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Guía para la Escuela del Ministerio Teocrático
sg estudio 15 págs. 73-78

Estudio 15

Llegando al corazón de los que le escuchan

1-4. ¿Por qué es importante para nosotros como ministros el corazón?

1 El apóstol Pablo no cesó de orar a Jehová, a favor de las personas a quienes había predicado las buenas nuevas, que ‘los ojos de su corazón fueran iluminados.’ (Efe. 1:16-18) Note que no dijo aquí que era la mente lo que era iluminado, sino el corazón. ¿Qué quería decir él? Para ser discursantes y maestros eficaces, tenemos que entender este asunto.

2 Por medio de Pablo el espíritu de Jehová estaba revelando precisamente lo que había dicho por medio de otros siervos leales del gran Evaluador de corazones. (Pro. 21:2) Por ejemplo, a su heredero real, el anciano rey David le dio este sano consejo: “Hijo mío, conoce al Dios de tu padre y sírvele con corazón completo y con alma deleitosa; porque todos los corazones Jehová los está escudriñando, y toda inclinación de los pensamientos la está discerniendo. Si tú lo buscas, él se dejará hallar de ti; pero si lo dejas, él te desechará para siempre.” (1 Cró. 28:9) Adoración genuina desde el corazón es lo que deleita al Creador.

3 El David Mayor, Jesucristo, ofreció sabio consejo semejante a ése cuando enseñó lo siguiente: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.” (Mar. 12:28-30) En el asunto de agradar a Dios, lo que está en el corazón de la criatura es lo de primera importancia. Cuando comprendemos esto, las palabras de Proverbios 4:23 nos afectan con mayor fuerza: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.”

4 Este asunto de llegar al corazón de cada persona que escucha y dejar en él una impresión debe interesar a todos los que predican y enseñan las buenas nuevas del reino de Dios. Interesa al padre cristiano al enseñar a sus hijos, y a cada ministro que conduce un estudio bíblico de casa con personas que quieren escuchar las buenas nuevas. Merece consideración cuidadosa de parte de los hermanos que instruyen desde la plataforma. En todas esas circunstancias nos esforzamos por comunicar el precioso mensaje de la verdad a la mente de otros. Pero debemos tratar de hacer mucho más. Queremos llegar a los corazones. Queremos inducir a otros a ‘dar su corazón al gran Padre celestial.’—Pro. 23:26.

5, 6. ¿Por qué debemos esforzarnos por hacer más que simplemente comunicar conocimiento a la mente de otras personas?

5 Distinguiendo entre la mente y el corazón. Un maestro capacitado de las buenas nuevas puede impartir conocimiento a la mente de sus escuchas. Pronto el estudiante o el escucha puede repetir y explicar la enseñanza él mismo. La ha captado y se ha enclavado en su mente. Pero surgen estas preguntas: ¿Qué va a hacer en cuanto a ello? ¿Está solo interesado en adquirir conocimiento, o pondrá en él el conocimiento motivo para actuar?

6 Es aquí donde entra en escena el corazón, porque en la Biblia está asociado con el origen de los motivos. El verdadero adorador de Dios puede decir junto con el escritor inspirado de la Biblia estas palabras: “En mi corazón he guardado cual tesoro tu dicho, a fin de no pecar contra ti.” (Sal. 119:11) Una persona podría poner en su mente excelente conocimiento acerca de los propósitos de Dios, podría captar muchos de los excelentes principios de la Biblia, y sin embargo no tener en su corazón la disposición de aplicar esos principios y ese conocimiento a su propio proceder en la vida. Muchas personas han oído las verdades refrescantes de la Palabra de Dios, pero cuando se trata de aplicar esas verdades en su vida o extender la misma oportunidad a otros... sencillamente no tienen el corazón que se necesita para esa actividad salvadora de vidas.

7, 8. Muestre la diferencia que existe entre la mente y el corazón.

7 La mente por necesidad tiene que adquirir y digerir información. Es el asiento del intelecto, el centro de elaboración del conocimiento. Recoge información y por el proceso de razonamiento y lógica llega a ciertas conclusiones. Y las Escrituras indican que, de alguna manera asombrosa, está directamente relacionado con el corazón. El corazón desempeña un papel vital, porque con él están asociados el afecto y el origen de los motivos. La dirección que da el corazón a todo el proceder de uno en la vida se hace manifiesto a los que observan. Ellos con el tiempo descubren lo que la persona verdaderamente es en el fondo. Pero Jehová en todo tiempo conoce “la persona secreta del corazón.”—1 Ped. 3:3, 4.

8 A veces el corazón puede anular las conclusiones de la mente, suministrando motivos que favorecen y elevan la emoción o el deseo sobre el razonamiento lógico. La persona no solo debe saber con su mente lo que es correcto a los ojos de Jehová, sino que tiene que tener en su corazón el deseo de seguir ese proceder. Esta facultad que permite al corazón seleccionar entre procederes opcionales y fijar su intención en uno de ellos explica por qué la Biblia dice que el corazón del hombre ‘planea’ e ‘idea [fija su mente en] sus caminos.’ (Pro. 19:21; 16:9) A menos que las circunstancias más o menos las obliguen a hacer otra cosa, las personas siguen el proceder que agrada a su corazón. Esto es particularmente cierto en lo que se refiere a asuntos morales y espirituales.—Mat. 5:28.

9, 10. ¿Qué nos ayudará a llegar al corazón de un estudiante?

9 Llegando a los corazones. ¿Cómo, pues, podrá llegar el maestro cristiano al corazón de la gente? Una manera de hacer esto es animar a los que aprenden a meditar con aprecio en las cosas que han aprendido. Recuerde que de María, la madre carnal de Jesús, se dice que “guardaba cuidadosamente todos estos dichos en su corazón.” (Luc. 2:51) El registro no dice “en su memoria,” aunque eso también estaba envuelto en ello. Fue en su corazón, el asiento del afecto y los motivos, de modo que más tarde ella llegó a ser una fiel cristiana. Para ayudar a los estudiantes hoy a adquirir la verdad en su corazón, dése suficiente tiempo para perfeccionar los puntos claves de manera satisfaciente. No trate de abarcar demasiado material.

10 Las preguntas son muy útiles para determinar si las verdades bíblicas que se consideran están realmente arraigándose en el corazón de los estudiantes. Después de considerar nuevas verdades usted pudiera preguntar: “¿Qué cree usted de esto ahora? ¿Es lo que usted cree?” Practique hacer eso al pronunciar discursos estudiantiles. Solo por determinar lo que está en el corazón de la persona podemos ayudarla a progresar en el servicio de Jehová.

11. ¿Cómo podemos dar énfasis ante un estudiante a la importancia de la relación de uno con Jehová?

11 Para grabar la Palabra de Dios en el corazón de los estudiantes a quienes usted enseña, es necesario ayudarlos a pensar en términos de su propia relación con Jehová. ¿Y qué ocasión se presta mejor para que en ella usted trabaje para desarrollar esta habilidad que al encargarse de asignaciones en la escuela del ministerio? Anime a las personas a quienes usted enseña a confiar en Jehová con todo su corazón, por amor a él, y por el amor de él a nosotros. Por preguntas bien colocadas, usted puede dirigir la atención de sus estudiantes al hecho de que lo que están aprendiendo de la Biblia procede de nuestro amoroso Creador, Jehová, quien “es muy tierno en cariño y misericordioso.” (Sant. 5:11) Semana por semana, si usted está conduciendo un estudio, dé énfasis al amor y la sabiduría de Jehová según se manifiestan en las maravillosas verdades que están estudiando juntos. Anime a los estudiantes a ver cómo su propia vida es afectada y cómo será afectada en los días del futuro. Repase con ellos frecuentemente los principios bíblicos de modo que éstos se les hagan muy conocidos. Ayúdelos a cultivar el hábito de siempre esforzarse por asegurarse de la voluntad del Padre celestial en cualquier asunto antes de tomar una decisión. Gradualmente usted les estará ayudando a darse cuenta de que nuestra vida y todo lo que tenemos pertenecen a Dios, porque “él mismo da a todos vida y aliento y todas las cosas”; y que Su adoración, Su servicio, debe ser lo primero tanto en nuestro corazón como en nuestra mente.—Hech. 17:25.

12-14. ¿Qué tienen que aprender los estudiantes acerca de motivo, y cómo puede una persona analizar sus motivos?

