El Gran Valle del Rift
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Kenia
ES UNA enorme grieta en la superficie de la Tierra, una hendidura tan descomunal que puede verse desde la Luna. Procede del valle del Jordán, en el norte de Israel, y desciende hacia el sur por casi toda la longitud del continente africano hasta llegar a Mozambique, un recorrido de nada menos que 6.400 kilómetros.
En 1893, un geólogo escocés llamado J. W. Gregory hizo el primer estudio detallado de esta maravilla natural, y se dio cuenta de que aquella enorme grieta no había sido producto de la erosión del agua y el viento, sino “del hundimiento a gran escala de la roca, mientras la tierra adyacente permaneció estacionaria”. (Compárese con Salmo 104:8.) Gregory dio a aquella gran hendidura en la superficie de la Tierra el nombre de Gran Valle del Rift.
Los científicos de la actualidad todavía no comprenden plenamente las fuerzas subterráneas que hace miles de años originaron esta fosa tectónica, o valle de rift, lo que no impide que quien contemple el valle quede fascinado por la rica diversidad que alberga. La sección africana del Gran Valle del Rift, la cual empieza en Etiopía, abarca uno de los lugares más inhóspitos de la superficie terrestre: la depresión de Danakil (denominada también triángulo de Afar). Se trata de una enorme salina, un desierto de 150.000 kilómetros cuadrados que linda con el mar Rojo. En esta zona, la superficie del suelo se encuentra a 120 metros por debajo del nivel del mar, y las temperaturas pueden resultar abrasadoras, alcanzando los 54 °C. A partir de allí, el rift sube hacia las tierras altas de Etiopía, a nada menos que 1.800 metros sobre el nivel del mar, con picos que se elevan a alturas de hasta 4.300 metros. Densas pluviselvas cubren las laderas de esta fértil región montañosa y alimentan numerosos ríos, como el Nilo Azul. Siguiendo hacia el sur por su rama oriental, el rift continúa con sus espectaculares elevaciones y depresiones.
Por toda la extensión del Gran Valle del Rift hay picos volcánicos de diversos tamaños y formas, así como rifts secundarios que salen de él. En la rama occidental, las conmociones volcánicas dieron origen a la cordillera del Ruwenzori y los montes Virunga, en las fronteras entre Ruanda, Zaire y Uganda. Algunos picos todavía muestran señales de actividad geotérmica y, de vez en cuando, expulsan humo y lava ardiente. No muy lejos de la rama oriental hay antiguos picos volcánicos como el Kilimanjaro y el monte Kenia, de tal altitud que, a pesar del intenso sol ecuatorial, se mantienen coronados de nieve. Por todo el valle del Rift también hay fuentes termales de las que emana vapor y agua sobrecalentada, testimonio de la agitación que aún existe en las profundidades del subsuelo.
Más al sur, en Tanzania, el valle linda con una inmensa llanura herbosa llamada siringet en la lengua masai, término que significa “amplio espacio abierto”. Más conocida como la llanura del Serengeti, sus abundantes pastos alimentan vastas manadas de animales salvajes. Es allí donde se da la gran migración de los ñus, un fenómeno realmente espectacular.
Los lagos del Rift
A lo largo de la parte oriental africana del Gran Valle del Rift se encuentra una serie de lagos cuyas aguas contienen carbonato sódico (sosa) procedente de cuencas volcánicas o de fuentes termales sumergidas. En el caso de algunos lagos, como el Turkana, en el norte de Kenia, el grado de alcalinidad no es muy alto. El lago Turkana, rodeado por miles de kilómetros cuadrados de matorral desértico solitario, adquiere a veces un hermoso color verde jade, y alberga a la mayor población de cocodrilos del mundo. En cambio, lagos como el Magadi, de Kenia, y el Natron, de Tanzania, están tan saturados de sales que forman depósitos casi sólidos de incrustaciones de sosa blanca. ¿A qué se debe este fenómeno? A que estos lagos no poseen ningún desagüe para eliminar las sales. La mayor parte del agua escapa por evaporación, lo que deja atrás una elevada concentración de minerales. Pocos animales pueden sobrevivir en las amargas aguas de los lagos alcalinos del valle del Rift o en sus inmediaciones. Sin embargo, los flamencos rosados, que van de un lago alcalino a otro, alimentándose de las algas microscópicas que medran en las cáusticas aguas, constituyen una notable excepción. En esos lagos los flamencos se congregan por millones, formando un mar vivo de color rosa.
Otro habitante que prolifera en dichas aguas, para otros mortíferas, es un pececillo denominado Tilapia grahami, el cual resiste la alcalinidad del agua y suele quedarse cerca de las fumarolas subacuáticas, donde el agua es tan caliente que molesta solo tocarla con la mano. Sin embargo, es allí donde vive, alimentándose de las algas lacustres.
