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¡Despertad! 1998
g98 8/2 págs. 16-17

Los montes de la Luna

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN KENIA

DURANTE siglos había persistido el rumor de que en algún lugar del África central había unas montañas cubiertas de nieve, y que en ellas se encontraba el verdadero nacimiento del río Nilo. Pero la idea de que hubiera nieve en África, y cerca del ecuador, parecía increíble. No obstante, a principios del siglo segundo de la era común, el geógrafo griego Tolomeo ya había sugerido la existencia de estos montes, a los que denominó Lunae Montes (montes de la Luna).a

Aunque los esfuerzos por localizar estos montes se vieron frustrados por muchos siglos, un día, a finales del siglo XIX, el explorador Henry Stanley —famoso por encontrar al doctor David Livingstone— presenció un suceso fortuito. Las espesas nubes que habían ocultado las montañas de la vista de anteriores exploradores se disiparon brevemente, y Stanley, asombrado, vislumbró varios picos cubiertos de nieve. Había encontrado los montes de la Luna. Pero él llamó a aquel macizo por el nombre que le daban entonces los nativos de la zona: Ruwenzori, que significa “Hacedor de lluvia”.

Aunque hoy día casi todo el mundo concuerda en que el papel que desempeña esta cordillera en suministrar agua al Nilo es mínimo, sigue llamándosele popularmente “los montes de la Luna”. Y a pesar de las muchas expediciones para explorarlo, el imponente macizo todavía mantiene cierto halo de misterio. El Ruwenzori, que se encuentra al norte del ecuador y mide unos 130 kilómetros de largo por 50 de ancho, constituye una frontera natural entre Uganda y la República Democrática del Congo.

A diferencia de la mayoría de las montañas del África oriental, que son de origen volcánico, la cordillera del Ruwenzori se formó hace miles de años, cuando enormes presiones geológicas empujaron hacia arriba una gigantesca masa de corteza terrestre. Aunque el más alto de sus picos llega hasta los 5.109 metros de altura, el macizo raras veces se ve, pues casi siempre permanece oculto detrás de un velo de brumas y nubes.

Como su nombre indica, el Ruwenzori se caracteriza por una sobreabundancia de lluvia y nieve, de tal modo que la estación “seca” difiere poco de la “húmeda”. Caminar por esas montañas resulta peligroso, pues en algunas zonas el barro llega hasta la cintura. Las intensas lluvias han creado una serie de bellísimas lagunas que proporcionan humedad para la vegetación excepcionalmente densa que cubre las laderas. De hecho, el macizo montañoso del Ruwenzori alberga una serie de plantas peculiares que crecen hasta alcanzar tamaños enormes.

Por ejemplo, las lobelias, cuyo aspecto se asemeja al de unos gigantescos dedos vellosos, no suelen sobrepasar los 30 centímetros en otros lugares, pero en el Ruwenzori llegan a medir 6 metros. Los senecios gigantes parecen enormes repollos colocados encima de troncos ramificados. Hay brezos de 12 metros de altura y cubiertos de musgo. Flores de todos los colores y fragancias contribuyen a embellecer el paisaje. También hay una hermosa y diversa población de aves, algunas de las cuales solo existen en el Ruwenzori. En las laderas bajas viven elefantes, chimpancés, bosboks, leopardos y monos colobos.

Una vista magnífica

Quienes suben por los senderos montañosos, atraviesan una pluviselva tropical y cruzan varias veces el río Bujuku. Cuando llegan a unos 3.000 metros de altitud, pueden mirar atrás y contemplar todo el paisaje hasta el mismo fondo del valle del Rift: ¡una vista impresionante!

Subiendo un poco más se encuentra el bajo Bigo Bog, una zona de matas de hierba y brezos de tamaño arbóreo en la que el barro suele llegar hasta las rodillas. Tras una empinada subida hasta el alto Bigo Bog y el lago Bujuku, en la parte superior del valle Bujuku, que se halla a unos 4.000 metros de altura, se obtiene una magnífica vista de los montes Baker, Luigi di Savoia, Stanley y Speke, los más conocidos de la cordillera.

Más arriba aún está el glaciar permanente Elena. Para subir por él hay que colocarse crampones en las botas y utilizar una cuerda y piolets. A continuación se camina a través de la meseta Stanley y se asciende a la cúspide del monte Stanley, el pico Margarita, el más alto de la cordillera del Ruwenzori. Es realmente impresionante mirar hacia abajo desde esta altura y contemplar la panorámica vista de picos, valles, bosques, ríos y lagos.

Pero esta cordillera todavía no ha sido, ni mucho menos, conquistada. El Ruwenzori solo ha comenzado a revelar sus secretos. Aún quedan por conocer muchos detalles de su geología, fauna y flora. De modo que el Ruwenzori sigue envuelto en un velo de misterio: guarda secretos que solo conoce cabalmente su sabio y todopoderoso Creador. Él es sin duda Aquel “a quien pertenecen los picos de las montañas” (Salmo 95:4).

[Nota]

a Según el libro El Nilo, de Emil Ludwig, los antiguos nativos no podían explicarse la presencia de la nieve en aquellas cimas. Ellos creían que “la montaña retenía el resplandor de [la luna]”.

[Ilustraciones de las páginas 16 y 17]

1. Nubes espesas ocultan normalmente el Ruwenzori.

2. Las intensas precipitaciones del “Hacedor de lluvia” humedecen sus musgosas laderas.

3. Por el sendero hay un sinfín de flores y fragancias

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