¿Quién limpiará la Tierra?
“YO PRONOSTICO que para el año 2025 la palabra ‘contaminación’ casi habrá desaparecido del vocabulario de nuestra nación en lo que a nuestra industria se refiere”, dijo recientemente el presidente de una compañía de productos químicos. ¿Cree usted que se cumplirá su predicción? En caso afirmativo, ¿cómo se realizará?
Normalmente, la causa de que se promuevan productos peligrosos es el deseo de lucro. Por ejemplo, las leyes que defienden el secreto profesional permiten que la industria de los pesticidas mantenga en secreto ciertas fórmulas rentables clasificando sus ingredientes de “inertes”, término que fácilmente se puede interpretar como “inocuo”. Sin embargo, “se han utilizado en pesticidas activos por lo menos 394 ingredientes inertes”, informa la revista Chemical Week. De dichos ingredientes, 209 son contaminantes peligrosos, 21 están catalogados oficialmente como cancerígenos y 127 como riesgos ocupacionales.
Es cierto que los controles oficiales de seguridad han resultado útiles muchas veces. Pero, según cierto escritor, a los gobiernos les han importado más las necesidades de “crecimiento económico y rentabilidad industrial”. Por eso siempre tratan de mantener el equilibrio entre los riesgos y los beneficios, y la consecuencia es básicamente una “contaminación regulada”.
¿A quién podemos recurrir en busca de soluciones? Una testigo de Jehová planteó esta pregunta a una amigable ama de casa. Tras manifestar su confianza en los políticos y los científicos, ella respondió: “Ellos lo arreglarán todo algún día”.
“Pero ¿quiénes son ellos? —preguntó la Testigo—. ¿Acaso no son personas como usted y como yo? Aunque quizás sean más cultos, tienen sus limitaciones, sus debilidades. Cometen errores.” A eso hay que añadir la enormidad de los problemas que afrontan, así como la codicia y corrupción de la sociedad humana.
¿Cree usted también que ellos arreglarán las cosas? La larga historia de fracasos humanos en este campo no inspira mucha confianza. La revista Outdoor Life dijo: “A los científicos y sus organismos se les da infinitamente mejor estudiar los problemas de la contaminación que solucionarlos”. ¿Qué posibilidades hay de que el hombre pueda solucionar este grave problema?
¿Puede el hombre hacerlo por sí solo?
Controlar la contaminación química no es un problema exclusivo de alguna nación. Las sustancias químicas utilizadas en un país afectan a la gente de los países vecinos, y hasta del mundo entero. Y los hombres no han podido colaborar entre sí para resolver tales problemas mundiales. La Biblia ya decía que “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9). ¿Por qué no pueden los hombres gobernarse a sí mismos? De nuevo, la Biblia explica: “No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso” (Jeremías 10:23). ¿Qué significan esas palabras?
Significan que nunca se pretendió que el ser humano se gobernase a sí mismo sin seguir la dirección de Dios. Nadie niega que el hombre ha realizado cosas extraordinarias —ha construido magníficas residencias, ha fabricado ingeniosos artilugios, y hasta ha ido a la Luna—, pero no puede gobernarse sin la guía divina. Eso es lo que la Biblia enseña, y la historia corrobora que es cierto.
¿Cómo se limpiará la Tierra?
Nuestro Creador, Jehová Dios, siempre se ha interesado por el hombre y por este planeta, el cual preparó para que fuese habitado. Tras crear a los primeros seres humanos, Dios les dijo que cuidaran la Tierra y la vida que en ella existía (Génesis 1:27, 28; 2:15). Más adelante, después de que la primera pareja humana desobedeció sus instrucciones, Dios mandó a la antigua nación de Israel que cuidase la tierra, e incluso que cada siete años la dejase un año entero en barbecho para que pudiera regenerarse (Éxodo 23:11; Levítico 25:4-6). Pero los israelitas, por avaricia, desobedecieron a Dios, y tanto ellos como su tierra sufrieron las consecuencias.
Por supuesto, en aquel entonces no era posible que hubiera una contaminación química como la que tenemos hoy. No obstante, como los israelitas no dejaron reposar la tierra en conformidad con el propósito divino, esta quedó arruinada, y muchos inocentes sufrieron. Cuando Dios castigó a Israel permitiendo que los babilonios conquistaran la nación y se llevaran exiliados a Babilonia a sus habitantes durante setenta años, la tierra descansó y se recuperó (Levítico 26:27, 28, 34, 35, 43; 2 Crónicas 36:20, 21).
Esta historia nos enseña que Dios pide cuentas al hombre por su forma de tratar el medio ambiente (Romanos 15:4). De hecho, Dios promete que “[causará] la ruina de los que están arruinando la tierra” (Revelación [Apocalipsis] 11:18). Es significativo que la Biblia describe a la clase de personas que, de una manera u otra, están “arruinando” el planeta. Entre sus características predominantes, mencionadas en 2 Timoteo 3:1-5, está la de dar tanta importancia a sí mismos y al dinero que apenas se preocupan por Dios ni por su creación, incluida la humanidad.
Así que de estos dos textos bíblicos —2 Timoteo 3:1-5 y Revelación 11:18— sacamos dos conclusiones importantes. Una, que los pensamientos nocivos contaminan la mente y repercuten en la contaminación de la Tierra. Y la otra, que cuando ambos tipos de contaminación se encuentren en todo su apogeo, Dios intervendrá para salvar el planeta y a todos los que le temen. ¿Cómo lo hará?
Dios predijo mediante su profeta Daniel: “En los días de aquellos reyes [refiriéndose obviamente a los gobiernos actuales] el Dios del cielo establecerá un reino que [...] triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Daniel 2:44). Ese Reino es un auténtico gobierno mundial. Jesucristo enseñó a sus seguidores a pedir en oración dicho gobierno cuando dijo: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘Padre nuestro que estás en los cielos [...]. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra’” (Mateo 6:9, 10).
Bajo la amorosa supervisión del Reino de Dios, los habitantes de la Tierra gozarán del infinito privilegio de convertir el entero planeta en un paraíso. El aire estará limpio, por los ríos correrá agua pura y la tierra producirá en abundancia; no habrá nada ni nadie contaminado (Salmo 72:16; Isaías 35:1-10; Lucas 23:43). La Biblia promete que después, “las cosas anteriores [las enfermedades, el sufrimiento, la contaminación y los otros muchos males de hoy día] no serán recordadas, ni subirán al corazón” (Isaías 65:17).
[Ilustración de la página 10]
Una Tierra limpia, ¿vivirá usted para verla?