¡Mis abejas los incubaron!
VIVO en una pequeña granja del norte de Suecia. Hace poco, cuando dos de mis gallinas empezaron a incubar huevos, presté atención a su comportamiento. Dos días después de que los primeros pollitos salieron del cascarón, algunos de ellos fueron a dar un paseo y pasaron al lado de la otra gallina. Esta, suponiendo que eran suyos, se levantó de inmediato, abandonó sus huevos y comenzó a reunir a los pollitos debajo de sí. A estos no parecía importarles cuál de las gallinas los cuidaba.
Intenté que la gallina devolviera los pollitos “robados” y continuara incubando sus propios huevos, pero fue en vano. Cuando ya estaba a punto de tirar a la basura los huevos abandonados, me detuve y pensé: “Tal vez aún haya vida dentro de ellos”. Entonces se me ocurrió una idea.
Una colonia grande de abejas mantiene en su colmena una temperatura constante de unos 34 °C. Así que tomé los huevos y los deposité en un lecho de algodón sobre la cámara de incubación dentro de una de mis colmenas. A continuación coloqué cerca de ellos dos tazas de agua para mantener húmedo el “nido”. Tal como hacen las gallinas cluecas, les daba la vuelta diariamente.
Después de algunos días, oí un inconfundible piar que salía de varios de los huevos. Poco después, un pequeño pollito mojado rompió el cascarón y salió de él. Inmediatamente lo tomé y lo puse debajo de la gallina que había abandonado sus huevos. Afortunadamente, lo aceptó. Al poco rato, tenía una nidada de doce pequeños y aterciopelados pollitos que cuidar, gracias a las laboriosas abejas.—Colaboración.
[Reconocimiento de la página 31]
Todas las fotografías: Foto, Roland Berggren, Västerbottens-Kuriren, Sverige