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¡Despertad! 1999
g99 8/12 págs. 2-7

“Los cambios más profundos”

“El siglo XX, como ningún otro, ha presenciado los cambios más profundos y extensos de la historia del hombre.” (The Times Atlas of the 20th Century [El Atlas Times del siglo XX].)

AL HACER balance de esta centuria, muchos lectores aceptarán de buen grado la conclusión de Walter Isaacson, director gerente de la revista Time: “Ha sido uno de los siglos más sorprendentes: inspirador, espantoso a veces, fascinante siempre”.

Según Gro Harlem Brundtland, ex primera ministra de Noruega, también ha recibido la denominación de “siglo de los extremismos, [...] en el que los vicios humanos han alcanzado niveles abismales”. En su opinión, se trata de “un siglo de grandes progresos [y, en algunos lugares,] crecimiento económico sin precedentes”, si bien las zonas urbanas míseras afrontan un lúgubre panorama de “hacinamiento y enfermedades generalizadas vinculadas a la pobreza y al ambiente insalubre”.

Agitación política

En los albores del siglo XX, la dinastía manchú de China, el Imperio otomano y varios imperios europeos controlaban gran parte del mundo. Tan solo el Imperio británico dominaba una cuarta parte del planeta y de sus habitantes. Mucho antes de finalizar el siglo, tales imperios habían quedado relegados a los libros de historia. “Para 1945 —indica The Times Atlas of the 20th Century— había terminado la era del imperialismo.”

La desaparición del colonialismo propició que otras regiones del mundo se contagiaran de la oleada nacionalista que había recorrido Europa entre los siglos XVII y XIX. The New Encyclopædia Britannica señala: “Tras la II Guerra Mundial, el fervor patriótico se apaciguó en muchos países europeos [...]. En Asia y África, en cambio, el nacionalismo se difundió como un reguero de pólvora, principalmente como reacción anticolonialista”. Al final, según The Collins Atlas of World History, “había aparecido en la escena histórica el Tercer Mundo, y había terminado una era iniciada cinco siglos antes con el nacimiento de la expansión europea”.

Al desmoronarse los imperios, ocuparon su lugar naciones independientes, democráticas en muchos casos. Las democracias a menudo afrontaron férrea resistencia, como la que opusieron los poderosos regímenes totalitarios de Europa y Asia en la II Guerra Mundial, los cuales coartaron las libertades personales e instituyeron rigurosos controles de la economía, los medios de comunicación y el ejército. Con grandes sacrificios de dinero y vidas humanas, se puso coto a sus tentativas de alcanzar la dominación universal.

Cien años de guerra

Sin lugar a dudas, los conflictos bélicos distinguen especialmente al siglo XX de los anteriores. Tocante a la I Guerra Mundial, el historiador alemán Guido Knopp escribe: “1 de agosto de 1914: Nadie sospechaba que el siglo XIX, que había brindado a Europa una larga etapa de paz, concluía aquel día, ni que el siglo XX comenzaba en realidad en aquel momento, con un período bélico que duraría tres decenios y demostraría lo que es capaz de hacer el hombre a sus congéneres”.

Hugh Brogan, profesor de Historia, nos recuerda que “en Estados Unidos los efectos de aquella guerra fueron inmensos, espantosos, y aún se sienten hoy [1998]”. Akira Iriye, profesor de Historia de la Universidad de Harvard, escribió: “La I Guerra Mundial hizo época de diversas formas en la historia de Asia oriental y de Estados Unidos”.

Es comprensible, pues, que The New Encyclopædia Britannica denomine a las dos guerras mundiales “los grandes hitos de la historia geopolítica del siglo XX”. Añade que “la I Guerra Mundial precipitó la caída de cuatro grandes dinastías imperiales [...], desencadenó la Revolución bolchevique en Rusia y [...] sentó los cimientos de la II Guerra Mundial”. También indica que las guerras mundiales casi “carecían de precedentes por su atrocidad, mortandad y ruina”. Asimismo, Guido Knopp señala: “La crueldad y el salvajismo del hombre excedieron a las peores expectativas. En las trincheras [...] se sembró el germen de una era que no vería a cada ser humano como un individuo, sino como material”.

