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POSTURAS Y ADEMANES

En las Escrituras abundan las referencias a posturas y ademanes, los cuales, por su descripción, debieron ser muy semejantes a los que actualmente hace la gente del Oriente Medio. Allí las personas suelen ser más expresivas que en Occidente, y tener menos inhibiciones al exteriorizar sus sentimientos. Sus posturas y ademanes, acompañaran o no a la palabra, estaban llenos de fuerza y significado.

ORACIÓN, RESPETO, HUMILDAD

De pie. Ni los hebreos ni la mayoría de las demás naciones mencionadas en la Biblia tenían posturas determinadas para orar, aunque las que adoptaban eran sumamente respetuosas. Era común orar de pie, y Jesús se refirió a esta posición. (Mar. 11:25.) Él debía de estar orando de pie, cuando después de su bautismo, se abrió el cielo, el espíritu santo bajó sobre él en forma corporal de paloma y se oyó la propia voz de Dios hablando desde el cielo. (Luc. 3:21, 22.)

De rodillas. Las posturas de los orientales al mostrarse respeto, y especialmente al pedir algo a un superior, eran muy similares a las que adoptaban al orar. Algunos se arrodillaban suplicantes delante de otros. No lo hacían como adoración, sino en reconocimiento de la posición o el cargo de la persona y como señal de profundo respeto. (Mat. 17:14; Mar. 1:40; 10:17; 2 Rey. 1:13.)

Extender los brazos. Tanto estando de pie como arrodillados, a veces volvían las palmas de las manos hacia los cielos, alzaban las manos o las extendían hacia adelante en actitud de súplica. (1 Rey. 8:22; 2 Cró. 6:13; Neh. 8:6.) Otras veces alzaban el rostro (Job 22:26) o los ojos hacia el cielo. (Mat. 14:19; Mar. 7:34; Juan 17:1.)

Estar sentado. También era común orar sentado. Parece ser que el que hacía el ruego primero se arrodillaba y luego se echaba hacia atrás y se sentaba sobre los talones. (1 Cró. 17:16.) En esta posición, podía inclinar su cabeza o apoyarla sobre el pecho. O, como hizo Elías, podía “agazaparse a tierra” y colocar su rostro entre las rodillas. (1 Rey. 18:42.)

Inclinarse. Para adorar, los judíos inclinaban el rostro hacia la ciudad de Jerusalén y su templo desde donde estuviesen. (1 Rey. 8:42, 44; Dan. 6:10.)

El inclinarse era común como saludo al dirigirse a alguien para asuntos de negocios o como señal de sumo respeto. Jacob se inclinó siete veces al encontrarse con Esaú. (Gén. 33:3.) Salomón, aunque era rey, mostró respeto a su madre por medio de inclinarse delante de ella. (1 Rey. 2:19.)

El inclinarse también podía significar que se reconocía una derrota. (Isa. 60:14.) Los que habían sido derrotados se presentaban en ocasiones delante de sus conquistadores vestidos de saco y con sogas sobre la cabeza para solicitar misericordia. (1 Rey. 20:31, 32.) Hay quien cree que dichas sogas se colocaban alrededor del cuello para representar su cautiverio y sumisión.

Aunque entre los judíos era común el inclinarse delante de una persona con autoridad en señal de respeto, Mardoqueo rehusó inclinarse delante de Hamán. Eso fue debido a que Hamán, siendo agaguita, probablemente era amalequita, y Jehová había dicho que borraría completamente el recuerdo de ellos de debajo de los cielos y que tendría guerra con Amaleq de generación en generación. (Éxo. 17:​1, 4-16.) En vista de que el inclinarse o postrarse habría tenido una connotación de paz para Hamán, Mardoqueo rehusó ejecutar ese acto para no violar el mandato de Dios. (Est. 3:5.)

Postrarse. Josué se postró delante de un ángel, “como príncipe del ejército de Jehová”, no para adorarlo, sino en reconocimiento del rango superior que ostentaba aquel ángel y debido a que había sido enviado por Jehová con una orden para él. (Jos. 5:14.)

