otros piensan que al jugar en una agrupación el joven aprende a trabajar en equipo, una habilidad que pudiera beneficiarle toda la vida. Las agrupaciones deportivas también enseñan a los jóvenes a respetar las reglas, tener disciplina personal, asumir el liderazgo y saber encajar los triunfos y los fracasos. “Los deportes son un estupendo laboratorio para los jóvenes —señala el doctor George Sheehan—. Proporcionan al estudiante conocimiento de primera mano sobre las cualidades de que les hablan los maestros: arrojo, maestría y entrega.” (Current Health, septiembre de 1985.)

Como mínimo, jugar en un equipo ganador puede subir el amor propio. “Cuando anoto un tanto —explica el joven Eddie— me siento muy orgulloso de mí mismo.”

Fama, fortuna y popularidad

Para otros jóvenes, el verdadero atractivo de los equipos estriba en que les granjea la aprobación y el reconocimiento de sus iguales. “Cada vez que uno hace algo bien —explica Gordon, de 13 años—, todo el mundo le da una palmadita en la espalda.”

El libro Teenage Stress (El estrés del adolescente), de Susan y Daniel Cohen, admite lo siguiente: “Si hay alguna receta infalible para ser un joven popular, esta es, sobre todo en el caso de los varones, el deporte. [...] Rara vez veremos a una estrella del fútbol o del baloncesto que carezca del reconocimiento del público”. Una encuesta mostró la alta estima de que gozan los deportistas. Se preguntó a los estudiantes cómo les gustaría que los recordaran: como un astro deportivo, un estudiante destacado o la persona más popular de todas. La opción más votada en el caso de los muchachos fue la primera.

Cuando se tiene en cuenta toda la devoción que rinden los medios informativos a los profesionales del deporte, no es de extrañar que se respete más a los jugadores de fútbol o de baloncesto que a los estudiosos. Buena parte de la publicidad se centra en sus astronómicos honorarios y su vida llena de lujos. No es raro, pues, que muchos jóvenes, sobre todo de zonas urbanas deprimidas, vean en los deportes escolares una pasarela a la prosperidad, una escapatoria para salir de la pobreza.

Lamentablemente, la realidad no corresponde con sus expectativas. La revista Current Health incluyó estadísticas aleccionadoras en el artículo titulado “¿Cuántos logran ser profesionales del deporte?”: “Más de un millón de muchachos [estadounidenses] juegan al fútbol americano en la secundaria; casi quinientos mil, al baloncesto, y unos cuatrocientos mil, al béisbol. La cifra baja drásticamente de la secundaria a la universidad. En conjunto, solo once mil practican fútbol americano, baloncesto y béisbol en la facultad”. A partir de ese momento, las estadísticas son aun más sombrías: “Solo un 8% [de los deportistas universitarios] son seleccionados por los equipos profesionales, y solo un 2% llega a firmar un contrato profesional”. Además, el artículo hace esta salvedad: “Aunque el deportista haya firmado el contrato, esto no significa necesariamente que vaya a formar parte del equipo oficial”.

En resumidas cuentas, “solo 1 de cada 12.000 deportistas de la secundaria será profesional”. Las probabilidades no son mucho mayores que las de ganar el gordo en la lotería. ‘Pero por lo menos —tal vez te preguntes—, ¿no tendrá el jugador la compensación de recibir una formación universitaria gratuita?’ De nuevo, las posibilidades son pocas. Según el libro On the Mark (En la marca), de Richard E. Lapchick y Robert Malekoff, “de los millones de jugadores de la secundaria [...], solo 1 entre 50 será becado para jugar en la facultad”. Otra estadística desalentadora: “De los mejores jugadores que reciben becas en deportes lucrativos como el fútbol americano y el baloncesto, ni siquiera el 30% obtendrá la licenciatura al cabo de cuatro años”.

Para la inmensa mayoría, soñar con ser un deportista rico y célebre no es más que hacer castillos en el aire.

Jóvenes que dejan el equipo

Si atendemos a las perspectivas de mejorar la salud, forjar el carácter y hacerse popular, podría concluirse que lo más lógico es unirse a un equipo. Pero antes de salir corriendo a presentarte a las pruebas de admisión, ten presente este comentario de la revista Ladies’ Home Journal: “Hoy se apuntan a los equipos más chicos que nunca antes, pero, lamentablemente, también los abandonan en cantidades sin precedentes”. Según esta revista, el doctor Vern Seefeldt, autoridad en la materia, comentó: “Para cuando cumplen 15 años, el 75% de los jóvenes deportistas ya se han salido de su equipo”.

Tomemos el caso de Canadá, donde el hockey sobre hielo goza de enorme popularidad. En una liga de hockey de aficionados, el 53% de sus 600.000 jugadores eran menores de 12 años, mientras que solo el 11% eran mayores de 15 años. ¿Por qué razón? Porque la mayoría de los jóvenes lo dejan a esa edad. ¿Por qué tantos?

Según los investigadores, los que se van suelen dar una razón muy simple: Los juegos ya no son divertidos. No hay duda de que los equipos consumen mucho tiempo y energía. La revista Seventeen explicó a sus lectores que tan solo las pruebas de admisión quizás exijan trabajar “tres horas diarias, cinco días a la semana, durante una o dos semanas”. Si pasas la criba y eres admitido en el equipo, te aguardan muchas horas de ejercicios y entrenamientos. El caso de la joven baloncestista que dedica más de tres horas diarias a su deporte no es nada excepcional. Sin duda, todo ese tiempo podría emplearse en algo más útil.

Claro, a muchos jóvenes no les importa esa vida espartana. La siguen por placer y por el reto de perfeccionar sus dotes deportivas. Sin embargo, hay otras razones por las que muchos jóvenes se salen de los equipos deportivos. Te conviene conocerlas antes de decidir si te unirás a un equipo o no. Como dice Proverbios 13:16, “todo el que es sagaz actúa con conocimiento”. En un próximo artículo proseguiremos con el tema.

[Comentario de la página 14]

‘La mayoría de los mejores deportistas universitarios becados no obtendrá la licenciatura’

[Ilustración de la página 13]

La popularidad de los jugadores atrae a muchos jóvenes a los equipos deportivos

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