Los misteriosos dólmenes: motivos, fechas y técnicas
De nuestro corresponsal en los Países Bajos
“¿QUÉ es exactamente un dolmen?”, cabría preguntarse. Se trata de un monumento prehistórico, consistente en una piedra horizontal sostenida por dos o más bloques verticales, que suelen formar una cámara, por lo general funeraria. Los dólmenes se encuentran predominantemente en la Europa occidental, septentrional y meridional.
Estas estructuras a menudo ocupan hermosos parajes en el caso de la provincia holandesa de Drenthe, de la que el célebre pintor Vincent van Gogh dijo en una carta: ‘Es tan bella que preferiría no haberla visto si no pudiera quedarme aquí para siempre’. Allí, los amantes de la naturaleza y la arqueología satisfacen con creces sus ansias cuando visitan los dólmenes.
Ahora bien, ¿por qué deberían interesarnos estas antiguas construcciones? Primero, para saciar la curiosidad, al enterarnos de por qué se tomaron los antiguos pueblos el enorme trabajo de mover, tallar y alzar piedras ciclópeas —a veces de toneladas— y sin grúas modernas. ¿Qué sabemos, pues, de los dólmenes?
Monumentos megalíticos
El dolmen es un monumento megalítico (de megalito, helenismo que significa “piedra grande”), al igual que otros que quizás conozcamos, como el menhir (del bretón “piedra larga”) francés o la balear taula (“mesa”) menorquina: la enorme T formada por una gran piedra horizontal apoyada sobre un bloque vertical.
Aun hoy despierta intrigas Stonehenge, círculo de colosales piedras de hasta 50 toneladas. Se acarrearon unos ochenta pilares de piedra azulada por más de 300 kilómetros desde las montañas Preseli, en Gales, hasta Inglaterra. El libro Mysteries of Mankind—Earth’s Unexplained Landmarks (Misterios de la humanidad: los monumentos inexplicables de la Tierra), de la National Geographic Society, dice: “Los doctos conjeturan que el monumento [de Stonehenge] [...] era un templo que quizás reflejaba los eternos movimientos cíclicos del Sol, la Luna y las estrellas, pero poco más”.
En su estado actual, los dólmenes son esqueletos de túmulos, en los que las gigantescas rocas quedaban ocultas bajo un montículo de arena o tierra. Los hallazgos revelan que eran enterramientos colectivos. En uno de ellos hay indicios de que hubo más de cien difuntos: todo un cementerio.
En los Países Bajos se conservan 53 dólmenes, 52 de ellos en Drenthe. Cabe destacar que su disposición no es caprichosa; la mayoría están orientados de este a oeste y tienen la entrada por el sur, quizás como reflejo de las posiciones del Sol a lo largo de las estaciones. Los antiguos construyeron los dólmenes con bloques verticales de apoyo y grandes piedras de tapa, con los intersticios cerrados por fragmentos de roca, y el suelo empedrado. El mayor dolmen neerlandés, cercano al pueblo de Borger, tiene una longitud de 22 metros y consta de 47 bloques. Una de sus piedras de coronamiento mide 3 metros de largo y pesa 20 toneladas. Todo ello suscita varios interrogantes.
Fechas, autores, técnicas y motivos de la construcción
Estos datos son inciertos, pues carecemos de testimonios escritos sobre la Europa de aquel entonces. De ahí que sea atinado calificar a los dólmenes de monumentos misteriosos. Ahora bien, ¿qué sabemos, o al menos, qué se afirma, de ellos?
En 1660, el “reverendo” Picardt, de la pequeña ciudad de Coevorden (Drenthe) dedujo que los habían erigido gigantes. Con el tiempo, las autoridades locales se interesaron en estas sepulturas. Dado que se utilizaban sus bloques para reforzar diques y construir iglesias y viviendas, el 21 de julio de 1734 la Administración Paisajística de Drenthe publicó una ley que protegía los dólmenes.
La primera vez que los expertos examinaron a fondo varios dólmenes fue en 1912. Desde entonces se han hallado fragmentos cerámicos, utensilios (cabezas de hacha de pedernal y puntas de flecha) y ornamentos —como cuentas de ámbar— pero pocos restos óseos, pues estos se conservan mal en el suelo arenoso. A veces se han encontrado trozos de hasta seiscientos recipientes en un solo dolmen. Suponiendo que a cada difunto le correspondieran dos o tres vasijas de comida, este enterramiento debe de haber acogido a un buen número de cadáveres.
Algunos científicos afirman que los dólmenes se construyeron con rocas erráticas, arrastradas desde Escandinavia por los glaciares durante una edad de hielo primitiva. Señalan que los edificaron pueblos agropecuarios de la “cultura de los vasos en embudo”, llamada así por la forma de la cerámica que la caracterizaba.
Según una teoría, empleaban el siguiente método de construcción: “Probablemente colocaban las grandes piedras sobre rodillos de madera y las arrastraban con la ayuda de tiras de cuero. Es de suponer que construían un terraplén de arena y barro para colocar en su sitio las piedras de tapa”. No obstante, nadie sabe con certeza la técnica empleada. ¿Por qué no enterraban como nosotros a los muertos? ¿Qué nociones tenían sobre la vida de ultratumba? ¿Por qué depositaban objetos en las sepulturas? Los investigadores solo pueden ofrecer conjeturas. Dado que los dólmenes son antiquísimos, no es posible especificar las fechas, los autores, los motivos ni las técnicas utilizadas.
Cuando los muertos resuciten al tiempo estipulado por Dios, podrán aportar algunos de estos datos (Juan 5:28; Hechos 24:15). Los edificadores de dólmenes tal vez revelen por fin cuándo vivieron, quiénes fueron, por qué construyeron estos impresionantes monumentos y cómo lo hicieron.
[Ilustraciones de la página 25]
Taula de Menorca (España)
Dolmen próximo a Havelte (Países Bajos)
[Ilustraciones de las páginas 26 y 27]
Stonehenge (Gran Bretaña)
Abajo: El Gran Dolmen próximo a Borger (Países Bajos)
Reconstrucción del dolmen cercano al pueblo de Schoonoord (Países Bajos); muestra el túmulo con las piedras destapadas
Tumba alargada de Emmen (Schimmeres, Países Bajos)