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¡Despertad! 1997
g97 22/7 págs. 24-27

Estilos de vida malsanos, ¿a qué costo?

“LA ENFERMEDAD es el amo del hombre”, dice un proverbio danés. Y todo el que padece una enfermedad crónica confirmará inmediatamente que este “amo” puede ser muy cruel. No obstante, tal vez le sorprenda saber que la enfermedad suele ser más un invitado que un amo. El Centro para el Control y la Prevención de la Enfermedad, de Estados Unidos, atribuye el 30% de los días de hospitalización a enfermedades y lesiones que los pacientes podrían haber evitado. ¿Qué los llevó al hospital? Estilos de vida malsanos y peligrosos. Veamos algunos ejemplos.

TABACO. Ira es un hombre de 53 años que padece enfisema: el precio de haber fumado durante casi cuatro decenios. Necesita estar conectado continuamente a una bombona de oxígeno, lo cual cuesta alrededor de 400 dólares mensuales. En 1994 su enfermedad requirió nueve días de hospitalización por los que hubo que pagar 18.000 dólares; así que aquel año el costo total de la atención sanitaria de Ira ascendió a bastante más de 20.000 dólares. Aun así, no siente el apremio de dejar de fumar. “Es que tengo unas ansias de fumar increíbles”, dice.

Su caso no es único. A pesar de los conocidos peligros del tabaco, en todo el mundo se fuman diariamente unos quince mil millones de cigarrillos. En Estados Unidos, el costo anual de la asistencia sanitaria por enfermedades relacionadas con el tabaco se estima en 50.000 millones de dólares. Esto significa que en 1993, como promedio, por cada paquete de cigarrillos que se compró, se pagaron aproximadamente 2,06 dólares en gastos médicos relacionados con el tabaco.

Los gastos médicos por este concepto pueden empezar a acumularse desde el momento de nacer. Por citar solo un ejemplo, un estudio llevado a cabo en Estados Unidos descubrió que los hijos de madres fumadoras corren el doble de riesgo de nacer con labio leporino o paladar hendido, deformaciones que pueden requerir hasta cuatro operaciones quirúrgicas durante los dos primeros años de vida. El costo vitalicio medio de la atención médica y demás gastos relacionados con este tipo de problema asciende a 100.000 dólares por persona. Y, por supuesto, no es posible calcular en dinero el sufrimiento emocional que ocasiona tener una deformación facial congénita.

Hay quienes dicen que el elevado costo sanitario del tabaco queda compensado por el hecho de que muchos fumadores no viven lo suficiente para cobrar la pensión de la Seguridad Social. Sin embargo, como dice The New England Journal of Medicine, “esta conclusión es controvertida; además, la mayoría concordará en que las muertes prematuras por causa del tabaco no son un medio humanitario de controlar los costos de la asistencia sanitaria”.

ABUSO DEL ALCOHOL. El abuso del alcohol se ha vinculado a diversos problemas de salud, entre ellos la cirrosis hepática, las enfermedades del corazón, la gastritis, las úlceras y la pancreatitis. También puede dejar al individuo más propenso a contraer enfermedades infecciosas como la neumonía. El doctor Stanton Peele dice que en Estados Unidos “se gastan 10.000 millones de dólares [anuales] en el tratamiento de personas que no pueden controlarse con la bebida”.

El alcohol también afecta al feto. Cada año, tan solo en Estados Unidos, decenas de miles de niños nacen con defectos debido a que su madre consumió alcohol durante el embarazo. A algunos de estos recién nacidos se les diagnostica síndrome de alcoholismo fetal, y con frecuencia padecen problemas físicos y mentales. El costo vitalicio medio de la atención médica por cada niño afectado con dicho síndrome se estima en 1.400.000 dólares.

Dado que el alcohol merma el control de los impulsos, las personas que beben en demasía son más propensas a los arrebatos de violencia, los cuales, a su vez, pueden ocasionar lesiones que requieren atención médica. También está el insuperable daño causado por los que conducen bajo la influencia del alcohol. Considere los efectos que eso tuvo en Lindsey, una niña de ocho años a la que hubo que sacar con palancas del asiento trasero del automóvil de su madre porque una conductora ebria colisionó con ellas. Lindsey pasó siete semanas en un hospital y necesitó varias operaciones. Los gastos médicos superaron los 300.000 dólares. Y puede considerarse afortunada de haber sobrevivido.

ABUSO DE DROGAS. Una investigadora calcula que el costo anual del abuso de drogas en Estados Unidos asciende a 67.000 millones de dólares. Joseph A. Califano, hijo, presidente del Centro contra la Adicción y el Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia en Nueva York, señala otro aspecto costoso del problema: “Los bebés-crack (de madres adictas a esa droga), un fenómeno poco común diez años atrás, llenan salas de neonatología cuyo costo asciende a 2.000 dólares diarios. [...] Ayudar a cada superviviente a llegar a la edad adulta puede requerir un millón de dólares”. Además, según Califano, “gran parte de los casi 3.000 millones de dólares que Medicaid dedicó en 1994 a la atención de los hospitalizados por motivos relacionados con el consumo de drogas obedecen al hecho de que las embarazadas no buscan asistencia prenatal ni abandonan el abuso de drogas”.

Lo trágico de la situación se resalta cuando consideramos el incalculable precio de este vicio en el plano personal. Las riñas maritales, los hijos desatendidos y la merma de los recursos económicos son algunos de los problemas que afectan a las familias marcadas por el abuso de drogas.

