BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g99 8/8 págs. 25-27
  • Platea: la batalla que doblegó al “oso”

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Platea: la batalla que doblegó al “oso”
  • ¡Despertad! 1999
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Indicios de conflagración
  • ¿Fue Mardonio un guerrero vacilante?
  • El último acto
  • Un “oso” lisiado
  • La amarga derrota de Jerjes
    ¡Despertad! 1999
  • Maratón: la batalla que humilló a una potencia mundial
    ¡Despertad! 1995
  • Persia, persas
    Ayuda para entender la Biblia
  • Persia, persas
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
Ver más
¡Despertad! 1999
g99 8/8 págs. 25-27

Platea: la batalla que doblegó al “oso”

De nuestro corresponsal en Grecia

LAS escasas ruinas mudas de un templo; lápidas esculpidas y caminos pedregosos abandonados; una llanura desierta entre las ondulantes estribaciones a orillas del río Asopos, 50 kilómetros al noroeste de la ciudad griega de Atenas...

Nada de esto revela que estamos en el mismo emplazamiento donde unos dos mil quinientos años atrás se representó uno de los últimos actos del conflicto bélico entablado entre persas y griegos. Este fue el escenario del mayor choque terrestre de las guerras médicas: la batalla de Platea.

Indicios de conflagración

Al igual que un guión bien redactado, la Biblia predijo con siglos de antelación el auge y la caída de las potencias mundiales. Conforme a la profecía, la potencia mundial medopersa, simbolizada por un oso y un carnero, se apoderó de nuevos territorios en lo que fue principalmente una campaña expansionista hacia occidente (Daniel 7:5; 8:4). En la invasión de Grecia, sin embargo, las huestes persas acaudilladas por el rey Darío I sufrieron una aplastante derrota en Maratón, en el año 490 a.E.C. Darío falleció cuatro años después.

La profecía de Daniel fue más allá al mencionar a ‘tres reyes que se pondrían de pie por Persia’ y a un cuarto rey persa que ‘levantaría todo contra el reino de Grecia’. Aquel rey resultó ser el hijo de Darío, Jerjes (Daniel 11:2). En un intento por vengarse de la derrota persa en Maratón, Jerjes lanzó sus imponentes tropas contra la Grecia peninsular en el año 480 a.E.C. Tras una difícil victoria en las Termópilas, su ejército sufrió una amarga derrota en Salamina.a

¿Fue Mardonio un guerrero vacilante?

Jerjes, humillado, se retiró a Lidia, dejando a 300.000 de sus hombres bajo el mando del avezado Mardonio, encargado de supervisar las regiones conquistadas de Grecia. Desde el campamento de invierno en Tesalia, Mardonio envió un mediador a Atenas con una propuesta en la que ofrecía un indulto absoluto, la reconstrucción de los templos calcinados, la recuperación de territorio y una alianza equitativa como ciudad estado libre. No obstante, los atenienses desdeñaron la oferta y recurrieron a Esparta en busca de apoyo militar.

Disidentes griegos que apoyaban a Mardonio le aconsejaron que se ganara a los griegos recalcitrantes sobornando a sus dirigentes; pero él rechazó tal estratagema. Con el objeto de evitar una confrontación directa con las fuerzas griegas, Mardonio propuso de nuevo a los atenienses una rendición en términos favorables; aun así, estos permanecieron firmes en su negativa.

El último acto

El último episodio de la contienda entre persas y griegos tuvo lugar en Platea en agosto del 479 a.E.C. Allí, un contingente de 40.000 soldados de infantería griegos —que incluía espartanos, atenienses y tropas pertenecientes a otras ciudades griegas—, bajo las órdenes del general espartano Pausanias, marcharon contra el poderoso ejército de Mardonio formado por 100.000 guerreros.

Durante tres semanas, el grueso de los dos ejércitos, temerosos de un encuentro frontal, participaron en escaramuzas a ambos lados del río Asopos sin producir resultados definitivos. Cuenta la leyenda que los adivinos de uno y otro bando les habían pronosticado la victoria en caso de que permanecieran a la defensiva. La caballería persa, sin embargo, hostigaba a los griegos constantemente. Además, capturaron un importante convoy de provisiones y envenenaron los pozos que abastecían a los griegos de agua.

A juicio de Mardonio, el final de la guerra era inminente; pero el general persa había subestimado la capacidad luchadora del adversario, seducido por la expectativa de una pronta y espectacular victoria. De modo que precipitó sus tropas al otro lado del río y atacó.

Los persas, tras formar una barrera de escudos de mimbre, lanzaron una lluvia de flechas contra sus oponentes. Las fuerzas disidentes griegas aliadas con los persas arremetieron contra los 8.000 atenienses, mientras que la mayor parte del ejército de Mardonio cargó sobre los 11.500 espartanos. Estos se agazaparon debajo de los escudos protegiéndose de la descarga de flechas; pero entonces se alzaron en formación de falange para responder con un disciplinado contraataque, avanzando resueltamente con picas más largas y mejores armaduras que los persas.