Para que no hubiera más contiendas catastróficas, se fundó la Sociedad de Naciones en 1919. Al fracasar como guardiana de la paz mundial, la sustituyó la Organización de las Naciones Unidas. Aunque la ONU logró evitar la III Guerra Mundial, no tuvo éxito con la Guerra Fría, que por décadas amenazó con degenerar en holocausto nuclear, ni con conflictos de menor extensión geográfica, como los acaecidos en los Balcanes y otros rincones del planeta.

Al tiempo que aumentó el número de países, otro tanto ocurrió con la dificultad para mantener la paz entre ellos. Si comparamos un mapa anterior a la I Guerra Mundial con otro reciente, veremos que al menos 51 naciones africanas y 44 asiáticas no existían como tales a comienzos de siglo. De los ciento ochenta y cinco estados que hoy son miembros de la ONU, ciento dieciséis no estaban constituidos cuando se fundó en 1945.

“Uno de los espectáculos más asombrosos”

Cuando se aproximaba el fin del siglo XIX, el Imperio ruso era la mayor potencia terrestre del mundo. Pero iba perdiendo apoyo de forma acelerada. Según Geoffrey Ponton, muchos pensaron que “la revolución, más que la reforma, era necesaria”. Luego añade: “Pero tuvo que ocurrir un gran conflicto, la I Guerra Mundial, con el caos que desencadenó, para precipitar la revolución propiamente dicha”.

En aquel momento, cuando los bolcheviques asumieron el poder en Rusia, se sentaron las bases de un nuevo imperio: el comunismo internacional patrocinado por la Unión Soviética. Aunque surgió en un mundo en guerra, el Imperio soviético no terminó con ráfagas de balas. El libro Down With Big Brother (¡Abajo con el Gran Hermano!), de Michael Dobbs, afirma que a finales de los años setenta la Unión Soviética era “un enorme imperio multinacional que ya se hallaba en declive irreversible”.

Con todo, la caída fue súbita. Según la obra Europe—A History, de Norman Davies, “superó en rapidez a los grandes colapsos vividos en Europa” y “se debió a causas naturales”. En efecto, “el ascenso, desarrollo y ruina de la Unión Soviética”, indica Ponton, fue “uno de los espectáculos más asombrosos del siglo XX”.

De hecho, el desmoronamiento de la Unión Soviética fue solo una de las múltiples modificaciones profundas del siglo XX que han tenido extensas consecuencias. Por supuesto, las transformaciones políticas no son nuevas, pues han ocurrido a lo largo de milenios.

Pero uno de los cambios en el campo del gobierno durante el siglo XX reviste especial importancia. Examinaremos más tarde de qué se trata y qué repercusiones tiene en cada uno de nosotros.

Veamos primero algunos logros científicos del siglo XX. Respecto a ellos, el profesor Michael Howard señala: “Parecía que los pueblos de Europa occidental y Norteamérica tenían sobradas razones para recibir al siglo XX como la aurora de una nueva era, más dichosa, en la historia de la humanidad”. ¿Conducirían estos progresos a la denominada buena vida?

[Ilustraciones de las páginas 2 a 7]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

1901

La reina Victoria fallece tras sesenta y cuatro años de reinado

El mundo alcanza los 1.600 millones de habitantes

1914

El archiduque Francisco Fernando es asesinado. Estalla la I Guerra Mundial

El último zar, Nicolás II, con su familia

1917

Lenin embarca a Rusia en la revolución

1919

Formación de la Sociedad de Naciones

1929

El desplome de la bolsa estadounidense desata la Gran Depresión

Gandhi prosigue su lucha por la independencia de la India

1939

Adolf Hitler invade Polonia y se desata la II Guerra Mundial

Winston Churchill se convierte en primer ministro británico en 1940

El Holocausto

1941

Japón bombardea Pearl Harbor

1945

Estados Unidos lanza bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. Finaliza la II Guerra Mundial

1946

La Asamblea General de las Naciones Unidas celebra su primera sesión

1949

Mao Tsé-tung proclama la República Popular de China

1960

Formación de diecisiete nuevas naciones africanas

1975

Fin de la guerra de Vietnam

1989

Se derriba el muro de Berlín y el comunismo pierde fuerza

1991

Se disgrega la Unión Soviética

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