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  • El coral se muere
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¡Despertad! 1996
g96 22/9 págs. 14-15

El coral se muere

EN NINGÚN lugar está el agua marina más clara que en los cristalinos y azulados mares de los trópicos. La blanca arena del fondo, aunque a 15 metros de profundidad, parece que puede tocarse con la mano de tan cerca que se ve. Póngase las aletas y la máscara, colóquese bien el tubo de respiración y sumérjase en las cálidas aguas. El burbujeo que se forma al entrar le nublará la vista por unos instantes, pero cuando se disipe, mire hacia abajo. Fíjese allí en ese gran pez loro rojo y azul que picotea el coral y va escupiendo pedacitos que se mezclan con el suelo arenoso. De pronto, como un destello, pasa un brillante arco iris de peces tropicales... rojos, amarillos, azules, anaranjados y violetas. En todas partes bulle la vida. ¡Qué emocionante!

Es la jungla de coral. Se alza desde el suelo arenoso y se ramifica formando lo que parecen ser miles de brazos vivos. Ahí delante tiene un magnífico coral cuerno de alce de más de seis metros de altura y aproximadamente la misma anchura. Unos veinte metros más allá hay un coral cuerno de ciervo, más pequeño que el anterior y con ramas más delgadas que le dan la apariencia de bosque. Estos corales tienen un nombre muy adecuado, pues realmente parecen cornamentas. Entre sus ramas encuentran alimento y refugio tanto peces como otras formas de vida marina.

En el pasado se creía que los corales eran plantas, pero actualmente se sabe que son formaciones calcáreas fabricadas por comunidades de unos animales llamados pólipos. La mayoría de los pólipos son pequeños, de menos de dos centímetros y medio de diámetro. El pólipo del coral es de cuerpo blando, y se adhiere a su vecino mediante un tejido cubierto de una sustancia mucosa. De día, el coral parece una formación rocosa, pues los pólipos se recluyen en sus esqueletos. Pero qué transformación se produce por la noche, cuando los tentáculos extendidos ondean suavemente dando al arrecife un aspecto blando y velludo. El “árbol” pétreo que comparten los pólipos es el esqueleto común que van segregando al mineralizar el carbonato cálcico que extraen del agua de mar.

Cada tipo de comunidad coralina construye su esqueleto dándole una forma peculiar. En todo el mundo hay más de trescientos cincuenta tipos de coral, de impresionantes formas, tamaños y colores. Sus nombres comunes nos recuerdan ciertos objetos —coral columna, mesa, sombrilla— o plantas —coral arborescente, clavel, lechuga, fresa, hongo—. ¿Ha visto aquel enorme coral cerebro? Es obvio por qué lo llaman así.

Esta jungla submarina está repleta de vida, desde plantas y animales microscópicos hasta rayas, tiburones, grandes morenas y tortugas. También abunda en peces de los que quizás nunca haya oído hablar: payaso de color amarillo vivo, Beau Gregories púrpuras, ídolos del coral negros y blancos, peces trompeta anaranjados, peces cirujano azul oscuro, meros azules y peces león de color marrón y canela. ¿Vio los camarones limpiadores, las langostas pintadas o los peces halcón de color escarlata? Hay animales de todos los colores, tamaños y formas. Algunos son hermosos, otros, extraños, pero todos resultan interesantes. ¡Mire, un pulpo escondido detrás de aquel coral columna! Está comiéndose una almeja que acaba de abrir. Tal como en las junglas terrestres, este ambiente marino tiene su propio ecosistema, una inmensa variedad de vida entretejida y dependiente de la diversidad de su entorno. En el número del 8 de junio de 1991 de ¡Despertad! se explicó el ciclo reproductivo del coral y su capacidad de trasladarse con las corrientes oceánicas para crear otra colonia y sentar los cimientos de un nuevo arrecife.