Solo unos pocos lagos del rift oriental son de agua dulce. Uno de ellos, el Naivasha, se encuentra en Kenia, a 1.870 metros sobre el nivel del mar, y sus cristalinas aguas no solo albergan una gran variedad de peces sino también manadas de hipopótamos que acuden a ellas para descansar. Más de cuatrocientas especies de coloridas aves habitan en las exuberantes agrupaciones de papiros y otras plantas acuáticas que crecen en sus orillas. El lago Naivasha, contra el hermoso telón de fondo que forman las acacias con sus flores amarillas, y las cordilleras circundantes, constituye una vista digna de contemplar.
En medio del rift occidental y el oriental se encuentra la segunda masa de agua dulce más grande del mundo: el lago Victoria. Enclavado entre Kenia, Uganda y Tanzania, es una de las fuentes del Nilo. Más al sur, el lago Tanganica, que alcanza una profundidad de 1.440 metros, es el segundo lago más profundo del mundo.
Una gran variedad de animales
El valle del Rift de África oriental sustenta una amplia variedad de fauna silvestre. Búfalos, jirafas, rinocerontes y elefantes son algunos de los grandes mamíferos que deambulan en libertad por la ilimitada expansión agreste del rift. En las regiones áridas hay cebras, órix y avestruces. Por las praderas se ve correr a los elegantes antílopes brincando a grandes saltos. En las llanuras, a campo abierto, cazan los felinos moteados, como el leopardo y el guepardo, y, cuando oscurece, suele oírse el rugido del majestuoso león. En lo alto de los montes Virunga vive el gorila de montaña, en peligro de extinción. Mucho más abajo, en el fondo del rift, tropas de papiones caminan lentamente a través del abrupto terreno, buscando insectos, semillas y escorpiones. A gran altura se divisan las águilas y los buitres, potentes aves de enorme envergadura que planean aprovechando las corrientes térmicas (de aire caliente). En el matorral espinoso de las tierras bajas habitan los coloridos turacos, barbudos, cálaos y loros; y lagartos de muchas formas, tamaños y colores corretean a toda prisa como si los pies se les quemaran.
Los nómadas del Rift
En el valle del Rift de África oriental habitan muchas tribus semidesérticas de vida pastoral y nómada. Son gente fuerte que camina con el paso largo característico del nómada africano. En las zonas donde la lluvia es escasa, aldeas enteras suelen recogerlo todo y trasladarse en busca de nuevos pastos para el ganado. Sin pasaportes ni visados, cruzan libremente las fronteras nacionales, no señalizadas, y parecen indiferentes al progreso exterior y a otras formas de vida. En estas zonas remotas, la vida transcurre a paso lento. El tiempo se mide por la salida y la puesta del Sol. La prosperidad de un hombre se determina por la cantidad de camellos, cabras u ovejas que posea, o por la cantidad de hijos que tenga.
Las viviendas son de construcción sencilla, pero ingeniosa. Amarrando tres ramas dobladas se da a la estructura una forma de cúpula. La superficie exterior se cubre de hierba tejida, pieles de animales o barro mezclado con estiércol de vaca. En su interior suele haber una lumbre para cocinar, un pequeño recinto para animales domésticos y una cama que tal vez no sea más que una piel de animal. El fuego del hogar llena la casa de humo, lo que mantiene el interior libre de moscas y mosquitos. Por lo general, los componentes de una aldea o de un grupo familiar construyen sus pequeñas cabañas abovedadas en círculo, y levantan alrededor una cerca de ramas espinosas impenetrable para proteger al ganado del ataque de bestias salvajes durante la noche.
A lo largo y ancho del Gran Valle del Rift vive una diversidad de gentes con rasgos faciales, idiomas y costumbres particulares de su tribu y ubicación geográfica. Las creencias religiosas también varían mucho. Algunos han abrazado el islam; otros son cristianos nominales. Muchos son supersticiosos y tienden a atribuir todo lo que no comprenden a fuerzas sobrenaturales. Pero en los últimos años, a muchos habitantes de las zonas remotas se les ha puesto en contacto con el exterior mediante ciertos programas de educación y de asistencia médica.
No es de extrañar que los testigos de Jehová también se esfuercen por visitar a estas personas fuertes de vida nómada. Desean darles a conocer la promesa bíblica de que llegará un tiempo en que nadie tendrá que subsistir a duras penas en medio de una tierra reseca. La Biblia dice: “El desierto y la región árida se alborozarán, y la llanura desértica estará gozosa, y florecerá como el azafrán”. (Isaías 35:1.) Mientras tanto, el Gran Valle del Rift continúa siendo un monumento a la diversidad creativa del Hacedor de todas las cosas, Jehová Dios.
[Ilustraciones de la página 15]
En la llanura del Serengeti se da un fenómeno realmente espectacular: la gran migración de los ñus
[Reconocimiento]
Abajo: © Index Stock Photography and John Dominis, 1989
[Ilustraciones de las páginas 16 y 17]
Los flamencos se congregan por millones, formando un mar vivo de color rosa
Los testigos de Jehová difunden el mensaje de la Biblia entre la gente del valle del Rift
[Mapa de la página 14]
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