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Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
it-2 “Pronosticador de sucesos”

PRONOSTICADOR DE SUCESOS

Persona que pretende predecir lo que acontecerá en el futuro. En la Biblia se encuadra bajo esta denominación a los sacerdotes practicantes de magia, adivinadores espiritistas, astrólogos, etc. (Véanse ADIVINACIÓN; ESPIRITISMO.) La palabra hebrea yid·deʽo·ní, que se traduce “pronosticador profesional de sucesos”, proviene de la raíz ya·dháʽ (conocer), e implica la idea de conocimiento escondido de la gente común. Por lo general aparece junto con ʼohv, que significa “médium espiritista”. (Dt 18:11.) Algunos de ellos poseían poderes ocultos en virtud de su contacto con los demonios, los malignos enemigos angélicos de Dios dirigidos por su gobernante, Satanás el Diablo. (Lu 11:14-20.) En tiempos antiguos, estos pronosticadores empleaban diversos métodos para predecir el futuro: observaban las estrellas (Isa 47:13), examinaban el hígado y otras vísceras de animales sacrificados (Eze 21:21), interpretaban agüeros (2Re 21:6), consultaban con los llamados “espíritus” de los muertos, etc. (Dt 18:11.)

Las vidas de los egipcios, al igual que las de los babilonios, estaban en buena medida reguladas por sus adivinos. (Isa 19:3.) Por el contrario, los siervos verdaderos de Dios nunca acudían por información a esas personas. Poco después de su liberación de la esclavitud al yugo egipcio, Israel recibió la Ley, que prohibía terminantemente consultar a “pronosticadores profesionales de acontecimientos”. (Le 19:31.) Tener “ayuntamiento inmoral” con ellos resultaría en cortamiento (muerte) del pueblo de Dios. La Ley añadía respecto a los que practicaran estas artes: “En cuanto a un hombre o una mujer en quien resulte haber espíritu de médium o espíritu de predicción, deben ser muertos sin falta”. (Le 20:6, 27.) Casi cuarenta años después, cuando el pueblo de Israel se preparaba para entrar en la Tierra Prometida y expulsar a sus habitantes, se le recordó: “No debes aprender a hacer conforme a las cosas detestables de aquellas naciones. No debería hallarse en ti [...] nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos”. (Dt 18:9-11.)

Más de trescientos cincuenta años después, Saúl, el primer rey de Israel, expulsó del país a todos los pronosticadores de sucesos; sin embargo, antes de su muerte se había alejado tanto de Jehová, que fue personalmente a buscar a una mujer de En-dor que era “perita en mediación espiritista” para que le predijera su futuro. Aunque en un principio temía practicar sus artes, hizo aparecer una visión debido a la insistencia de Saúl por que ‘hiciera subir a Samuel’. Cuando ella lo describió como ‘un viejo cubierto con una vestidura sin mangas’, Saúl se convenció de que era el profeta Samuel. (1Sa 28:3, 7-19.) No obstante, no podía tratarse de Samuel, pues estaba muerto, y los muertos “no tienen conciencia de nada en absoluto”. (Ec 9:5.) Si Samuel hubiera estado vivo, no cabe duda de que se habría negado a tener relación alguna con una médium espiritista, y Jehová y sus santos ángeles no habrían querido cooperar con ella, pues Dios mismo había dicho a su pueblo: “En caso de que les digan: ‘Recurran a los médium espiritistas o a los que tienen espíritu de predicción, que están chirriando y profiriendo expresiones en voz baja’, ¿no es a su Dios a quien debe recurrir cualquier pueblo? ¿Debe recurrirse a personas muertas en pro de personas vivas? ¡A la ley y a la atestación!”. Luego Jehová continúa diciendo: “De seguro ellos seguirán diciendo lo que es conforme a esta declaración que no tendrá luz del alba”. (Isa 8:19, 20.)

Casi cuatrocientos años después del reinado de Saúl, el rey Manasés de Judá “hizo en gran escala lo que era malo a los ojos de Jehová, para ofenderlo”, lo que incluía consultar a los pronosticadores profesionales de sucesos, que abundaban durante su reinado. (2Re 21:6; 2Cr 33:6.) El justo rey Josías, nieto de Manasés, tuvo que erradicar todas estas prácticas de la tierra. (2Re 23:24.)

La única vez que se menciona en las Escrituras Griegas Cristianas una predicción demoniaca del futuro es en la ocasión en que el apóstol Pablo liberó a “cierta sirvienta que tenía un espíritu, un demonio de adivinación”, en la ciudad de Filipos. Esta sirvienta había proporcionado mucha ganancia a sus amos “practicando el arte de la predicción”. El hecho de que esta práctica es demoniaca y se opone frontalmente a Dios se ve en que los amos de la muchacha causaron muchas dificultades a Pablo en Filipos, y lo llevaron a él y a su compañero Silas ante los magistrados, quienes dieron la orden de golpearlos y luego los echaron en prisión. (Hch 16:12, 16-24.)

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