Cuando Jesús estuvo en la Tierra, algunos se postraron ante él para hacerle peticiones y para rendirle homenaje, y él no los reprendió. Jesús era el rey designado o nombrado por Dios, como él mismo dijo: “La majestad real de Dios se ha acercado” (ED); “El reino de Dios se ha acercado”. (NM, Mar. 1:15.) En tanto era heredero del trono de David, podía ser honrado como rey. (Mat. 21:9; Juan 12:13-15.)

Sin embargo, los apóstoles de Jesucristo no permitieron que otros se postrasen ante ellos. La razón era que en esos casos en particular los que querían postrarse era en señal de adoración, como si el poder del espíritu santo que tenían los apóstoles con el que efectuaban las curaciones y otras obras poderosas proviniese de ellos mismos. Los apóstoles sabían que el poder era de Dios, que el crédito debía dársele a Él y que toda la adoración debía dirigirse a Jehová a través de Jesucristo, de quien ellos eran simples representantes. (Hech. 10:25, 26.)

Con relación al respeto que se le mostraba a Jesús, la palabra original empleada en varios pasajes es pro·sky·néo, cuyo significado primario es rendir homenaje, y se ha traducido de diversas maneras: “adorar”, “inclinarse a tierra”, “caer postrado”. Jesús no aceptó ser adorado, pues la adoración solamente le pertenece a Jehová (Mat. 4:10), pero sí admitió que se le rindiese homenaje como reconocimiento de la autoridad que le había sido concedida por Dios. El ángel que Jesucristo envió a Juan para darle la revelación rehusó ser adorado por este, demostrando así el principio de que la adoración del hombre solo le pertenece a Dios. (Rev. 19:10; véase HOMENAJE.)

Cubrirse la cabeza era una señal de respeto por parte de las mujeres, y una costumbre que también se seguía en la congregación cristiana. Al considerar el principio de la jefatura cristiana, el apóstol Pablo dijo: “Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza [...]. Por eso la mujer debe tener una señal de autoridad sobre la cabeza, debido a los ángeles”. (1 Cor. 11:3-10.)

Quitarse las sandalias era un ademán de respeto o reverencia. A Moisés y a Josué se les ordenó, respectivamente, que se quitasen las sandalias junto a una zarza ardiente y en presencia de un ángel. (Éxo. 3:5; Jos. 5:15.) Puesto que el tabernáculo y el templo eran lugares santos, se cree que los sacerdotes desempeñaban sus deberes en el santuario descalzos. De la misma manera, el desatar las correas de las sandalias de otra persona o llevarle las sandalias se consideraba una tarea servil y una expresión de humildad y de reconocimiento de la propia insignificancia en comparación con el amo. En el Oriente aún existe la costumbre de que el sirviente u otro miembro de la casa quite las sandalias al visitante. (Mat. 3:11; Juan 1:27; véase SANDALIA.)

Verter agua sobre las manos de otra persona. A Eliseo se le identificó como el ministro o sirviente de Elías por la expresión: “Derramaba agua sobre las manos de Elías”. Este era un servicio que se prestaba especialmente después de las comidas. Como en el Oriente la costumbre era comer con los dedos en lugar de usar cuchillo y tenedor, el sirviente derramaba agua sobre las manos de su amo para que se las lavase. (2 Rey. 3:11.) Una práctica similar era la de lavar los pies, lo cual se hacía como un acto de hospitalidad, de respeto, o también de humildad. (Juan 13:5; Gén. 24:32; 43:24; 1 Tim. 5:10.)

ACUERDO, COPARTICIPACIÓN

Estrechar las manos o chocar las palmas de las manos eran ademanes que se hacían para expresar que se estaba de acuerdo, se ratificaba o se confirmaba un contrato o trato. (Esd. 10:19.) Las Escrituras advierten de los peligros de estos ademanes cuando se hacían para salir fiador de otra persona. (Pro. 6:1-3; 17:18; 22:26.) La cooperación o coparticipación también se indicaba con un apretón de manos o asiendo la mano de la otra persona. (2 Rey. 10:15; Gál. 2:9.)

