Víctimas del infortunio
¿QUÉ es un refugiado? Imagine que vive en paz, y súbitamente su mundo empieza a cambiar. De la noche a la mañana, los vecinos se convierten en sus enemigos. Una partida de soldados se dirige a su casa para saquearla y quemarla. Tiene diez minutos escasos para huir y salvar su vida. Solo puede llevar una pequeña bolsa, pues tendrá que cargarla por muchos kilómetros. ¿Qué pondrá en ella?
Escapa en medio del fragor de los tiroteos y de la artillería, y se une a otros que también huyen. Transcurren algunos días. Camina arrastrando los pies; está hambriento, sediento y totalmente exhausto. Para sobrevivir debe sobreponerse al agotamiento. Duerme en el suelo y busca en los campos algo que comer.
Frente a usted se extiende un país seguro, pero los guardias fronterizos le impiden el paso. Registran su bolsa y se quedan con todo lo valioso. Cuando cruza la frontera por otro punto de control, lo llevan a un campo de refugiados cercado con alambres de púas. Aunque le rodean muchos que comparten su calamidad, se siente solo y desconcertado.
Extraña a sus parientes y a sus amigos. Siente que depende totalmente de la ayuda ajena. No tiene trabajo ni nada que hacer. Lucha contra la desesperanza, el abatimiento y la ira. Lo embarga la incertidumbre, pues sabe que solo estará un tiempo en el campo de refugiados. Después de todo, este no fue concebido como hogar permanente de nadie; es parecido a una sala de espera, a un almacén de parias que nadie desea. Se pregunta si lo obligarán a volver al lugar de donde vino.
Hoy en día, millones de personas experimentan esta situación. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), 27 millones de personas de todo el mundo han abandonado su país debido a guerra o persecución. Otros 23 millones se hallan desplazados dentro de su propia nación. En total, 1 de cada 115 habitantes del planeta, principalmente mujeres y niños, se han visto obligados a dejar su hogar. Víctimas de la guerra y del infortunio, los refugiados quedan a merced de las circunstancias en medio de un mundo que no los desea, que los rechaza, no por sus defectos, sino por lo que son.
Su presencia es un recordatorio del terrible caos mundial. El ACNUR admite: “Los refugiados son el último síntoma de la desintegración social. Son el eslabón final e incuestionable de una cadena de causas y efectos que revelan la magnitud del colapso social y político de un país. Son, en conjunto, el barómetro de la situación en que se encuentra la civilización humana”.
Los expertos opinan que el problema ha adquirido dimensiones sin precedente y sigue creciendo sin que se vislumbre una solución. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Existe algún remedio? Los siguientes artículos examinarán estas preguntas.
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Muchacho de la izquierda: UN PHOTO 159243/J. Isaac
Foto de U.S. Navy