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  • ¡Despertad! 1998
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¡Despertad! 1998
g98 8/11 págs. 8-9

Sida: ¿qué esperanza hay para el futuro?

APARTE de la falta de medicamentos para curar o prevenir la infección con el VIH, hay otros factores que dificultan la lucha contra el sida. Uno de ellos es que muchas personas prefieren correr el riesgo de infectarse antes que cambiar su forma de vida. En Estados Unidos, por ejemplo, ha descendido el número de personas que han desarrollado sida con todas sus manifestaciones, pero el índice de infectados ha permanecido constante. Según la agencia de noticias Associated Press, la razón es que “muchas personas no hacen caso de las advertencias sobre prevención”.

En las naciones en vías de desarrollo, donde se dice que viven el 93% de los infectados con el VIH, hay otros problemas para combatir el sida. Muchas de esas naciones son demasiado pobres para siquiera prestar los servicios sanitarios básicos. Aunque en dichos países se pudiera acceder a los nuevos fármacos, lo cual no es posible en la mayoría de ellos, el precio de un año de tratamiento sería superior a lo que muchos de sus habitantes ganan en toda su vida.

Ahora bien, imaginémonos que se descubriera un fármaco nuevo y barato que realmente pudiera curar la enfermedad. ¿Llegaría a todos los que lo necesitan? Probablemente no. Según datos del UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), todos los años mueren unos cuatro millones de niños a causa de cinco enfermedades que pueden evitarse con vacunas baratas que ya existen.

¿Y qué hay de los infectados que viven en los países donde no les es posible conseguir fármacos para el tratamiento? Ruth Mota, de Programas de Salud Internacionales, con sede en Santa Cruz (California, E.U.A.), ha ayudado a organizar programas de prevención contra el VIH y de cuidado de los afectados en decenas de países en desarrollo. Ella dice: “Según mi experiencia, una actitud positiva es tan importante como el acceso a la medicación. Conozco a personas que han vivido con el VIH entre diez y quince años, y que nunca se han medicado. Los fármacos son beneficiosos, pero la curación implica mucho más que introducir sustancias químicas en el organismo. Abarca actitud, ayuda social, espiritualidad y nutrición”.

Habrá una solución

¿Hay razón para creer que algún día se erradicará el sida? Sí, la hay. La mejor esperanza se encuentra en las palabras del padrenuestro. En esa oración, recogida en el libro bíblico de Mateo, rogamos que se haga la voluntad de Dios en la Tierra como se hace en el cielo (Mateo 6:9, 10). No es la voluntad de Dios que el ser humano padezca enfermedades permanentemente. Dios contestará esa oración. Y al hacerlo, no solo pondrá fin al sida, sino a todas las demás enfermedades que plagan a la humanidad. Entonces, “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24).

Entretanto, la mejor estrategia es prevenir la infección. Para muchas enfermedades hay dos opciones: prevenirlas o tratar de curarlas. En el caso del sida, la segunda opción no existe. Es posible prevenirlo, pero de momento no se puede curar. ¿Por qué correr riesgos que pongan en peligro su vida? Obviamente, vale más prevenir que no poder curar.

[Comentario de la página 9]

“La curación implica mucho más que introducir sustancias químicas en el organismo. Abarca actitud, ayuda social, espiritualidad y nutrición.”—Ruth Mota

[Ilustración y recuadro de la página 9]

“La congregación fue maravillosa”

El apóstol Pablo instó a sus hermanos cristianos a reaccionar de la siguiente manera: “Obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe” (Gálatas 6:10). La madre de Karen, mencionada en el primer artículo, nos cuenta cómo respondieron los testigos de Jehová de la congregación de Karen y Bill cuando se enteraron de que ambos eran seropositivos: “La congregación fue maravillosa. Cuando Bill contrajo pulmonía, Karen también estaba enferma y se le hacía muy difícil atenderle y cuidar además a los niños. Los hermanos les limpiaron la casa, les repararon el auto y les lavaron la ropa. Les ayudaron a solucionar ciertos asuntos legales y a trasladarse a otra casa. Les hicieron la compra y la comida. Fue un verdadero derroche de ayuda emocional, espiritual y material”.

[Ilustración de la página 8]

La fidelidad marital puede proteger contra el VIH

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