BENDICIÓN

Poner las manos sobre la cabeza; alzar las manos. Puesto que la palabra hebrea ba·rákj se refiere tanto a doblar las rodillas, como a arrodillarse o a bendecir, es probable que cuando las personas recibían una bendición se arrodillasen y se inclinasen delante de la persona que los bendecía. Entonces, el que bendecía ponía sus manos sobre la cabeza del que recibía la bendición. (Gén. 48:13, 14; Mar. 10:16.) Al conferir una bendición a un grupo de personas era común alzar las manos hacia ellos mientras se pronunciaba la bendición. (Lev. 9:22; Luc. 24:50.)

JURAMENTO

Alzar la mano; poner la mano debajo del muslo. Al hacer un voto había la costumbre de alzar la mano derecha. Dios dice simbólicamente de sí mismo que hace este ademán. (Deu. 32:40; Isa. 62:8.) En la visión de Daniel, el ángel alzó ambas manos a los cielos para pronunciar un juramento. (Dan. 12:7.) Otro método de confirmar un juramento era colocar la mano de una persona bajo el muslo (cadera) de otra, tal como hizo el sirviente de Abrahán al jurar que él conseguiría una esposa para Isaac de entre los parientes de Abrahán (Gén. 24:2, 9) y como hizo José a Jacob al jurar que no lo enterraría en Egipto. (Gén. 47:29-31.)

El significado exacto de esta expresión es un poco oscuro. La palabra “muslo” es la traducción más frecuente en las Escrituras Hebreas del término ya·rékj, el cual también se traduce a veces “el lado”, tal como en Éxodo 40:22 y 24, y con menos frecuencia “lomos”, siendo generalmente en estos casos un eufemismo. El término hebreo se refiere a la parte superior de la pierna que va desde la cadera hasta la rodilla, donde está el fémur.

También se usa otra forma de esta misma palabra hebrea en el caso en que el ángel “tocó el hueco de la coyuntura del muslo de Jacob cerca del tendón del nervio del muslo” y lo dejó lisiado. (Gén. 32:32.)

Podemos tener la seguridad de que las acciones de Abrahán y Jacob no tenían ninguna connotación fálica, como algunos han afirmado, pues los hebreos fieles aborrecían todas estas prácticas. Según el rabino judío Rashbam, esto se hacía cuando un superior ponía bajo juramento a un inferior que le debía obediencia, como un amo a su sirviente, o un padre a su hijo. También, según Abraham Ibn Ezra, otro erudito judío, en aquellos días era costumbre que el sirviente colocase su mano bajo el muslo de su amo al hacer un juramento, significando con ello que estaba bajo la autoridad de su amo.

DESCONSUELO, VERGÜENZA

Echarse polvo sobre la cabeza; rasgarse las prendas de vestir; vestirse de saco. La persona desconsolada, aparte de llorar, (Gén. 50:1-3; Juan 11:35), inclinaba la cabeza tristemente (Isa. 58:5), se echaba polvo sobre la cabeza (Jos. 7:6) o se sentaba en la tierra. (Job 2:13; Isa. 3:26.) El desconsuelo se solía expresar rasgándose las prendas de vestir (1 Sam. 4:12; Job 2:12) o poniéndose cenizas sobre la cabeza. (2 Sam. 13:19.) Cuando por mandato del rey Asuero los judíos fueron condenados a la destrucción en manos de sus enemigos, “saco y ceniza mismos se tendieron como lecho para muchos”. (Est. 4:3.) Jehová advirtió a Jerusalén que se ciñese de saco y se revolcase en las cenizas debido a la calamidad que venía sobre ella. (Jer. 6:26.) Miqueas dijo a los habitantes de la ciudad filistea de Afrá que se ‘revolcaran en el polvo mismo’. (Miq. 1:10.)

