De nuestros lectores
Confianza Me sentía abrumada por la forma en que algunos amigos y parientes habían traicionado mi confianza. Comenzaba a dudar de todos a mi alrededor. Sin embargo, la serie de artículos “¿En quién se puede confiar?” (8 de febrero de 1996) me ayudó a tener un punto de vista más equilibrado sobre la confianza. Gracias por esta información tan oportuna.
E. I., Corea
A través de los años fui traicionada por mi padre, quien abusó de mí, dos esposos y un hermano cristiano. Llegué a pensar que lo mejor sería no confiar en nadie, y a convencerme de que no necesitaba a la gente. Pero el artículo me ayudó a conseguir más equilibrio. Aunque me cuesta mucho trabajo confiar en otros, seguiré intentándolo. La próxima vez tendré más cuidado antes de depositar mi confianza en alguien.
C. H., Estados Unidos
El monte Cervino Leí el reportaje “El excepcional monte Cervino” (8 de febrero de 1996). Me embelesó la foto de esa preciosa montaña. El artículo me hizo apreciar más la creación de Dios.
J. W., Estados Unidos
Manzanas Muchísimas gracias por el artículo “Una manzana cada día, de médico te ahorraría” (8 de febrero de 1996). Me encantó, pues tenemos más de cien manzanos en nuestra pequeña finca. Nos gusta podar y cuidar estos árboles para hacerlos productivos. Nos agrada la exactitud de todos sus artículos. Su información es animadora y digna de confianza.
P. B., Estados Unidos
Comportamiento compulsivo Gracias por el magnífico artículo “¿Vive usted dominado por el comportamiento compulsivo?” (8 de febrero de 1996). Solo tengo 20 años, y sufro de este trastorno compulsivo. Muchas veces le pedía a Jehová en oración que me enviara información sobre lo que me estaba ocurriendo.
M. A. C., España
Al comienzo de mi servicio de precursora, o evangelizadora de tiempo completo, empezaron a asaltarme pensamientos irrespetuosos acerca de Dios. Pensaba que cometía un pecado imperdonable, y muchas veces me puse a llorar. No pueden imaginarse cómo me siento ahora que veo mis sentimientos descritos con tanta claridad. Nunca pensé que otras personas padecieran este mismo mal. Gracias, hermanos, por ayudarnos cada vez que lo necesitamos.
C. B., Nigeria
Leí el artículo una y otra vez con lágrimas en los ojos. ¡Describía mi situación con detalle! Me preguntaba si me estaba volviendo loca o si los demonios querían controlar mi mente. Fue un alivio saber que otros hermanos padecen el mismo trastorno.
K. T., Japón
Muchas veces le pedí a Jehová que me ayudara a resolver este problema, pero había perdido las esperanzas, pues me parecía que era inútil y nada podría ayudarme. Ahora que puedo comprenderme siento un gran alivio. Creo que el artículo no pudo haberse escrito de manera más amorosa. Estoy seguro de que Jehová realmente se interesa en nosotros.
J. F., República Checa
Los pensamientos compulsivos me han atormentado durante siete años. Me han hecho sentir abrumada y deprimida. Me sentía tan avergonzada y culpable que no lo comentaba con nadie. De veras creía que había perdido el juicio. Cuando leí este artículo, no podía creer lo que este decía: había otras personas que padecían lo mismo que yo. No pude contener las lágrimas. No estaba sola; no había cometido el pecado imperdonable, y Jehová no estaba enojado conmigo.
S. B., Sudáfrica