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  • ¿Dónde fue a parar la disciplina?

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  • ¿Dónde fue a parar la disciplina?
  • ¡Despertad! 2015
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¡Despertad! 2015
g 4/15 págs. 3-5
1. Niño de cuatro años con un juguete en la mano; 2. Niña de cinco años con los brazos cruzados; 3. Chico de 12 años enfadado y con la mano en la cadera

TEMA DE PORTADA

¿Dónde fue a parar la disciplina?

En las últimas décadas, la vida de las familias de los países más adelantados ha cambiado muchísimo. Antes, los padres mandaban, y los hijos obedecían. Pero ahora es común que los niños manden, y los padres obedezcan. Veamos las siguientes situaciones basadas en la vida real.

  • En una tienda, un niño de cuatro años se encapricha de un juguete. Su madre intenta convencerlo de que lo deje: “¿No tienes ya muchos juguetes?”. Al instante se da cuenta de que no tenía que haber preguntado. El niño empieza a lloriquear y dice: “¡Pero quiero este!”. Con miedo de que acabe como siempre, en una rabieta, la madre cede.

  • Mientras un hombre está hablando, su hija de cinco años lo interrumpe: “¡Estoy aburrida, me quiero ir!”. El padre enseguida se agacha y le pregunta con voz dulce: “¿Me das unos minutitos más, cariño?”.

  • A Jaimito, un chico de 12 años, de nuevo le han llamado la atención por gritar a su maestra. Su padre está muy molesto, pero no con Jaimito, sino con la maestra. “Es que te tiene manía —le dice a su hijo—. Voy a hablar con el director.”

Aunque estas son situaciones imaginarias, no son para nada exageradas. La realidad es que en muchos hogares los padres toleran el mal comportamiento de los hijos, ceden a sus caprichos y los libran de las consecuencias de sus actos. El libro The Narcissism Epidemic (La epidemia del narcisismo) comenta: “Es cada vez más común ver a padres que ceden su autoridad a los hijos [...]. No hace tanto, los niños sabían quién mandaba y tenían claro que no eran ellos”.

Por supuesto, muchos padres ven la importancia de enseñar valores a sus hijos. Por eso procuran darles un buen ejemplo y corregirlos con cariño y firmeza cuando hace falta. Sin embargo, según el libro citado antes, los padres que actúan así “están nadando contra la corriente social”.

¿Cómo hemos llegado hasta este punto? ¿Dónde fue a parar la disciplina?

Los padres pierden autoridad

Hay quienes afirman que los padres empezaron a perder autoridad en la década de 1960, cuando los llamados “expertos” los animaban a ser menos exigentes con sus niños. Les aconsejaban que más que padres, fueran amigos de sus hijos. También les decían que alabarlos era mejor que reprenderlos y que convenía aplaudirles lo que hacían bien en vez de empeñarse en corregirlos. En lugar de aconsejar a los padres que equilibraran los elogios con la disciplina, les daban a entender que, si regañaban a sus hijos, podían alterar su delicado estado emocional y hacer que en el futuro les guardaran rencor.

Poco tiempo después, los expertos comenzaron a promover la autoestima. Parecía como si hubieran descubierto el secreto de la educación infantil: hacer que los hijos se sientan contentos con ellos mismos. Sin duda, es importante hacer que los niños se sientan seguros, pero esa filosofía fue llevada al extremo. Se llegó a recomendar a los padres que, al corregir a sus hijos, evitaran palabras negativas como no y malo. Debían recordarles continuamente lo mucho que valían y que podían llegar a ser lo que quisieran. Era como si fuera más importante ayudarlos a sentirse bien en vez de a hacer bien las cosas.

Padres inclinados delante de su hijo sentado en un trono

Dar tanto énfasis a la autoestima solo logra que los niños crean que lo merecen todo

Hoy en día hay quienes piensan que dar tanto énfasis a la autoestima solo logra que los niños crean que lo merecen todo y que son los reyes del mundo. Además, según el libro Generation Me (La generación Yo), esta tendencia ha hecho que muchos jóvenes “no estén preparados para las críticas y los fracasos que acompañan a la vida”. “En el mundo laboral a nadie le preocupa tu autoestima —dice un padre citado en esta obra—. Si le presentas a tu jefe un informe mal hecho, no te va a decir: ‘Me encanta el color del papel que escogiste’.” Este mismo padre añade que hacerles creer a los hijos que todo irá bien, hagan lo que hagan, “no les ayuda en lo más mínimo”.

Hoy una cosa, mañana otra

Las formas de pensar van cambiando con el tiempo, y esto influye en la manera de educar a los hijos. El experto en educación Ronald Morrish afirma: “La manera de disciplinar varía constantemente, pues refleja los cambios en la sociedad”.a Por eso, es muy fácil que los padres sean “llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza” (Efesios 4:14).

Evidentemente, la permisividad de los padres de hoy tiene consecuencias negativas. Además de debilitar su autoridad, priva a sus hijos de la guía necesaria para tomar buenas decisiones y enfrentarse a la vida con seguridad.

¿Existe una forma mejor de educar a los hijos?

a Cursivas nuestras; del libro Secrets of Discipline: 12 Keys for Raising Responsible Children.

¿Qué les está enseñando?

¿Se ha visto usted en alguna situación como las siguientes?

  • Usted es una supermamá. Después de clases y durante los fines de semana lleva a sus hijos a lecciones de música o de baile, partidos de fútbol, clases de idiomas... lo que sea con tal de que aprendan y estén entretenidos. Tal vez termine muerta, pero piensa que vale la pena porque así sus hijos sabrán que son el centro de su vida y que haría cualquier cosa por ellos. Al fin y al cabo, ¿no es eso lo que debe hacer una buena madre?

    Piense en lo siguiente: ¿Qué aprenderán sus hijos si ven que su madre se mata tan solo para mantenerlos ocupados con cosas que les gusten? ¿Podrían llegar a pensar que los adultos, y en particular sus padres, están a sus órdenes?

    ¿Por qué no intenta esto? Haga que sus hijos vean que usted también tiene cosas que hacer y que necesita descansar. Así aprenderán a ser considerados con usted y a pensar en los demás.

  • Tuvo una niñez difícil. Su padre era duro y exigente. Pero usted ha decidido ser todo lo contrario con sus dos hijos. Siempre los felicita, incluso cuando no se lo merecen. Piensa que es importante hacer que se sientan bien con ellos mismos, pues de ese modo tendrán la seguridad que necesitan para triunfar en la vida.

    Piense en lo siguiente: ¿Qué aprenderán sus hijos si no deja de felicitarlos sin razón, tan solo para subirles la autoestima? ¿Qué consecuencias tendrá esto en ellos tanto ahora como cuando crezcan?

    ¿Por qué no intenta esto? Sea equilibrado. Corríjalos cuando haga falta y felicítelos cuando se lo merezcan.

  • Usted es madre de una niña de cinco años y de otra de seis. La mayor tiene muy mal genio. Ayer, por ejemplo, se enfadó de repente con la pequeña y la golpeó en el brazo. Usted decidió razonar con ella en vez de regañarla, pues pensó que le haría daño si le decía que había hecho algo malo.

    Piense en lo siguiente: ¿Le parece que con una niña de seis años basta con tratar de razonar? ¿De veras cree que la va a traumatizar si le dice que pegarle a su hermana está mal?

    ¿Por qué no intenta esto? Fije castigos apropiados y razonables. Disciplinar con cariño a los niños les ayuda a mejorar su conducta.

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