Cortarse el cabello o arrancarse pelos; golpearse el pecho. El cortarse el cabello (Job 1:20), el arrancarse pelos de la barba (Esd. 9:3), el cubrirse la cabeza (2 Sam. 15:30; Est. 6:12), el cubrirse el bigote (Eze. 24:17; Miq. 3:7) y el ponerse las manos sobre la cabeza eran ademanes que indicaban desconsuelo o vergüenza, a veces hasta el grado del aturdimiento. (2 Sam. 13:19; Jer. 2:37.) Se ha dicho que este último ademán significaba que la pesada mano de aflicción de Dios estaba sobre el que se lamentaba. Isaías anduvo “desnudo y descalzo” como señal de la aflicción que tenía que venir sobre Egipto y Etiopía. (Isa. 20:2-4.) Cuando alguien experimentaba un sentimiento extremo de desconsuelo o contrición a veces se golpeaba el pecho en desconsuelo (Mat. 11:17; Luc. 23:27), o se daba una palmada en el muslo en señal de pesar, vergüenza, humillación o duelo. (Jer. 31:19; Eze. 21:12.)

CÓLERA, DESPRECIO, BURLA, INSULTO E INVOCACIÓN DEL MAL

Menear la cabeza; dar una bofetada. Varios ademanes, generalmente acompañados de palabras, expresaban ira, animosidad, mofa, reproche, etc. Por ejemplo: gestos con la boca, menear la cabeza (2 Rey. 19:21; Sal. 22:7; 44:14; 109:25), dar una bofetada (Job 16:10; Mat. 5:39; Juan 18:22) y mesar el pelo de la barba de alguien. (Isa. 50:6.) Delante del tribunal supremo judío Jesús sufrió las peores vejaciones. Le escupieron, le abofetearon, le cubrieron el rostro y entonces le dieron puñetazos y se mofaron de él diciendo: “Profetízanos, Cristo. ¿Quién es el que te hirió?”. (Mat. 26:67, 68; Mar. 14:65.) Después volvió a recibir un trato similar de parte de los soldados. (Mat. 27:30; Mar. 15:19; Juan 19:3.)

Tirar polvo era otra forma de expresar desprecio. Simeí la utilizó contra David al tiempo que le maldecía y le arrojaba piedras. (2 Sam. 16:13.) Mientras Pablo presentaba su defensa delante de una chusma en Jerusalén, ellos, como evidencia de su furia, gritaron, arrojaron sus prendas exteriores de vestir y lanzaron polvo al aire. (Hech. 22:22, 23.)

Palmotear. Podía tratarse simplemente de un ademán para llamar la atención de alguien, tal como se muestra en Josué 15:18, pero a menudo indicaba cólera (Núm. 24:10), desprecio o burla (Job 27:23; Lam. 2:15), pena (Eze. 6:11), animosidad, o que la persona se regocijaba por el mal que le acaecía a un rival, a un enemigo odiado o a un opresor. En ocasiones, además de palmotear se pateaba con los pies. (Eze. 25:6; Nah. 3:19.)

NOMBRAMIENTOS

Ungir. Había ciertas prácticas que se llevaban a cabo al nombrar a alguien para un puesto o al conferirle cierta autoridad. Durante el procedimiento para la instalación del sacerdocio, Aarón fue ungido con el aceite santo de la unción. (Lev. 8:12.) Los reyes también eran ungidos. (1 Sam. 16:13; 1 Rey. 1:39.) El rey Ciro de Persia no fue ungido literalmente por un representante de Dios, pero se habla figurativamente de él como el ungido de Jehová debido a que fue nombrado para conquistar Babilonia y para libertar al pueblo de Dios. (Isa. 45:1.) Elíseo fue ‘ungido’ al recibir su nombramiento, pero no fue ungido literalmente con aceite. (1 Rey. 19:16, 19.) Jesús fue ungido por su Padre Jehová, no con aceite, sino con espíritu santo. (Isa. 61:1; Luc. 4:18, 21.) Sus hermanos engendrados por espíritu santo, quienes componen la congregación cristiana, son ungidos por medio de Cristo. (2 Cor. 1:21; Hech. 2:33.) Este ungimiento los nombra, los comisiona y los capacita para ser ministros de Dios. (1 Juan 2:20; 2 Cor. 3:5, 6.)

