Los jóvenes preguntan...
¿Por qué está mamá tan enferma?
El padre de Alejandro murió de cáncer.a Puesto que se le había enseñado la promesa bíblica de la resurrección, de alguna manera superó la pérdida. Pero cuando a su madre le diagnosticaron cáncer, la pesadilla comenzó de nuevo. La idea de perder a su otro progenitor le aterraba. ‘¿Por qué tiene que ser mi madre quien esté enferma?’, se preguntaba con amargura.
SEGÚN el doctor Leonard Felder, “más de sesenta millones de estadounidenses se [...] enfrentan a la enfermedad o discapacidad de un ser amado”. Felder agrega: “En un día normal, aproximadamente 1 de cada 4 trabajadores estadounidenses tiene la tarea adicional de atender a las necesidades de un padre enfermo” u otro ser querido. De modo que, si te encuentras en dicha situación, no eres el único. Pero ver a alguien amado caer enfermo asusta y es doloroso. ¿Cómo pudieras hacer frente a la situación?
¿Por qué ha enfermado?
Proverbios 15:13 dice: “A causa del dolor del corazón hay un espíritu herido”. Es normal que te invada una multitud de sentimientos si uno de tus padres enferma. Por ejemplo, quizás te sientas culpable de su mala salud. Tal vez las relaciones entre ustedes hayan sido un poco turbulentas y hayan tenido alguna que otra discusión acalorada. Ahora que está enfermo, crees que ha sido culpa tuya. Sin embargo, aunque las discusiones familiares pueden causar estrés, rara vez provocan una enfermedad grave. Hasta en los hogares cristianos donde reina el amor surgen tensiones y desacuerdos menores. Así que no tienes por qué cargar con la culpa, como si fueras el causante de los problemas de salud de tu padre o tu madre.
A fin de cuentas, su enfermedad se debe al pecado de nuestros primeros padres, Adán y Eva (Romanos 5:12). A causa de ese pecado original, “toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora” (Romanos 8:22).
Sentimientos dolorosos
Aun así, puede ser que estés preocupado y nervioso. La madre de Terri tiene lupus, una enfermedad de efectos devastadores. Terri reconoce: “Siempre que estoy fuera de casa tengo la preocupación de si mamá estará bien. Se me hace difícil concentrarme. Pero, como no quiero preocuparla, me guardo mis sentimientos”.
Proverbios 12:25 dice: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia”. La depresión es muy común entre los jóvenes que se encuentran en esta situación. Terri dice que se le partía el corazón al ver que su madre no podía efectuar tareas sencillas. El estrés aumenta por el hecho de que los jóvenes a menudo se ven obligados a asumir responsabilidades adicionales, especialmente si son mujeres. Según el profesor Bruce Compas, “a las muchachas se les carga con obligaciones familiares, como atender la casa y cuidar de sus hermanos pequeños, que van más allá de lo que pueden manejar y entorpecen su desarrollo normal en sentido social”. Algunos adolescentes se encierran en su propio mundo y escuchan música triste y deprimente (Proverbios 18:1).
También es común el temor a que muera el padre enfermo. Terri es hija única y su madre no tiene cónyuge, así que lloraba cada vez que su madre iba al hospital, pues temía que no regresara nunca. Ella dice: “Solo nos teníamos la una a la otra. No quería perder a mi mejor amiga”. Una adolescente llamada Martha también señaló: “Tengo 18 años, pero todavía me da miedo perder a mis padres. Sería un sentimiento de soledad terrible”. Otras reacciones frecuentes cuando un padre enferma son trastornos del sueño, pesadillas y trastornos alimentarios.
¿Qué puedes hacer?
Por difícil que parezca la situación ahora, puedes salir adelante. Empieza por exponer tus temores y preocupaciones a tus padres. ¿Es muy grave la enfermedad de tu padre o madre? ¿Cuántas probabilidades hay de que se recupere? ¿Qué medidas se han adoptado para cuidarte en caso de que no se restablezca? ¿Existe la posibilidad de que con el tiempo desarrolles una afección parecida? Aunque a los padres se les hace difícil hablar de estos asuntos, si les pides ayuda con calma y respeto, probablemente harán lo que esté a su alcance para auxiliarte y apoyarte.
