Marcas faciales: “carné de identidad” nigeriano en decadencia
De nuestro corresponsal en Nigeria
CIERTA mañana, a finales de los años sesenta, un niño de seis años llamado Danjuma abordó a su padre e insistió en que le practicara los cortes que los igalas ostentaban en el rostro con orgullo. Danjuma ya no podía soportar más la burla de sus condiscípulos por no tener marcas faciales. Aunque los igalas solían efectuar dichos cortes a los niños cuando eran de tierna edad, antes de que pudieran tener miedo del dolor, estos consideraban las marcas como una señal de valentía. Para ellos, los que no las tenían eran unos cobardes, incapaces de aguantar las cortaduras.
Hasta entonces, el padre de Danjuma se había resistido a hacerle a su hijo las marcas faciales. Pero aquella mañana, presionado por la determinación del niño por probar su valentía, tomó un cuchillo y le practicó tres profundos cortes horizontales en cada mejilla, justo por encima de las comisuras de los labios.
El padre de Danjuma sabía que el verdadero significado de los cortes guardaba poca relación con la valentía. Estos se convertirían más bien en cicatrices de identificación. Serían un “carné de identidad” permanente que no podría perderse ni falsificarse. Harían que sus parientes lo reconocieran de inmediato, y le permitirían acceder a los derechos y privilegios de un igala. Además, lo distinguirían de las más de doscientas cincuenta etnias de Nigeria.
La escarificación y la cicatrización, aunque no son exclusivas de África, tienen una larga historia en dicho continente. En el siglo V a. E.C., el historiador griego Heródoto escribió lo siguiente respecto a los carios que residían en Egipto: “Llegan a sajarse la frente con sus cuchillos y en ello se les nota que son extranjeros y no egipcios”. En las cabezas de bronce hechas en Ife (Nigeria) hace setecientos años, se observan líneas faciales que, según opinan muchos, constituyen marcas étnicas. También aparecen marcas faciales en las esculturas del antiguo reino de Benín, que comprendía parte de la actual Nigeria.
No todas las marcas faciales se hacen por motivos de identificación étnica. Algunas estaban relacionadas, y todavía lo están, con prácticas religiosas y espiritistas. Otras son un símbolo de alcurnia en las sociedades tradicionales. Y las hay que se consideran puramente estéticas.
Existe una gran variedad de marcas, y generalmente quienes se encargan de hacerlas son personas especialistas dentro de la comunidad. Algunas no son más que unos ligeros cortes cutáneos, mientras que otras son verdaderos tajos, ensanchados después con los dedos. A veces se aplica a la herida algún tinte autóctono para dar color a las marcas. Cada etnia tiene su diseño propio y exclusivo. Por ejemplo, una marca vertical en cada mejilla, tanto de un hombre como de una mujer, identifica a los ondos. Tres marcas horizontales en cada mejilla identifican a los oyos. A los entendidos en marcas les basta con dar un simple vistazo al rostro de alguien para saber a qué etnia, ciudad o hasta familia pertenece.
Actitudes encontradas
Tal como existe una gran variedad de marcas y de razones para ostentarlas, también varían las actitudes respecto a ellas. Muchos las llevan con orgullo. Un redactor del periódico Daily Times, de Nigeria, dijo: “Hay quienes consideran las marcas como una señal de patriotismo. Les hacen sentirse verdaderos hijos de sus antepasados”.
Así opina un nigeriano llamado Jimoh, el cual comentó: “Nunca me he sentido avergonzado de las marcas que me identifican como un oyo, pues muestran que soy un verdadero yoruba de la ciudad del Alafin”. Después añadió que en 1967, durante la guerra civil de Nigeria, sus marcas le salvaron la vida: “Invadieron la casa en la que vivía [...] y mataron a todos [los demás]. Pero al ver mis marcas faciales, los asesinos no me tocaron”.
Otros se resienten mucho de tenerlas. Tajudeen dijo lo siguiente respecto a sus marcas faciales: “Las detesto, y maldigo el día en que me las hicieron”. Y una adolescente elogia a su madre por no consentir que la marcasen de pequeña. Dice: “Si me hubieran hecho las marcas, pensaría en suicidarme”.
