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¡Despertad! 1996
g96 8/8 págs. 16-17

Una ventana a la matriz

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN AUSTRALIA

HOY día, gracias a las avanzadas pruebas prenatales, los médicos son capaces de diagnosticar cada vez con más exactitud muchos problemas, tanto físicos como mentales, que puede tener una criatura no nacida. La ecografía y la amniocentesis son dos de las más comunes.

La ecografía es una técnica de exploración no invasiva que utiliza ultrasonidos —ondas sonoras de alta frecuencia que no son perceptibles por el oído humano— para formar una imagen computarizada de la criatura que está en la matriz. La amniocentesis consiste en extraer con una jeringa una muestra del líquido amniótico en el que se desarrolla el feto y analizarla para detectar si contiene los indicadores químicos de anomalías fetales, como el síndrome de Down.

Como una piedra que se arroja a un estanque, este tipo de técnicas médicas, junto con el aborto selectivo, está creando una conmoción en el ámbito de la ética médica.a Lamentablemente, la escala de valores de este mundo no es una tribuna estable desde la que resolver cuestiones morales y éticas, parece más bien una balsa que flota a la deriva a merced de las olas.

En algunos países la tecnología ha hecho que el aborto selectivo se anticipe a las reformas legislativas. En trece encuestas llevadas a cabo recientemente en Estados Unidos durante un período de quince años, entre un 75 y un 78% de los encuestados opinó que la embarazada debía tener el derecho legal de abortar a una criatura que diera señales claras de tener defectos serios. En algunos países el supuesto de “posible discapacidad” es suficiente para permitirse el aborto.

En Australia, hace poco, una mujer ganó la demanda por daños y perjuicios que interpuso contra su médico debido a que este no le había diagnosticado la rubéola (sarampión alemán) contraída al principio de su embarazo. Dado que esta enfermedad puede causar graves deformidades en el niño por nacer si se contrae durante las primeras fases de la gestación, la madre alegó que el error del médico la había privado de la oportunidad de abortar.

Al comentar sobre las ramificaciones legales y éticas de este caso en concreto, Jennifer Fitzgerald, investigadora jurídica, dijo lo siguiente en la revista Queensland Law Society Journal de abril de 1995: “[La embarazada] no solo tiene que decidir si quiere tener un hijo, sino también la clase de hijo que desea”. Ahora bien, ¿qué tipo de discapacidad constituye base suficiente para un aborto legal?, pregunta Fitzgerald, “¿labio leporino, paladar hendido, estrabismo, síndrome de Down, espina bífida?”. En algunas partes del mundo, el factor que determina el aborto selectivo es el sexo de la criatura, especialmente el femenino.

¿“Intocables” en la matriz?

A medida que los científicos comprenden mejor el genoma humano, y la ventana a la matriz se convierte en una especie de microscopio que escudriña su interior, ¿qué les espera a los niños por nacer?, ¿se eliminará a los que tengan defectos menores? De hecho, en las últimas décadas se han practicado más abortos, no menos. Esta intensa oleada de abortos y la estela de litigios que deja —como el caso mencionado antes—, preocupa a los médicos, y, como es lógico, podría conducirlos a adoptar una postura más defensiva en la práctica médica y exigir ciertas pruebas no tanto por el bien de la madre y el niño, sino para su propia protección. Fitzgerald escribe que, por consiguiente, “es probable que aumente la cantidad de pruebas prenatales y, por ende, la de abortos selectivos”. Luego añade que, eso introduciría “una especie de sistema de castas en el que los ‘intocables’ se convertirían en los ‘desechables’”.

¿Y si una madre diera a luz a un niño discapacitado habiendo tenido la oportunidad de abortarlo, y quizás hasta habiéndosele aconsejado que lo hiciera? “Tal vez llegue el día —dice Fitzgerald— en que se diga a los padres que no esperen recibir ayuda para satisfacer las necesidades de sus hijos discapacitados porque fue decisión suya tenerlos, cuando hubieran podido abortarlos.”

Tampoco debe pasarse por alto el efecto que puede tener el aborto selectivo en las personas discapacitadas. Si una sociedad elimina a los niños por nacer que tienen defectos, ¿no aumentará eso la impresión que sienten los discapacitados de ser una carga para los demás? ¿No les hará más difícil afrontar la imagen negativa que quizás ya tengan de sí mismos?

El hecho de que la sociedad moderna se deshaga de criaturas no nacidas como los obreros desechan las piezas defectuosas en una cadena de producción, encaja con la descripción bíblica de la personalidad que mucha gente tendría en “los últimos días” de este mundo inicuo. Se predijo que habría una falta de “cariño natural” en gran escala. (2 Timoteo 3:1-5.) La palabra griega á·stor·goi, que se traduce “sin tener cariño natural”, se refiere al vínculo afectivo natural entre familiares, como el amor de una madre por sus hijos.

Los individuos de este mundo, “aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza” cual naves sin timón, ofrecen un marcado contraste con los que se ciñen a la confiable Palabra de Dios. (Efesios 4:14.) La Biblia, como ancla del alma, nos mantiene firmes y estables en medio de estas aguas tempestuosas. (Compárese con Hebreos 6:19.) Por consiguiente, aunque los cristianos reconocen que una mujer podría abortar espontáneamente un embrión o feto gravemente malformado, la sola idea de escudriñar el interior de la matriz para ver si la criatura es lo bastante sana como para dejarla vivir, les repugna.b (Compárese con Éxodo 21:22, 23.)

Dios promete que llegará el día en que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”, y esta promesa fortalece la resolución de los cristianos de mantener su integridad. (Isaías 33:24; 35:5, 6.) En efecto, a pesar de las dificultades que afrontan los discapacitados y de los sacrificios que hacen quienes cuidan de ellos, “les resultará bien a los que temen al Dios verdadero”. (Eclesiastés 8:12.)

[Notas]

a Aborto selectivo es el que se induce porque la criatura no reúne las características que uno o ambos padres desean.

b Esto, por supuesto, no significa que sería impropio que una cristiana se sometiera a exámenes médicos para determinar la salud de su hijo por nacer. Puede haber varias razones bíblicamente aceptables por las que un médico recomiende ciertas pruebas. Sin embargo, en vista de que algunas de ellas conllevan riesgos para la criatura, sería sensato analizar con el médico los pros y los contras. Además, en algunos países es posible que se presione a las cristianas a abortar si los resultados de dichas pruebas indican que la criatura tiene serios defectos. De modo que habría que estar preparados para atenerse a los principios bíblicos.

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