Imponer las manos era un método de designar el nombramiento de una persona a un puesto o responsabilidad, como sucedió en el caso de los siete hombres que fueron nombrados por los apóstoles para atender la distribución de alimento en la congregación de Jerusalén. (Hech. 6:6.) Timoteo fue nombrado por el cuerpo de ancianos de la congregación para un servicio especial. (1 Tim. 4:14.) Más tarde, él recibió la comisión del apóstol Pablo de hacer nombramientos, aunque se le aconsejó que no se apresurara al efectuarlos. (1 Tim. 5:22.)

El imponer las manos también tenía otros significados; uno de ellos era que se reconocía algo, como en Éxodo 29:10, 15, donde se indica que Aarón y sus hijos reconocieron que los sacrificios habían sido ofrecidos a favor suyo. Puede hallarse un significado similar en Levítico 4:15.

El imponer las manos también se hacía para designar a las personas que iban a recibir ciertos beneficios o poderes, como cuando Jesús hacía curaciones (Luc. 4:40) y cuando recibían el espíritu santo aquellos sobre los que Pablo imponía las manos. (Hech. 19:6.) Eso no significa que el espíritu pasara a través de las manos de Pablo. Lo que sucedía es que, como representante de Cristo y en armonía con los requisitos establecidos, Pablo estaba autorizado para designar a los que tenían que recibir los dones del espíritu. (Véase también Hechos 8:14-19.) Sin embargo, para transmitir los dones del espíritu no era necesario imponer las manos, pues, por ejemplo, en el caso de Cornelio y su casa, el apóstol Pedro simplemente estuvo presente cuando recibieron el espíritu santo y el don de hablar en lenguas. (Hech. 10:44-46.)

FAVOR

Estar de pie delante de un superior. El que alguien estuviese de pie delante de una autoridad representaba que esta le había otorgado favor y reconocimiento ya que se necesitaba permiso para poder entrar delante de la presencia de un rey. (Pro. 22:29; Luc. 1:19; 21:36.) En el capítulo siete de Revelación se ve a una gran muchedumbre de pie delante del trono, lo cual indica que Dios los reconoce con favor. (Rev. 7:9, 15.)

El decir que la cabeza de alguien sería alzada o elevada significaba a veces simbólicamente que sería levantado o restaurado a una posición de favor. (Gén. 40:13, 21; Jer. 52:31.)

LLENAR LAS MANOS DE PODER

El llenar las manos de los sacerdotes de poder para el puesto sacerdotal fue lo que representó lo que Moisés hizo cuando, como mediador, colocó varias cosas que tenían que ser sacrificadas en las manos de Aarón y sus hijos y empezó a mecerlas de acá para allá delante de Jehová. El acto de mecer las ofrendas de acá para allá representaba una presentación constante delante de Jehová. (Lev. 8:25-27.)

AMISTAD

Besar; lavar los pies; ungir la cabeza. La amistad se expresaba con un beso (Gén. 27:26; 2 Sam. 19:39) y, en ocasiones de profunda emoción, echándose sobre el cuello de otra persona, abrazándola, besándola y llorando. (Gén. 33:4; 45:14, 15; 46:29; Luc. 15:20; Hech. 20:37.) Había tres cosas que se consideraban siempre necesarias al mostrar hospitalidad a un huésped: besarle al saludarle, lavarle los pies y derramar aceite sobre su cabeza. (Luc. 7:44-46.)

Debido a que en tiempos de Jesús era costumbre reclinarse a la mesa para comer, el recostarse sobre el seno de otra persona era una señal de íntima amistad o favor, y a esta posición se la llamaba la “posición del seno”. (Juan 13:23, 25.) Esta costumbre sirvió de base para las ilustraciones de Lucas 16:22, 23 y Juan 1:18.

