Cirugía sin escalpelo
AUNQUE era un fuerte dolor de cabeza, en un principio no parecía alarmante; después de todo, solo le duró un día. Pero luego Christine tuvo rigidez de cuello y, más tarde, le volvió la cefalea y quedó desorientada. Eran síntomas extraños, y mucho más en una niña de ocho años.
En el centro médico le realizaron una tomografía axial computarizada (TAC), la cual reveló que tenía una malformación arteriovenosa (MAV) en el cerebro, trastorno que consiste en la formación de un ovillo de arterias y venas.a A menos que recibiera tratamiento, corría el riesgo de morir de apoplejía.
Hasta fechas recientes, las malformaciones arteriovenosas en el cerebro solo se podían tratar con cirugía cruenta, retirando el cuero cabelludo, abriendo el cráneo y maniobrando entre una delicada maraña de nervios y tejidos para llegar a la lesión. Según los informes clínicos, en 1995 hubo complicaciones en el 12% de estas operaciones.
Los padres de Christine optaron por el empleo del bisturí de rayos gamma, en vez del convencional. El nombre es un tanto engañoso, pues no se trata de un escalpelo, sino de un instrumento que dirige, a través del cráneo intacto y con enorme precisión, 201 rayos de radiación. Aunque un solo rayo es demasiado débil para dañar el tejido en el que penetra, los 201 rayos se apuntan con suma exactitud para que converjan en el punto de la lesión y descarguen una elevada dosis de radiación.
Hay estudios que demuestran que la utilización de este aparato es rentable, y comporta un número de infecciones postoperatorias bastante menor que la neurocirugía convencional. Ahora bien, ¿cómo se utiliza?
Los cuatro pasos de la radiocirugía
La radiocirugía con el bisturí de rayos gamma comprende cuatro pasos esenciales. Primero, se ajusta a la cabeza del paciente un armazón ligero que lo inmoviliza durante el tratamiento. Luego se traza un “mapa” del cerebro con una TAC, una resonancia magnética nuclear (RMN) o una angiografía. Después se transfieren las imágenes del cerebro a un sistema informatizado de planificación del tratamiento, que aísla el blanco y determina sus coordenadas.
Por último, viene el tratamiento. La cabeza se introduce en un casco que tiene 201 orificios, por los que se emiten los rayos gamma. ¿Cuánto toma el tratamiento? Solo de quince a cuarenta y cinco minutos, durante los cuales el paciente está levemente sedado y no siente dolor.
Una vez acabado, el paciente permanece en observación en el hospital, y por lo general recibe el alta a la mañana siguiente. Así le ocurrió a Christine, mencionada al principio del artículo. Se le aplicó el tratamiento el jueves, obtuvo el alta el viernes y el lunes ya estaba de vuelta en la escuela.
¿Qué le ocurre a la MAV?
La radiocirugía no destruye literalmente la malformación arteriovenosa. Más bien, induce la multiplicación celular en las membranas de los vasos, lo que va impidiendo que la sangre fluya a la zona afectada. De este modo, en un plazo de uno o dos años quedan obstruidos los vasos defectuosos, con la consiguiente reducción de la malformación arteriovenosa, que acaba disolviéndose en el cuerpo.
Con el bisturí de rayos gamma también se han tratado tumores malignos pequeños de límites bien definidos, así como tumores metastáticos, que se difunden al cerebro desde un cáncer ubicado en otras partes del cuerpo. Además, los resultados han sido prometedores en el caso de la neuralgia del trigémino (dolorosa afección del nervio facial), la epilepsia, la enfermedad de Parkinson y algunos dolores persistentes.
Por supuesto, aún hay tumores cerebrales y afecciones que no ceden ante el bisturí de rayos gamma. Está por verse si los avances neuroquirúrgicos aportarán tratamientos más efectivos. Entretanto, la radiocirugía con el bisturí de rayos gamma brinda esperanza a muchos afectados de tumores.
[Nota]
a La tomografía axial computarizada es una radiografía de alguna parte del cuerpo seriada por planos paralelos.
[Recuadro de la página 21]
La evolución de la radiocirugía
Hace medio siglo, el neurocirujano Lars Leksell y el biofísico Börje Larsson inventaron el bisturí de rayos gamma. El primero descubrió que bastaba con una sola dosis intensa de radiación, para disgregar lesiones cerebrales profundas sin necesidad de realizar incisiones, evitando así hemorragias e infecciones.
Leksell denominó la nueva técnica radiocirugía estereotáctica. Por fin disponían los médicos de un medio para tratar áreas del cerebro hasta entonces inaccesibles, sin tener que maniobrar a través de una maraña de delicados nervios y tejidos. Pero la aplicación del innovador método se demoró muchos años, hasta que se dispuso de los sistemas modernos de obtención de imágenes, como la tomografía axial computarizada y la resonancia magnética nuclear, que indican con precisión a dónde debe apuntar la radiación el cirujano. El primer bisturí de rayos gamma se instaló en Estocolmo en 1968.
[Ilustraciones de la página 20]
LOS CUATRO PASOS DE LA RADIOCIRUGÍA CON EL BISTURÍ DE RAYOS GAMMA
1. Ajuste del armazón
2. Toma de imágenes del cerebro
3. Planificación del tratamiento con la ayuda de imágenes computarizadas
4. Tratamiento
[Reconocimiento]
Imágenes por cortesía de Elekta Instruments, Inc., fabricantes del Gamma Knife®