ABIMÉLEC
(“Mi Padre Es Mélec [Rey]”).
Nombre personal o título oficial de varios reyes filisteos, semejante al título “faraón” entre los egipcios y “césar” entre los romanos. (Gén. 20:1-18; 21:22-34; véase el encabezamiento del Salmo 34.)
También fue el nombre del hijo del juez Gedeón que su concubina le dio a luz en Siquem. Después de la muerte de su padre, Abimélec, con presuntuosa desfachatez, procuró hacerse rey. Apeló astutamente a los terratenientes de Siquem por medio de la influyente familia de su madre y al obtener su apoyo económico, alquiló “hombres ociosos e insolentes”, fue a la casa de su padre en Ofrá y allí asesinó a sus medio hermanos “sobre una misma piedra”. De los setenta medio hermanos, solo Jotán, el más joven, escapó de la matanza.
Abimélec fue proclamado rey, pero Jehová permitió que “se desarrollase un espíritu malo” entre los siquemitas y su nuevo “rey” con el fin de vengar la culpa por derramamiento de sangre de todos los que tuvieran parte en la conspiración. Gaal organizó una revuelta, pero Abimélec la aplastó rápidamente, capturó y destruyó la ciudad de Siquem y la sembró de sal. Entonces se dirigió contra la bóveda o cripta de la casa de El-berit (o templo de El-berit) y la prendió fuego, muriendo en aquel incendio unos mil de sus anteriores colaboradores, los terratenientes de la torre de Siquem que se habían refugiado allí. Abimélec quiso reforzar esa victoria atacando Tebez, al norte, pero una mujer que estaba en la torre de la ciudad le arrojó sobre la cabeza una piedra superior de molino. El “reinado” de tres años de Abimélec terminó cuando el servidor que llevaba sus armas, cumpliendo con sus últimas palabras, lo atravesó con la espada para que no se pudiera decir que una mujer lo había matado. (Jue. 8:30, 31; 9:1-57; 2 Sam. 11:21.)