Comer con alguien de su pan era un símbolo de amistad y paz. (Gén. 31:54; Éxo. 2:20; 18:12.) El volver después para hacerle daño se consideraba como la más vil de las traiciones. Eso fue lo que hizo el traidor Judas. (Sal. 41:9; Juan 13:18.)

INOCENCIA, RECHAZAR LA RESPONSABILIDAD POR ALGO

Lavarse las manos. Esta era una manera figurativa de declararse inocente o no responsable de cierta acción. Así es como el salmista declara su inocencia en el Salmo 73:13. (Véase también Salmos 26:6.) Pilato trató de eludir su responsabilidad con relación a la muerte de Jesús por medio de lavarse las manos delante de las muchedumbres, diciendo: “Soy inocente de la sangre de este hombre. Ustedes mismos tienen que atender a ello”. (Mat. 27:24.)

Sacudir las prendas de vestir. Pablo mostró que rechazaba toda posible responsabilidad cuando sacudió sus prendas de vestir delante de los judíos de Corinto a los que había predicado a pesar de su oposición, diciendo: “Esté la sangre de ustedes sobre sus propias cabezas. Yo estoy limpio. Desde ahora me iré a gente de las naciones”. (Hech. 18:6.) Cuando Nehemías sacudió su “seno” es decir, el seno de su prenda de vestir, dio a entender que Dios iba a rechazar a quien no obrara de acuerdo con su palabra. (Neh. 5:13.)

Sacudirse el polvo de los pies. El sacudirse la suciedad o el polvo de los pies también indicaba que se declinaba toda responsabilidad. Jesús dijo a sus discípulos que se sacudiesen el polvo de los pies en cualquier lugar o ciudad que no los recibiese o escuchase. (Mat. 10:14; Luc. 10:10, 11; Hech. 13:51.)

GOZO

Batir las manos. El gozo se demostraba mediante batir las manos (Sal. 47:1) y bailar, a menudo con acompañamiento musical. (Jue. 11:34; 2 Sam. 6:14.) El gritar y cantar durante el trabajo, particularmente durante la época de la vendimia, eran expresiones de felicidad o de gozo apreciativo. (Isa. 16:10; Jer. 48:33.)

OPOSICIÓN

Agitar la mano (amenazadoramente) contra alguien indicaba oposición. (Isa. 10:32; 19:16.) El ‘levantar la cabeza’ significaba oposición, lucha u opresión. (Jue. 8:28; Sal. 83:2.)

Lamer el polvo simbolizaba derrota y destrucción. (Sal. 72:9; Isa. 49:23.)

Colocar la mano o el pie en la espalda o cerviz de los enemigos era una forma simbólica de describir la derrota de un enemigo, su fuga, persecución y captura. (Gén. 49:8; Jos. 10:24; 2 Sam. 22:41; Sal. 18:40.)

ASUMIR AUTORIDAD O TOMAR ACCIÓN

Ponerse de pie o levantarse significaba asumir autoridad, poder o tomar acción. De los reyes se dice que se ponían de pie cuando asumían su autoridad real o cuando empezaban a ejercerla. (Dan. 8:22, 23; 11:2, 3, 7, 21; 12:1.) A Jehová se le representa levantándose para llevar a cabo el juicio de la gente. (Sal. 76:9; 82:8.) De Satanás se dice que se puso de pie contra Israel cuando incitó a David a hacer el censo. (1 Cró. 21:1.)

Ceñirse los lomos indica prepararse para la acción. Esta acción se basaba en la costumbre de tiempos bíblicos de recogerse las amplias prendas de vestir con un cinturón o faja de manera que no estorbasen al trabajar, correr, etc. (Job 40:7; Jer. 1:17; Luc. 12:37; 1 Ped. 1:13; véase nota al pie de la página.)

