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  • ¡Despertad! 1998
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El punto de vista bíblico

¿Desaconseja la Biblia la educación?

“SOLAMENTE LOS IGNORANTES DESPRECIAN LA EDUCACIÓN.”—Publilio Siro, Máximas morales, siglo I a.E.C.

LA BIBLIA nos insta a “[salvaguardar] la sabiduría práctica y la capacidad de pensar” (Proverbios 3:21). Jehová, el Dios de conocimiento, quiere que sus adoradores sean personas instruidas (1 Samuel 2:3; Proverbios 1:5, 22). No obstante, hay ciertas declaraciones en la Biblia que pudieran suscitar interrogantes. Por ejemplo, Pablo escribió lo siguiente con referencia a los objetivos que había perseguido antes, entre ellos la educación superior: “Todo lo considero basura” (Filipenses 3:3-8, Versión Popular). En otra carta inspirada, afirmó: “La sabiduría de este mundo es necedad para con Dios” (1 Corintios 3:19).

¿Indica eso que la Biblia desaconseja la educación? ¿Cuánta instrucción seglar debe adquirir un cristiano? ¿Basta con el mínimo que exige la ley, o debería procurarse formación suplementaria?

La educación en el siglo primero

Los cristianos del siglo primero procedían de niveles culturales muy variados. Ciertos hombres prominentes consideraban a los apóstoles galileos Pedro y Juan como “hombres iletrados y del vulgo” (Hechos 4:5, 6, 13). ¿Significaba aquello que eran analfabetos o que carecían de instrucción? No. Simplemente quería decir que no se habían formado en las escuelas hebreas de educación superior de Jerusalén. Los escritos de estos dos grandes exponentes del cristianismo atestiguaron más tarde que eran hombres instruidos, inteligentes, capaces de exponer las Escrituras con lucidez. Su educación les había preparado para cubrir las necesidades materiales de su familia. Eran socios en una empresa pesquera obviamente lucrativa (Marcos 1:16-21; Lucas 5:7, 10).

Por otro lado, Lucas, el discípulo que escribió uno de los Evangelios así como el libro de Hechos, recibió una educación más avanzada. Era médico (Colosenses 4:14). Su formación como tal confiere a sus escritos inspirados un tono distintivo (Lucas 4:38; 5:12; Hechos 28:8).

Antes de hacerse cristiano, el apóstol Pablo estudió la ley judía bajo la tutela de Gamaliel, uno de los eruditos más brillantes de la época (Hechos 22:3). Los estudios que realizó podrían compararse a una carrera universitaria de la actualidad. En la sociedad judía también se consideraba honroso el que los jóvenes aprendieran un oficio, aun si en años posteriores cursaban estudios superiores. Por lo visto, Pablo aprendió a fabricar tiendas durante su juventud, lo cual le permitió ganarse el sustento mientras ejercía su ministerio de tiempo completo.

No obstante, Pablo reconoció que, frente al valor incomparable del conocimiento de Dios, la educación seglar, aunque necesaria, es de valor limitado. Por consiguiente, la Biblia señala que lo más importante es adquirir conocimiento de Dios y de Cristo. Los cristianos de hoy hacen bien en adoptar este enfoque realista de la educación seglar (Proverbios 2:1-5; Juan 17:3; Colosenses 2:3).

Debe sopesarse el asunto cuidadosamente

Algunos cristianos han comprobado que la educación suplementaria, se trate de cursos académicos o de formación profesional, les ha ayudado a cubrir las necesidades materiales de su familia. Como ‘proveer para los suyos’ es un deber sagrado, prepararse adecuadamente para ello es muestra de sabiduría práctica (1 Timoteo 5:8).

Sin embargo, aquellos que consideran necesario tener más estudios que los básicos para poder cumplir con esta responsabilidad, deben sopesar tanto las ventajas como las desventajas. Una posible ventaja es la de estar preparados para conseguir un empleo que les permita mantenerse a sí mismos y a su familia de manera apropiada y tener una participación activa en el ministerio cristiano. Además, tal vez estarían en condiciones de brindar ayuda material a otras personas, ‘teniendo algo que distribuir a alguien que tenga necesidad’ (Efesios 4:28).

