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¡Despertad! 2007
g 1/07 págs. 10-11

El día que no haya más enfermedades

MUCHAS personas esperan hallar el fin del dolor y la enfermedad cuando vayan al cielo. Sin embargo, contrario a lo que comúnmente se cree, la esperanza que ofrece la Biblia para la humanidad en general es vivir en la Tierra hecha un paraíso (Salmo 37:11; 115:16). En ella se disfrutará de salud perfecta, felicidad y vida eterna.

Entonces, ¿por qué enfermamos y morimos? ¿Y cómo se erradicarán las enfermedades? La Biblia responde a estas preguntas.

◼ La verdadera causa de las enfermedades Adán y Eva, nuestros primeros padres, fueron creados con salud perfecta para vivir por siempre en la Tierra (Génesis 1:31; Deuteronomio 32:4). Fue solo después que se rebelaron voluntariamente contra Dios cuando sus organismos se hicieron vulnerables a la enfermedad (Génesis 3:17-19). Al rechazar la autoridad divina, cortaron sus lazos con el Creador, la Fuente de su vida perfecta. Perdieron la perfección y, como consecuencia, enfermaron y murieron, tal como Dios les había advertido que sucedería (Génesis 2:16, 17; 5:5).

Tras su rebelión, lo único que Adán y Eva podían transmitir a sus hijos era imperfección (Romanos 5:12). Como se mencionó en el artículo anterior, los científicos reconocen que hay factores hereditarios que llevan a la enfermedad y la muerte. Un grupo de expertos llegó a la siguiente conclusión después de una investigación exhaustiva: “Es una realidad biológica ineludible: una vez que la maquinaria de la vida se pone en marcha, el organismo siembra inevitablemente las semillas de su propia destrucción”.

◼ Imposible para el hombre La ciencia ha alcanzado grandes objetivos en la lucha contra las enfermedades; sin embargo, la tarea de desentrañar su causa le ha resultado demasiado compleja. Este hecho no sorprende a quienes están familiarizados con las siguientes palabras inspiradas de la Biblia: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna” (Salmo 146:3).

Por otra parte, la Biblia afirma: “Las cosas que son imposibles para los hombres son posibles para Dios” (Lucas 18:27). Jehová Dios tiene el poder para eliminar de raíz todas las enfermedades (Salmo 103:3). Su Palabra inspirada promete: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” (Revelación 21:3, 4).

◼ ¿Qué debe hacer usted? Jesucristo mostró claramente lo que debemos hacer para disfrutar en el futuro de un mundo sin enfermedades al decir: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3).

El conocimiento de Dios y de las enseñanzas de su Hijo, Jesús, se halla en la Biblia. En ella puede encontrar consejos prácticos para mejorar su vida ahora. Pero no solo eso: Dios promete a sus siervos fieles un mundo sin dolor en el que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24).

[Ilustraciones y recuadro de la página 11]

Un punto de vista equilibrado de la salud

La Biblia fomenta el respeto a la vida. Los testigos de Jehová demuestran ese respeto procurando cuidar de su salud. Por ello, no tienen hábitos nocivos como el uso de tabaco y drogas, y son moderados al beber y al comer, como espera Dios de sus siervos (Proverbios 23:20; Tito 2:2, 3). Seguir estas pautas, además de descansar lo suficiente y hacer ejercicio, puede retrasar o prevenir muchos males físicos. De todos modos, quienes se enferman deben buscar la ayuda de especialistas confiables.

La Palabra de Dios nos estimula a ser razonables y a vivir “con buen juicio” (Tito 2:12; Filipenses 4:5). Lamentablemente, muchos carecen de equilibrio y se obsesionan buscando remedios para sus problemas de salud, inclusive a expensas de su espiritualidad. Hay quien recurre a terapias cuestionables y peligrosas. Otros invierten tiempo y dinero en tratamientos y remedios ineficaces o hasta perjudiciales.

La realidad es que aún no se puede lograr una salud perfecta. Mientras aguardamos el día en que no haya más enfermedades, la sabiduría y los buenos consejos que contiene la Biblia pueden ayudarnos a mantener el equilibrio en la búsqueda de la buena salud.

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