Desconcertados, los persas retrocedieron. Mientras tanto, los atenienses habían vencido a los griegos traidores. Protegidos por la caballería, las tropas de Mardonio huyeron apresuradamente cruzando el río. Mardonio fue derribado de su caballo y muerto. Privados de su caudillo, los soldados persas rompieron filas y emprendieron la huida.

Al mismo tiempo, al otro lado del mar, en la costa jonia de Micala, la flota griega obtuvo un significativo triunfo sobre la escuadra persa, que apenas había conseguido escapar de la derrota en Salamina un año antes. Se le había asestado un golpe decisivo al potente conjunto de tropas militares persas.

Un “oso” lisiado

Nunca jamás volverían las fuerzas militares persas a combatir en Europa. La máquina de guerra persa había sido completamente desmantelada. A partir de entonces, según la obra A Soaring Spirit, “Jerjes se retiró a sus capitales y se entregó a los deleites de su harén. De vez en cuando decidía adelantar los proyectos de construcción de su padre, y añadía palacios y salas monumentales a la capital ceremonial de Persia, Persépolis, pero sin llevar a cabo nada más relevante”.

Al amparo de la vida cortesana, el ambicioso conquistador de antaño fue dejando que su esfera de acción se limitara a un reducido círculo de estratagemas políticas e intrigas palaciegas. Aun así, acabó mal. En el año 475 a.E.C., un grupo de conspiradores lo asesinaron en su propia cama.

La obra anteriormente citada comenta: “Por lo menos según el criterio de los historiadores griegos —que son la principal fuente de información acerca del imperio en este período—, ninguno de los reyes persas sucesivos tuvo la energía ni la brillantez de Ciro o de Darío. Bajo la dominación de Artajerjes I, hijo de Jerjes, el dinero, y no la fuerza, se convirtió en el instrumento preponderante de la política imperialista persa. Artajerjes se valió de la moneda del reino para inmiscuirse en los asuntos políticos griegos, sobornando a una [ciudad estado] tras otra a fin de suscitar revueltas [...]. En las monedas de oro, llamadas dáricos, se representaba a Darío con un arco y una aljaba. Los griegos las llamaban burlonamente ‘los arqueros persas’”.

La conspiración y el asesinato continuaron manchando de sangre la casa real del Imperio persa hasta su total desaparición. El imperio entró en una constante decadencia, y la dinastía empezó a perder el control del poder y su capacidad de gobierno.

A pesar de los intentos desesperados por fortalecer el régimen, la corona estaba a punto de ser derribada al tiempo que Alejandro Magno —un hombre cuyo enfoque imperialista y cuyas ambiciones igualaban a las de Ciro— inició su marcha a través de la inmensidad del imperio en el siglo IV a.E.C. Una vez más, la profecía bíblica se cumpliría hasta el último detalle.

[Nota]

a Para más detalles, véanse los artículos “Maratón: la batalla que humilló a una potencia mundial” y “La amarga derrota de Jerjes”, publicados en ¡Despertad! del 8 de mayo de 1995 y 8 de abril de 1999, respectivamente.

[Ilustraciones y recuadros de la página 26]

Medopersia y Grecia: dos siglos de confrontaciones

539 a.E.C. Medopersia se convierte en la cuarta potencia mundial. Invade territorios especialmente en tres direcciones: norte (Asiria); oeste (Jonia), y sur (Egipto) (Daniel 7:5; 8:1-4, 20)

500 a.E.C. Los griegos de Jonia (Asia Menor) se rebelan contra los gobernantes persas

490 a.E.C. Los atenienses vencen a los persas en Maratón

482 a.E.C. Jerjes ‘levanta todo contra el reino de Grecia’ (Daniel 11:2)

480 a.E.C. Difícil victoria de los persas en las Termópilas; derrotados en Salamina

479 a.E.C. Atenienses y espartanos triunfan sobre los persas en Platea

336 a.E.C. Alejandro asciende al trono de Macedonia

331 a.E.C. Alejandro Magno aniquila al ejército persa en Gaugamela; Grecia se convierte en la quinta potencia mundial (Daniel 8:3-8, 20-22)

[Recuadro]

El resultado definitivo de todas las luchas humanas por el poder:

“Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.” (Daniel 2:44.)

[Ilustraciones]

Arquero persa

Desfile de la caballería griega

[Reconocimientos]

Musée du Louvre (Paris)

Fotografía por cortesía del British Museum

[Ilustración de la página 25]

El campo de batalla de Platea, donde la máquina de guerra persa fue desmantelada

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir