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Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
it-1 “Dan” núm. 1 párr. 1-núm. 3 párr. 4

DAN

(Juez).

1. El quinto de los doce hijos de Jacob; nació en Padán-aram. (Gé 35:25, 26.) Dan fue el primogénito de Bilhá, la sierva de Raquel. Debido a que Raquel era estéril, le entregó su sierva a Jacob como esposa secundaria. Esta fue la razón por la que Raquel adoptó en seguida al niño y le llamó Dan, diciendo: “Dios ha obrado como juez mío [...] de modo que me dio un hijo”. (Gé 30:6.) El nombre del hermano carnal de Dan era Neftalí. Para cuando Jacob bajó a Egipto con toda su casa, Dan tenía un hijo: Husim, llamado Suham en Números 26:42. (Gé 46:7, 23, 26.) Diecisiete años después, cuando Jacob, ya moribundo, llamó a sus hijos a la cabecera de su lecho, Dan gozaba de pleno reconocimiento, al igual que sus once hermanos, como cabeza de familia de una de las doce tribus de Israel. Al bendecirle, Jacob dijo: “Dan juzgará a su pueblo como una de las tribus de Israel. Resulte ser Dan serpiente a la orilla del camino, culebra cornuda a la orilla del sendero, que muerde los talones del caballo de modo que su jinete cae hacia atrás. Verdaderamente esperaré salvación de parte tuya, oh Jehová”. (Gé 49:16-18.)

2. Tribu de Israel que recibió su nombre del quinto hijo de Jacob. A Husim, el hijo de Dan, también se le llamaba Suham, y los suhamitas fueron la única familia inscrita por la tribu de Dan. (Nú 26:42.) Cuando entraron en Egipto, Dan tan solo tenía este hijo; sin embargo, unos dos siglos más tarde, después de salir de la esclavitud, la tribu contaba con 62.700 hombres mayores de veinte años. (Gé 46:23; Nú 1:1, 38, 39.) Era la segunda tribu en número de hombres con edad para guerrear. La tribu de Dan, con Ahiézer como principal, tenía la asignación de acampar al N. del tabernáculo en el desierto, al lado de las tribus de Aser y Neftalí. Cuando el campamento se ponía en marcha, la tribu ocupaba una posición muy importante en la retaguardia, un tributo a su valor, lealtad y confiabilidad. (Nú 2:25-31; 10:25.)

Cuando se repartió la Tierra Prometida, la tribu de Dan, representada por el principal Buquí, hijo de Joglí, recibió uno de los territorios más pequeños, a pesar de que seguía siendo la segunda tribu en población. Sin embargo, su suerte, la séptima, cayó en muy buen terreno. Su territorio limitaba con las tribus de Judá, Efraín y Benjamín, y se extendía desde los fértiles valles de la Sefelá hasta las llanuras costeras del Mediterráneo. Ahora bien, como no expulsó a las naciones paganas que vivían en aquel territorio, tal como Jehová le había mandado, la tribu de Dan sufrió severas consecuencias. (Nú 26:43; 34:22; Jos 19:40-46; Jue 1:34.) Por esta razón, parte de los danitas se trasladaron al extremo septentrional de Palestina, tomaron la ciudad de Lésem (Lais) y la llamaron “Dan”. (Jos 19:47, 48; Jue 18:11-31.) En el transcurso de este acontecimiento le robaron una imagen tallada a un hombre llamado Miqueas y la adoptaron como su dios. Todo esto a pesar de que años antes los danitas habían estado de pie en el monte Ebal para oír las invocaciones de mal, una de las cuales era: “Maldito es el hombre que hace una imagen tallada o una estatua fundida, cosa detestable a Jehová”. (Dt 27:13-15.) Dan se inhibió totalmente de dar apoyo al juez Barac contra las fuerzas de Sísara. (Jue 5:17.)

En el registro bíblico se menciona por nombre a algunos miembros de la tribu de Dan que alcanzaron cierta distinción. Está el caso del hijo de Ahisamac, Oholiab, quien recibió de Dios espíritu de sabiduría para que ayudase a Bezalel; fue un artesano muy habilidoso en trabajos bordados y tejidos realizados con materiales costosos para el embellecimiento del tabernáculo. (Éx 31:1-6; 35:34, 35; 38:22, 23.) También se habla de Sansón, fiel siervo de Jehová en el ejercicio de la judicatura de Israel durante veinte años y en quien se cumplieron tanto la profecía de Jacob pronunciada en su lecho de muerte (“Dan juzgará a su pueblo”), como la de Moisés (“Dan es un cachorro de león”). (Gé 49:16; Dt 33:22; Jue 13:2, 24, 25; 15:20.) Además, cuando David llegó a ser rey, tuvo entre sus tropas leales a unos 28.600 danitas. Posteriormente se hace mención de Azarel, el hijo de Jeroham, como cabeza de los príncipes de la tribu de Dan. (1Cr 12:35; 27:22.) Por último, también era danita la madre del “hombre hábil” que el rey de Tiro envió para prestar ayuda a Salomón en la construcción del templo. (2Cr 2:13, 14.)

3. Ciudad situada en el extremo septentrional de Palestina. Antes de que la tomara la tribu de Dan, sus habitantes paganos la llamaban Lésem o Lais. (Jos 19:47; Jue 18:7, 27.) Posteriormente, los danitas reconstruyeron la ciudad que habían destruido y la llamaron “Dan, según el nombre de su padre, Dan”. (Jue 18:28, 29.) Sin embargo, unos cuatro siglos antes, ya se llama a la ciudad por este nombre, cuando se dice que Abrahán persiguió a Kedorlaomer y sus aliados “hasta Dan”. (Gé 14:14.) No se puede argüir nada en contra de la existencia del nombre de Dan aplicado a aquella ciudad en el tiempo de Abrahán. El hecho de que esta antigua ciudad tuviese el mismo nombre que el antepasado de la tribu de Dan puede haber sido una simple coincidencia o tal vez dirección divina.

El nombre Dan aparece de nuevo en el Pentateuco en Deuteronomio 34:1, donde se le menciona entre los límites del territorio que vio Moisés cuando tuvo una vista de la Tierra Prometida desde el monte Nebo. Como Dan estaba al pie de las montañas del Antilíbano (y no lejos del monte Hermón), esto puede significar que la vista de Moisés llegó justo hasta aquella cordillera. El uso del nombre Dan en este caso puede ser equivalente al del pasaje ya mencionado de Abrahán o deberse a que Josué registró la última parte del libro, en la que se habla de acontecimientos posteriores a la muerte de Moisés.

Dan estaba situada en la “llanura baja que pertenecía a Bet-rehob”, y esta zona, al N. de las aguas de Merom y debajo mismo del Líbano, era una región fértil, bien regada y muy deseable. (Jue 18:28.) El emplazamiento de Dan ha sido identificado con Tell el-Qadi (Tel Dan), nombre que en árabe significa “Montículo del Juez” y que conserva por lo tanto el significado de la palabra hebrea “Dan”. En este lugar se juntan dos manantiales para formar el Nahr el-Leddan, que es la corriente con mayor caudal de agua de aquellas que se juntan unos cuantos kilómetros más al S. para formar el río Jordán. La ciudad estaba sobre un montículo alto, cerca de la vertiente meridional del monte Hermón, y dominaba la gran cuenca del Huleh. Su posición también era estratégica, ya que estaba situada en la importante ruta comercial entre Tiro y Damasco.

[Ilustración de la página 625]

Ruinas del área del santuario y un altar reconstruido en la ciudad de Dan. Aquí, en el norte, cerca de la cabecera del Jordán, Jeroboán erigió un segundo centro de adoración al becerro

Dan llegó a ser sinónimo del extremo N. de Israel, como se muestra por la frecuente expresión “desde Dan hasta Beer-seba”. (Jue 20:1; 1Sa 3:20; 2Sa 3:10; 1Re 4:25; 2Cr 30:5.) En realidad, había otras ciudades más al N. de Dan, al igual que había varias ciudades más al S. de Beer-seba, pero Dan era una ciudad de gran importancia en el N., como Beer-seba lo era en el S. Debido a su ubicación, era una de las primeras ciudades que sufrían las consecuencias de un ataque desde el N., como en el caso de la invasión siria de Ben-hadad. (1Re 15:20; 2Cr 16:4.) Esto es lo que se refleja en las expresiones proféticas de Jeremías 4:15 y 8:16. Después de la división del reino, Jeroboán erigió becerros de oro en Dan y en Betel, empeñado en apartar a sus súbditos del templo de Jerusalén. (1Re 12:28-30; 2Re 10:29.)

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