Cómo sobrellevar la burla
Si bien Danjuma, mencionado en la introducción, tuvo que soportar burlas por no tener marcas, generalmente sucede lo contrario. Hace más de cuarenta y cinco años, G. T. Basden escribió lo siguiente en su libro Niger Ibos: “La escarificación y el tatuaje están pasando de moda. Muchos jóvenes [...] se librarían con mucho gusto de [sus marcas]. Lo que es un orgullo cuando están entre los miembros de su propio clan se convierte en un oprobio, debido a las burlas y desprecios de que son objeto en otras partes del país”.
Estas palabras son muy ciertas hoy día. Ajai, licenciada en Psicología por la Universidad de Lagos, hizo pocos años atrás una tesis sobre las marcas faciales de Nigeria, y expuso: “En estos tiempos, por lo menos en ciudades como Lagos, los individuos con marcas faciales constituyen una minoría y tropiezan con personas que se burlan de ellos. Por ejemplo, es común oír a la gente referirse a alguien como el Coronel, y luego descubrir que no se trata de un miembro de las fuerzas armadas, sino que la cantidad de líneas en sus mejillas corresponde a la de galones en el uniforme de un coronel del ejército. A algunos les llaman el Tigre por las rayas de sus mejillas, o el Lágrimas perpetuas. [...] Imagínese el efecto que esto produce en la autoestima de la persona”.
Puede que las burlas más difíciles de aguantar sean las que se reciben en la escuela. Samuel era el único de la clase que tenía marcas faciales. Él relata: “En la escuela se burlaban mucho de mí. Mis compañeros me llamaban Vía del tren y el Chico de la vía del tren. Siempre se estaban mofando de mí y levantaban tres dedos. Me hacían sentir inferior”.
¿Cómo sobrellevó la situación? Samuel añade: “Un día, la mofa era tan intensa que fui a mi profesor de Biología y le pregunté si había alguna manera de eliminar las marcas. Él me respondió que podían quitarse con cirugía plástica, pero que no debía preocuparme, pues en Nigeria había miles de personas con marcas. Me dijo que los chicos se burlaban de mí porque no eran maduros, pero que cuando creciéramos se acabarían las mofas. También me dijo que las marcas no determinaban lo que yo era o llegaría a ser.
”Su explicación me hizo sentir mucho mejor, y mi resentimiento por las marcas desapareció. Ahora la gente apenas alude a ellas, y cuando las mencionan, me limito a sonreír. Mi relación con los demás no se ha visto perjudicada. La gente me respeta por lo que soy, no porque tenga marcas.”
Una tradición en decadencia
Debido a que las marcas se suelen realizar cuando el niño es pequeño, la mayoría de los nigerianos que llevan marcas étnicas en el rostro poco pudieron hacer para evitarlas. Sin embargo, cuando llegan a ser padres, deben decidir si marcarán o no a sus hijos.
Algunas personas optan por hacerlo. La revista Times International, de Lagos, dice que los que siguen dicha tradición lo hacen por varias razones: “Hay quienes todavía las consideran estéticas. Otros opinan que las marcas tribuales pueden ser útiles para determinar el origen del que las posee a fin de que se le muestre favor especial. Y una razón más es que permiten determinar la legitimidad de un hijo dentro del marco de la tradición”.
Hoy día, sin embargo, cada vez son más los padres para los que estas razones no son de suficiente peso. Incluso entre los que se sienten orgullosos de sus marcas, son comparativamente pocos los que exponen el rostro de sus hijos al cuchillo del cirujano de la tribu, particularmente en las ciudades. El dolor y el peligro de infección, así como el desdén y la discriminación que los niños pueden sufrir en años posteriores, son factores por los que muchos padres rehúsan hacerles marcas faciales a sus hijos.
Es evidente que la popularidad y la aceptación de que gozaban las marcas faciales está decayendo a pasos agigantados. Parece que en la Nigeria del futuro, el “carné de identidad” será algo que la gente llevará en la billetera, no en el rostro.
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Las marcas faciales distinguen a las etnias
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Las marcas faciales son una tradición en decadencia