MISCELÁNEO

Acostarse a los pies. Cuando Rut quiso recordarle a Boaz que era un recomprador, fue durante la noche, le descubrió los pies y se acostó junto a ellos. Cuando él se despertó, Rut le dijo: “Soy Rut tu esclava, y tienes que extender tu falda sobre tu esclava, porque tú eres un recomprador”. De esa forma Rut indicó que deseaba entrar en un matrimonio de cuñado. (Rut 3:6-9.)

Aspecto al ayunar. ‘El afligir uno su alma’ principalmente hacía referencia al ayuno, y podía representar duelo, reconocimiento de pecados, arrepentimiento o contrición. (Lev. 16:29, 31; 2 Sam. 1:1 2; Sal. 35:13; Joel 1:13, 14.) En los días de Jesús, algunos hipócritas presentaban un semblante triste y desfigurado cuando ayunaban para dar una impresión de santidad, pero Jesús dijo a sus discípulos que cuando ayunasen deberían untarse la cabeza con aceite y lavarse el rostro para que su ayuno pasase inadvertido a los hombres, sabiendo que el Padre celestial ve lo que hay en el corazón. (Mat. 6:16-18.) Los cristianos también practicaban el ayuno en ocasiones en que querían prestar atención indivisa a asuntos espirituales. (Hech. 13:2, 3; véase AYUNO.)

Poner la mano sobre los ojos de alguien que había fallecido. La expresión de Jehová a Jacob: “José pondrá su mano sobre tus ojos” (Gén. 46:4) era una forma de decir que José cerraría los ojos de Jacob después de su muerte, responsabilidad que normalmente recaía sobre el primogénito. Así parece que de esta manera Jehová le hizo saber a Jacob que el derecho de primogénito llegaría a ser de José. (1 Cró. 5:2.)

Silbar ante algo representaba sorpresa o asombro. Así se sintieron los que contemplaron la sobrecogedora desolación de Judá y, después, la escalofriante ruina de Babilonia. (Jer. 25:9; 50:13; 51:37.)

Era costumbre que los reyes u hombres que ocupaban una posición de autoridad se sostuvieran sobre el brazo de un siervo o de alguien de rango inferior, tal como hizo el rey Jehoram de Israel. (2 Rey. 7:2, 17.) El rey Ben-hadad se apoyaba en la mano de su siervo Naamán cuando se inclinaba en la casa de su dios Rimón. (2 Rey. 5:18.)

USO FIGURATIVO DE CIERTAS ACCIONES

Lavar los pies a otra persona. Cuando lavó los pies de sus discípulos, Jesús usó una de las costumbres orientales para dar a sus discípulos una lección de humildad y mostrarles que tenían que servirse unos a otros. Pedro le solicitó que no solo le lavase los pies sino también las manos y la cabeza. Pero Jesús contestó: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, sino que está todo limpio”. (Juan 13:3-10.) Con estas palabras Jesús se refirió a que cuando alguien regresa a su casa después de un baño, solamente necesitaría lavarse los pies para quitarse el polvo del camino. Jesús usó la limpieza física como representación de la limpieza espiritual.

Andar. Otra acción que se utiliza en sentido figurado es: “andar”. Andar significa seguir un cierto proceder, tal como “Noé andaba con el Dios verdadero”. (Gén. 6:9; 5:22.) Los que andaban con Dios seguían el proceder que Dios marcaba y hallaban su favor. Las Escrituras Griegas Cristianas utilizan esta misma expresión para describir las dos maneras opuestas de obrar antes y después de llegar a ser siervo de Dios. (Efe. 2:2, 10; 4:17; 5:2.) De manera similar, ‘correr’ representa cierta manera de actuar. (1 Ped. 4:4.) Dios dijo que los profetas de Judá “corrieron” aunque no habían sido enviados por Él, dando a entender que actuaron como profetas falsos, no autorizados. (Jer. 23:21.) Pablo compara el cristianismo a una carrera en la que uno puede correr bien o mal y en la que hay que apegarse a las reglas a fin de poder ganar el premio. (1 Cor. 9:24; Gál. 2:2; 5:7.)

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