Expresa también tus sentimientos positivos. Alejandro recuerda que no lo hizo cuando se enteró de que su madre se estaba muriendo de cáncer. Él explica: “No le dije lo mucho que la quería. Sabía que ella quería escucharlo de mí, pero, como cualquier adolescente, me sentía raro al expresarle esos sentimientos. Poco después murió, y me siento culpable porque no aproveché la oportunidad cuando la tuve. Me arrepiento de ello, pues era la persona más importante en mi vida”. No te retengas de decir a tus padres cuánto los quieres.
Si es posible, documéntate sobre la enfermedad de tu progenitor (Proverbios 18:15). Es posible que el médico de cabecera pueda ayudarte en este sentido. El que estés bien informado te ayudará a mostrar más empatía y a ser más paciente y comprensivo. Y puede prepararte para cualquier cambio físico que tu padre o tu madre pueda sufrir, como cicatrices, pérdida del cabello o fatiga.
¿Está hospitalizado? Entonces haz que tus visitas sean alegres y edificantes. Mantén el tono de la conversación tan optimista como sea posible. Hazle saber cómo te va con tus tareas escolares y tus actividades cristianas (compara con Proverbios 25:25). Si vives en un país donde los parientes deben suministrar alimentos y otros servicios a los pacientes, cumple con tu parte sin quejarte. Tu apariencia nítida y bien arreglada no solo reanimará a tu padre enfermo, sino que también causará una buena impresión al personal hospitalario y los médicos, lo cual pudiera hacer que mejorara la atención que le dispensen.b
¿Se está recuperando en casa? Entonces haz cuanto puedas por ayudar a cuidarlo. Ofrécete para tener una participación razonable en las tareas del hogar. Intenta imitar a Jehová dando de ti mismo ‘generosamente y sin echar en cara’ (Santiago 1:5). Esfuérzate por no ser quejumbroso y por manifestar un espíritu optimista y positivo.
Ahora bien, no descuides las tareas escolares. Trata de apartar tiempo para ellas, pues tu educación sigue siendo importante. Dentro de lo posible deja tiempo para descansar y distraerte (Eclesiastés 4:6), pues te renovará las fuerzas y contribuirá a que seas un mejor apoyo para tu padre enfermo. Finalmente, no te aísles. Benefíciate de la ayuda proveniente de los compañeros cristianos (Gálatas 6:2). Terri dice: “La congregación se convirtió en mi familia. Los ancianos siempre estuvieron dispuestos a hablar conmigo y animarme. Nunca lo olvidaré”.
Mantén el equilibrio espiritual
Lo más importante de todo es que conserves el equilibrio en sentido espiritual. Procura estar muy activo en los asuntos espirituales, como el estudio de la Biblia, la asistencia a las reuniones y la predicación (1 Corintios 15:58). En el verano, Terri incrementaba su participación en la obra de evangelizar sirviendo de precursora auxiliar. Ella agrega: “Mamá siempre me estimulaba a prepararme para las reuniones en el Salón del Reino y asistir a ellas, lo cual redundó en beneficio de ambas. Puesto que ella no podía asistir a todas las reuniones como hubiera querido, yo ponía más atención que de costumbre para poder contarle después lo que se había dicho. Ella dependía de mí para su alimentación espiritual cuando no podía estar presente”.
Un artículo del diario The New York Times resumió bien el asunto al informar de una trabajadora social que se “sorprende constantemente por cuánto pueden desarrollarse y hasta prosperar los hijos a pesar del trauma de tener padres enfermos”. Menciona ella: “Cultivan ciertas habilidades que no sabían que poseían [...]. Si pueden superar esta situación, pueden superar muchas otras”.
Tú también puedes superar estos difíciles momentos. La mamá de Terri, por ejemplo, ahora está lo suficientemente estable para cuidarse ella misma. Quizás, con el tiempo, también se recupere tu padre enfermo. En el ínterin, no olvides que tienes el apoyo de tu Amigo celestial, Jehová, quien es el “Oidor de la oración” y te escuchará si le suplicas su ayuda (Salmo 65:2). Él les dará a ti y a tu padre piadoso “el poder que es más allá de lo normal” para que puedan resistir (2 Corintios 4:7; Salmo 41:3).
[Notas]
a Se han cambiado algunos nombres.
b El artículo “La visita al paciente. Cómo lograr que sea útil”, que apareció en el número del 8 de marzo de 1991 de ¡Despertad!, contiene varias sugerencias prácticas.
[Comentario de la página 22]
“Siempre que estoy fuera de casa tengo la preocupación de si mamá estará bien”
[Ilustraciones de la página 23]
Si te documentas sobre la enfermedad de tu padre o madre, puedes estar mejor preparado para prestar ayuda