La cirugía sin sangre: se reconocen sus beneficios
EN 1996, el Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra publicó un folleto titulado Code of Practice for the Surgical Management of Jehovah’s Witnesses (Código de práctica para las intervenciones quirúrgicas a testigos de Jehová), en el que se señala: “Debido a los peligros que encierran las transfusiones de sangre, conviene buscar medidas alternativas siempre que sea posible”.
La publicación AHA NEWS, de la Asociación de Hospitales de Estados Unidos, también analizó las razones de que cada vez gocen de más reconocimiento los beneficios de la cirugía sin sangre. “Lo que empezó como una convicción religiosa está convirtiéndose en una preferencia médica y en tecnología avanzada —señaló el semanario—. La medicina y la cirugía sin sangre, impulsadas en parte por las doctrinas de los testigos de Jehová, ya no se limitan a atender las necesidades de un grupo religioso; más bien, están estableciéndose en los quirófanos de la nación entera.”
El suplemento de otoño de 1997 de la revista Time publicó un artículo que explicaba por qué en la actualidad promueven muchos médicos la cirugía sin sangre. “El temor al sida es solo una de las razones”, señaló el artículo. Informó en particular de las labores que realiza el Instituto para el Avance de la Medicina y la Cirugía sin Sangre del Hospital de Englewood (Nueva Jersey, E.U.A.).
Time indicó: “Actualmente, el instituto está a la cabeza de los más de cincuenta hospitales de Estados Unidos que realizan intervenciones quirúrgicas sin sangre. A pesar de que nunca utilizan sangre de donantes, realizan todo tipo de operaciones que normalmente incluirían transfusiones, y emplean técnicas que reducen mucho o eliminan casi por completo la pérdida de sangre”.
Eficaces y seguras
El artículo de Time relató en su introducción la experiencia de Henry Jackson, quien sufrió hemorragias internas generalizadas que le hicieron perder el 90% de la sangre y le bajaron el nivel de hemoglobina a apenas 1,7 gramos por decilitro, poniendo su vida en grave peligro. Se le trasladó al hospital de Englewood desde otro hospital de Nueva Jersey, donde se negaban a tratarlo sin transfusiones de sangre.
En las instalaciones de Englewood, bajo los cuidados del doctor Aryeh Shander, recibió “altas dosis de hierro y vitaminas y ‘cantidades industriales’ de eritropoyetina sintética, hormona que estimula la médula espinal para que produzca glóbulos rojos. También se le administraron por vía intravenosa fluidos destinados a revitalizar la débil circulación sanguínea que le quedaba”.
Time informó que unos días después “llamaron del primer hospital para preguntar si había fallecido Jackson. Sin disimular su satisfacción, el doctor Shander respondió: ‘No solo no ha muerto, sino que está listo para que lo demos de alta, y pronto reanudará sus actividades habituales’”.
En una entrevista televisiva que tuvo lugar el 28 de noviembre de 1997, el doctor Edwin Deitch, director médico del programa de cirugía sin sangre del Hospital Universitario de Newark (Nueva Jersey), relató cómo habían cobrado impulso las investigaciones sobre este tipo de cirugía: “Los testigos de Jehová [...] buscaron con mucho empeño cirujanos dispuestos a operar sin sangre. El resultado de algunas de esas intervenciones fue mejor de lo esperado, mejor que en el caso de los pacientes que habían recibido sangre”.
El doctor Deitch añadió: “La sangre puede debilitar el sistema inmunológico y desencadenar infecciones postoperatorias. También puede aumentar el riesgo de reaparición del cáncer, de modo que, aunque hayan resultado útiles las transfusiones en algunas situaciones, tienen un lado negativo”. Refiriéndose a la cirugía sin sangre, el doctor Deitch dijo: “Permite una recuperación más rápida y con menos complicaciones, y cuesta menos. Por eso, sin importar desde qué ángulo se mire, es la mejor opción”.
Por lo tanto, indicó Time, “cada vez más pacientes reclaman alternativas más seguras y eficaces que las transfusiones”. La revista informó además: “Se calcula que el 25% de las transfusiones realizadas en Estados Unidos son innecesarias. También hay indicios de que los pacientes no pueden soportar niveles de hemoglobina tan elevados como se pensaba, y que especialmente los jóvenes tienen reservas de sangre. [...] [El doctor Shander] está convencido de que a la mayoría de los pacientes les conviene evitar la sangre”.
Aunque las enfermedades que se contraen mediante transfusiones de sangre constituyen una grave amenaza, no son el único peligro. “Una vez almacenada y refrigerada, la sangre tiene una menor capacidad de transportar oxígeno, —señaló el doctor Shander—. Apenas estamos empezando a entender lo que realmente sucede cuando se administra una transfusión.”
“Fundamental para reducir costos”
“Por último —finalizó Time—, está el tema del costo: entre los cerca de 500 dólares por transfusión y los gastos administrativos, la factura total viene a ser de entre 1.000 y 2.000 millones de dólares por año, motivo más que suficiente para buscar alternativas.” El elevado costo de las transfusiones de sangre parece ser una de las principales razones del aumento de la demanda de operaciones sin sangre.
Sharon Vernon, directora del Centro de Medicina y Cirugía sin Sangre del St. Vincent Charity Hospital, de Cleveland (Ohio, E.U.A.), dijo lo siguiente acerca de los tratamientos sin sangre: “Son cada vez más frecuentes porque los médicos han empezado a reconocer que la medicina sin sangre es fundamental para reducir costos. Hemos comprobado que hasta compañías de seguros que normalmente no trabajan con nosotros nos envían pacientes, porque así se ahorran gastos”.
Es obvio, pues, que la cirugía sin sangre va ganando adeptos en el mundo de la medicina, y que lo hace por diversas razones.
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VEREDICTOS RECIENTES
En noviembre y diciembre de 1997 se dictaron en el estado de Illinois (E.U.A.) dos importantes sentencias. En la primera, Mary Jones, testigo de Jehová, recibió una indemnización de 150.000 dólares por daños y perjuicios, pues en 1993 se le habían administrado dos unidades de sangre a pesar de su clara objeción a este tipo de tratamiento. Es la mayor cantidad de dinero otorgada a un Testigo en compensación por el daño emocional sufrido a causa de una transfusión de sangre no deseada.
El segundo caso tuvo que ver con la Testigo Darlene Brown, quien entonces estaba embarazada. Le administraron una transfusión a la fuerza para salvar el feto de 34 semanas. El 31 de diciembre de 1997, el Tribunal de Apelaciones de Illinois explicó su fallo diciendo que “la transfusión de sangre es un procedimiento médico invasivo que quebranta la integridad física de un adulto competente”. El tribunal resumió su decisión diciendo que “la ley de este estado [...] no nos permite obligar por ley a una embarazada a aceptar un procedimiento médico invasivo”.
El 9 de febrero de 1998, el Tribunal Supremo de Tokio revocó la sentencia de un tribunal menor, que había otorgado a un médico el derecho de administrar una transfusión de sangre a Misae Takeda durante una intervención quirúrgica realizada en 1992. El Tribunal Supremo declaró que “se debe respetar el derecho del paciente de elegir tratamiento. Fue ilegal administrar una transfusión de sangre”. Misae Takeda recibió una indemnización de 550.000 yenes (4.200 dólares) por daños y perjuicios.