12 De vez en cuando saque a relucir el punto de que con Dios no solo es lo que hacemos lo que cuenta, sino nuestro motivo al hacerlo. Él quiere que nos deleitemos en hacer su voluntad. Como el padre del libro de Proverbios, así nuestro Padre celestial nos invita de este modo: “Hijo mío, de veras presta atención a mis palabras. A mis dichos inclina tu oído. No se escapen de tus ojos. Guárdalos en medio de tu corazón. Porque son vida a los que los hallan y salud a toda su carne.”—Pro. 4:20-22.

13 De manera que a las personas a quienes usted enseña se les puede animar a analizar los motivos que tienen para hacer las cosas y a hacerse preguntas como las siguientes: ¿Por qué quiero hacer esto o aquello? ¿Qué me está impulsando a seleccionar este proceder de acción dado? Yo sé lo que mi mente dice, pero ¿qué es lo que realmente está en mi corazón? ¿Estoy esforzándome por agradar a Dios, o por satisfacer mis propios deseos? ¿Es mi razonamiento verdaderamente sincero, o estoy tratando de engañarme a mí mismo con razonamiento falso?

14 A los estudiantes también se les puede advertir en cuanto a los peligros y engaños que amenazan al incauto. Por ejemplo, una persona pudiera tener su corazón fijo en cierta meta, quizás bastante legítima por sí misma, pero una que interfiere hasta cierto grado con la adoración o el servicio de la persona a Jehová. Claramente dice el proverbio inspirado: “El que está confiando en su propio corazón es estúpido, pero el que está andando con sabiduría es el que escapará.”—Pro 28:26.

15-17. ¿Cómo puede beneficiar al corazón el ejemplo de Jesús y consideraciones acerca de la oración?

15 Finalmente, es bueno mantener delante de los estudiantes el ejemplo perfecto que tenemos en el Señor Jesús. Él fue leal a su Padre celestial. Fue porque ‘amó la justicia y odió la iniquidad que Jehová lo ungió con el aceite de alborozo más que a todos los demás.’ (Sal. 45:7) ¿Cómo mantuvo él esa correcta condición de corazón? Estudió no solo para conocer a Dios, sino también para agradar a Dios. Siempre tenía presente la voluntad del Padre. Jesús con regularidad buscó a su Padre en oración. Por sus oraciones le pedía a Dios, en efecto, que ‘lo examinara y lo pusiera a prueba, para refinar sus riñones y probar su corazón.’ (Sal. 26:2) No quería apoyarse sobre meramente su propio razonamiento o las instancias de su propio corazón. “Padre, . . . no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres,” fue su decisión acompañada de oración mientras se acercaba su predicha muerte en sacrificio.—Mar. 14:36.

16 ¿No es ése un excelente ejemplo para ponerlo ante los estudiantes? A ellos, también, se les puede ayudar a buscar la dirección de Dios en su vida por medio de la oración... sincera, sentida oración por sabiduría para seguir el proceder que Dios aprueba. Léales algunas de las oraciones de Jesús. Cuando Jesús vino a la Tierra oró como Hijo de Dios a Él. Enseñando a sus seguidores a orar, Jesús comenzó la oración modelo con las palabras: “Padre nuestro que estás en los cielos.” (Mat. 6:9) Por eso, el que ora debe ser como un hijo que va a hablar a un padre. Quizás no haya otra cosa que muestre mejor la clase de relación que tenemos con Jehová que nuestras oraciones. ¿Es esa relación una relación afectuosa, confiada, íntima como la de un hijo o una hija con un padre a quien se respeta y ama con todo el corazón? ¿O es solo la de mera familiaridad con una persona a quien se habla, como se hace con un vecino o un amigo bastante bueno? Esfuércese por llegar al corazón de las personas a quienes habla y con quienes usted estudia por medio de considerar con ellas la oración, lo que piensan en cuanto a ella y las cosas por las cuales oran.—Pro. 15:8, 29.

17 En vista de la importancia que Dios da a los corazones, nosotros también tenemos que dar consideración cuidadosa al corazón cuando enseñamos su Palabra. Ya sea pronunciando un discurso público o un discurso estudiantil o conduciendo un estudio bíblico de casa, no haga de abarcar grandes cantidades de material su objetivo principal. Tómese el tiempo necesario para ayudar a otros a acercarse a Jehová y llegar a tener su Palabra firmemente enclavada en su corazón.

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