Los arrecifes coralinos constituyen las estructuras biológicas más grandes del planeta. Uno de ellos, la Gran Barrera de Arrecifes que se encuentra frente a la costa nororiental de Australia, se extiende por unos dos mil kilómetros y abarca una superficie equivalente a la de toda Inglaterra y Escocia. Un coral puede pesar varias toneladas y elevarse a más de nueve metros del suelo oceánico. Los arrecifes coralinos se forman en todas las aguas tropicales poco profundas y son capaces de vivir hasta a sesenta metros de profundidad. Dado que sus características difieren de una zona a otra, al examinar un trozo de coral los expertos pueden saber el mar e incluso el lugar del que proviene. Ahora bien, para que un arrecife coralino pueda desarrollarse es necesario que en esa región del mar haya una cantidad reducida de nutrientes, lo que explica por qué es tan transparente el agua en las inmediaciones de los arrecifes. El coral obtiene su alimento de unas algas (llamadas zooxantelas) que viven en el transparente cuerpo del pólipo y también de animales microscópicos que este captura con sus tentáculos. El producto final es un arrecife coralino que alberga miles de especies marinas en aguas que de otro modo estarían desprotegidas.

Los arrecifes coralinos también son los ecosistemas marinos que gozan de mayor productividad biológica. La revista U.S.News & World Report los describió así: “Los arrecifes son el equivalente marino de las pluviselvas tropicales pues están repletos de una gran abundancia de formas de vida: ondulantes abanicos de mar y otras gorgonias como los látigos marinos, plumosos crinoideos, peces neón, esponjas, camarones, langostas y estrellas de mar, así como temibles tiburones y morenas gigantes. Todos ellos dependen del continuo desarrollo del coral, pues ese es su hábitat”. Los arrecifes coralinos también sostienen la vida terrestre, ya que forman una barrera que protege la costa de las olas que rompen y sirven de fundamento para miles de islas tropicales.

El coral sano es marrón, verde, rojo, azul o amarillo, dependiendo del tipo de algas que residan en el transparente pólipo coralino. Dichas algas microscópicas utilizan la luz solar que penetra a través del cuerpo de los pólipos, sus animales simbiontes, y absorben los residuos de estos, incluido el anhídrido carbónico, para nutrirse. A su vez, mediante la fotosíntesis, las algas proporcionan a los pólipos oxígeno, alimento y energía. Esta simbiosis con las algas ayuda al coral a crecer más deprisa y a sobrevivir en las aguas tropicales, que son pobres en nutrientes. Ambos simbiontes reciben lo mejor del mundo animal y del mundo vegetal. ¡Qué idea tan magistral!

Esqueletos decolorados carentes de vida

No es de extrañar que haya tanta actividad ahí abajo. Pero ¿qué es eso? Son esqueletos decolorados carentes de vida. Las ramas se han roto y están desmenuzándose. Algunas ya se han desintegrado. Esta parte del bosque de coral está muerta o se muere. No hay peces ni camarones ni langostas, nada. Es un desierto submarino. Usted no puede dar crédito a lo que ve. ¡Qué espanto! Su idílica experiencia se ha malogrado. Incluso después de regresar a la embarcación, sigue haciéndose preguntas. ¿Qué pudo haber causado semejante devastación? ¿Un accidente, una enfermedad? ¿Se debió a causas naturales? Usted quiere respuestas.

Aunque el coral pétreo tiene un aspecto fuerte, es sumamente frágil. Con solo palparlo puede dañarse, de ahí que los buceadores sensatos eviten tocarlo. Las personas cuidadosas tampoco anclan en él. Otros peligros que acechan al coral son la contaminación química, las mareas negras, los vertidos de aguas residuales, el transporte de troncos, la escorrentía de terrenos cultivados, los dragados, la sedimentación y la infiltración de agua dulce. El impacto directo de las quillas de embarcaciones hace verdaderos estragos. Y las temperaturas extremas pueden dañar y matar el coral. Cuando se ve perturbado, el coral expele sus algas en espesas nubes y los peces se las comen enseguida. Si la perturbación persiste, el coral se decolora y muere. Y cuando eso sucede, el ecosistema del arrecife se desequilibra y acaba muriendo también.

Ya que la decoloración coralina se ha extendido por todas las aguas tropicales, los científicos marinos del mundo entero están preocupados. Cuando se produce una decoloración a gran escala, el daño es irreversible. Lo sucedido en los mares tropicales del mundo en los últimos años ha hecho llegar dolorosamente a conocimiento público el grado de decoloración del coral y su subsiguiente muerte. Aunque por muchos años se han producido decoloraciones periódicas y localizadas, las actuales son de una gravedad sin precedente y están ocurriendo en escala mundial. Algo ha estado atacando a casi todas las especies de corales vivos de la Tierra, lo que ha afectado a los arrecifes.

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