¿Cuáles podrían ser algunas desventajas? Entre otras cosas, exponerse a enseñanzas que debilitan la fe en Dios y en la Biblia. Pablo aconsejó a los cristianos a ser cautelosos en cuanto al “falsamente llamado ‘conocimiento’” y a “la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres” (1 Timoteo 6:20, 21; Colosenses 2:8). Es innegable que algunos tipos de educación pueden ser perjudiciales para la fe de un cristiano. Quienes piensan en adquirir preparación adicional o seguir estudios suplementarios, deben ser conscientes del riesgo que constituyen tales influencias nocivas.

Moisés, quien fue “instruido en toda la sabiduría de los egipcios”, mantuvo una fe firme a pesar de que su educación probablemente incluyó enseñanzas politeístas que deshonraban a Dios (Hechos 7:22). Así mismo, los cristianos de la actualidad tienen cuidado de no sucumbir ante las influencias malsanas del ambiente que los rodea.

Otro peligro que puede encerrar la educación suplementaria es que el conocimiento hincha, es decir, produce engreimiento (1 Corintios 8:1). Muchas personas procuran adquirir conocimiento mediante la educación por razones egoístas, y aun el conocimiento que se obtiene con buenos motivos puede producir sentimientos de superioridad y presunción. Tales actitudes desagradan a Dios (Proverbios 8:13).

Recuerde a los fariseos. Los miembros de esta prominente secta religiosa se enorgullecían de su erudición y supuesta rectitud. Estaban versados en la vasta colección de tradiciones rabínicas y menospreciaban a la gente común, que era menos instruida, considerándola ignorante, despreciable y hasta maldita (Juan 7:49). Además de eso, amaban el dinero (Lucas 16:14). Su ejemplo demuestra que cuando la educación se adquiere con los motivos incorrectos, puede convertir a una persona en orgullosa o en amadora del dinero. Por eso, al escoger la clase y cantidad de educación que desea, el cristiano hará bien en preguntarse: “¿Cuáles son mis motivos?”.

Una decisión personal

Tal como en el siglo primero, los cristianos de hoy proceden de diversos niveles culturales. Con la guía de sus padres, los jóvenes que terminan la enseñanza escolar obligatoria pudieran optar por una formación seglar suplementaria. Así mismo, los adultos que deseen proporcionar mayor seguridad económica a su familia pudieran considerar la instrucción suplementaria como un medio viable para alcanzar ese fin.a Algunos campos de la educación académica tradicional se concentran más en desarrollar la capacidad intelectual general que en enseñar una profesión o un oficio. Por consiguiente, la persona pudiera descubrir que, a pesar de haber invertido mucho tiempo en su educación, carece de habilidades que se coticen. Por esta razón, algunos prefieren estudiar en escuelas de oficios o en colegios técnicos a fin de estar mejor preparados para corresponder a las demandas del mercado laboral.

En todo caso, estas son decisiones personales. Los cristianos no deben criticarse ni juzgarse unos a otros sobre este asunto. Santiago escribió: “¿Quién eres, para que estés juzgando a tu prójimo?” (Santiago 4:12). Si un cristiano piensa cursar estudios suplementarios, haría bien en examinar sus propios motivos para estar seguro de no hacerlo por intereses egoístas o materialistas.

Está claro que la Biblia recomienda un enfoque equilibrado de la educación. Los padres cristianos son conscientes del incomparable valor de una educación espiritual basada en la Palabra inspirada de Dios y dan a sus hijos consejo equilibrado en lo que toca a la educación suplementaria (2 Timoteo 3:16). Porque enfrentan la vida con realismo, reconocen la importancia de la educación seglar para que sus hijos adquieran la preparación que, cuando llegue el momento, les permita ganar el sustento para sí mismos y para su familia. Por lo tanto, al decidir si debe obtener educación suplementaria y de qué tipo será esta, cada cristiano puede tomar su propia decisión sensata basada en la devoción a Jehová Dios, la cual “es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir” (1 Timoteo 4:8).

[Nota]

a Si se desea obtener información más detallada sobre este tema, véase La Atalaya del 1 de noviembre de 1992, páginas 10-21, y el folleto Los testigos de Jehová y la educación, editados por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Comentario de la página 20]

“Salvaguarda la sabiduría práctica y la capacidad de pensar.” (Proverbios 3:21.)

[Comentario de la página 21]

Al decidir si debe adquirir educación suplementaria, el cristiano hará bien en preguntarse: “¿Cuáles son mis motivos?”

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