PROMISCUIDAD. En Estados Unidos cada año contraen enfermedades de transmisión sexual (ETS) más de doce millones de personas, lo que confiere a esa nación el índice más alto de todos los países desarrollados en lo que a ETS se refiere. David Celentano, de la Facultad de Higiene y Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, califica este fenómeno de “vergüenza nacional”. El costo directo de tales enfermedades, sin incluir el sida, es de unos 10.000 millones de dólares anuales. Los adolescentes son el grupo que más riesgo corre. Y no es de extrañar. Según un informe, para cuando están en el último curso de enseñanza secundaria, alrededor del 70% de los jóvenes ya han participado en relaciones sexuales, y cerca del 40% han tenido por lo menos cuatro parejas.

El sida constituye de por sí una ruina para la atención sanitaria. A principios de 1996, el tratamiento más efectivo que había disponible —inhibidores de la proteasa combinados con algunos de los fármacos habituales— costaba entre 12.000 y 18.000 dólares anuales por persona. Pero esto es solo una mínima parte del costo real del sida, el cual incluye la falta de productividad de la víctima y de los que faltan al trabajo o a la escuela para atender al enfermo. Se calcula que para el año 2000, el VIH y el sida habrán consumido en todo el mundo entre 356.000 millones y 514.000 millones de dólares, el equivalente a arrasar la entera economía de Australia o de la India.

VIOLENCIA. Cuando desempeñaba el cargo de directora general de Salud Pública de Estados Unidos, Joycelyn Elders informó que en 1992 el costo médico de la violencia ascendió a 13.500 millones de dólares. El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, dijo: “Una de las razones por las que la Salud Pública estadounidense es tan cara, radica en el hecho de que los hospitales y las salas de emergencias están repletos de personas que han recibido cuchilladas o disparos”. Con razón The Journal of the American Medical Association califica la violencia estadounidense de “emergencia de Salud Pública”. El informe prosigue: “Aunque la violencia no es una enfermedad en el sentido ‘clásico’ de la palabra, su impacto en la salud personal y pública es tan profundo como el de muchos males fisiológicos, o tal vez más”.

Un informe presentado por 40 hospitales de Colorado (E.U.A.) indica que el costo medio por cada víctima de la violencia durante los primeros nueve meses de 1993 fue de 9.600 dólares. Más de la mitad de los hospitalizados no estaban asegurados, y muchos de ellos o no podían o no querían pagar por la atención médica recibida. Tales situaciones incrementan los impuestos, las primas de seguros y las facturas hospitalarias. La Asociación de Hospitales de Colorado dice: “Pagamos todos”.

Otro estilo de vida

Si se mira desde un punto de vista humano, las perspectivas de invertir el curso de los diferentes estilos de vida de la gente no son nada prometedoras. “Estados Unidos no es el jardín de Edén y nunca nos libraremos por completo del abuso de sustancias adictivas —dice un informe de la Universidad de Columbia—. Pero al grado que dominemos tal abuso, obtendremos grandes beneficios: bebés más sanos, menos violencia y delincuencia, impuestos más bajos, reducción de los costos de la salud pública, mayores ganancias, estudiantes mejor educados y menos casos de sida.”

Los testigos de Jehová han comprobado que la Biblia constituye la mejor ayuda para alcanzar ese objetivo. No es un libro común y corriente. Está inspirado por Jehová Dios, el Creador del hombre. (2 Timoteo 3:16, 17.) Él es “Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar”. (Isaías 48:17.) Los principios establecidos en la Biblia son sanos, y quienes siguen sus consejos se benefician mucho.

Por ejemplo, Esther era una fumadora empedernida.a Cuando empezó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, su maestra de la Biblia la invitó a pasar un día visitando la sede mundial de los testigos de Jehová, en Brooklyn (Nueva York). Al principio estaba indecisa. Dado que sabía que los testigos de Jehová no fuman, se preguntaba cómo iba a poder estar con ellos un día entero. Decidió llevar un cigarrillo en el bolso con la idea de que si sentía el impulso de fumar se metería disimuladamente en algún baño. Tal como había planeado, cuando terminó una de las giras, Esther entró en los servicios sanitarios y sacó su cigarrillo. Pero entonces se dio cuenta de algo: estaban inmaculados y todo olía a limpio. “No fui capaz de ensuciar aquel lugar fumando un cigarrillo —recuerda Esther—, así que lo tiré al inodoro. Y aquel fue el último cigarrillo que toqué.”

En todo el mundo hay millones de personas que, al igual que Esther, están aprendiendo a vivir en conformidad con los principios bíblicos. Con ello se benefician a sí mismas, y se convierten en grandes haberes para la comunidad. Más importante aún: dan honra a su Creador, Jehová Dios. (Compárese con Proverbios 27:11.)

Aunque el hombre no puede reproducir el “jardín de Edén” por mucho que lo intente, la Biblia nos asegura que Dios sí lo hará. Segunda de Pedro 3:13 dice: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según [la] promesa [de Dios], y en estos la justicia habrá de morar”. (Compárese con Isaías 51:3.) En esa nueva tierra, la asistencia sanitaria ya no será motivo de preocupación, pues la humanidad gozará de la vida con una salud perfecta, tal como Dios se lo había propuesto desde el principio. (Isaías 33:24.) ¿Le gustaría aprender más acerca de las promesas de Dios? Los testigos de Jehová le ayudarán con mucho gusto.

[Nota]

a No es su verdadero nombre.

[Reconocimiento de la página 26]

© 1985 P.F. Bentley/Black Star

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