Un encuentro increíble
“HA SIDO lo más emocionante que me ha sucedido en la vida!” Así fue como describió Kristie el increíble encuentro que tuvo. ¿Se habría sentido usted igual si hubiera nadado rodeado de delfines en el golfo de México?
Todos disfrutamos de ver a los delfines nadar o realizar piruetas en el agua, como ir hacia atrás sobre su cola, saltar a alturas asombrosas, o llevar a personas sobre el lomo. El solo hecho de ver estos espectáculos puede hacer que uno desee meterse al agua a jugar con ellos.
Kristie siempre había querido hacer eso. Cierto día, mientras nadaba y paseaba en bote por el golfo de México, un delfín asomó la cabeza delante de ella. Al cabo de un rato, había tres delfines curioseando, como si estuvieran convencidos de haber encontrado una compañera de juegos. Al principio Kristie tuvo un poco de miedo, pero su temor se convirtió en entusiasmo al estar junto a ellos. Decidió relajarse y dejar que se encargaran de la situación para ver qué hacían.
Kristie dijo: “Un delfín asomó la cabeza justo enfrente de mí y nos quedamos mirando el uno al otro. Comencé a acariciarlo y a hablarle, tal como lo hubiera hecho con mi perro”.
La inteligencia de los delfines hace que sus espectáculos sean muy populares; la mayoría de los entrenadores dicen que son tan amigables con la gente que no siempre tienen que darles comida para que realicen sus piruetas.
Cuando se le preguntó a Liz Morris, una etóloga del Sea World de Florida (E.U.A.), qué era lo que más le gustaba del trabajo con los delfines, repuso: “Creo que su carácter. Puesto que son juguetones y curiosos por naturaleza, es posible compenetrarse bien con ellos [...]. Reaccionan muy bien a las caricias y al cariño”. En el nuevo sistema de cosas que Dios ha prometido, todos podremos tener muchos encuentros tan increíbles como el de Kristie.