AZEQÁ
(quizás: “Tierra Azadonada”).
Ciudad de la Sefelá que defendía la parte superior del valle de Elá. Unos 8 Km. hacia el O., en las llanuras de Filistea, estaba la ciudad de Libná, que dominaba la entrada del valle. La ubicación de esa antigua ciudad se sitúa en Tell ez-Zakariyeh.
La primera vez que se menciona es en Josué 10:5-11, donde se registra el ataque combinado de cinco reyes cananeos contra Gabaón. Josué y su ejército fueron en ayuda de Gabaón y persiguieron a los ejércitos cananeos “hasta Azeqá y Maquedá”, a más de 32 Km. de distancia. Posteriormente, la ciudad fue asignada a la tribu de Judá. (Jos. 15:20, 35.)
Durante el reinado del rey Saúl (1117-1077 a. E.C.) los filisteos agruparon sus fuerzas entre Socó y Azeqá y presentaron a Goliat como su adalid. Cuando llegaron los israelitas, los dos ejércitos se encararon, uno a un lado del valle de Elá y el otro en el lado opuesto, hasta que la inesperada victoria de David sobre Goliat puso en fuga a los filisteos. (1 Sam. 17:1-53.)
Al dividirse la nación después de la muerte de Salomón (997 a. E.C.), el rey Rehoboam de Judá fortificó Azeqá, Lakís y otras ciudades estratégicas. (2 Cró. 11:5-10.) Las excavaciones que se han hecho en Tell ez-Zakariyeh revelan los restos de muros y torres así como evidencias de una ciudadela fortificada en la parte más alta.
Cuando las tropas babilonias de Nabucodonosor invadieron el reino de Judá (609-607 a. E.C.), Azeqá y Lakís fueron las dos últimas ciudades fortificadas que cayeron antes de la conquista de Jerusalén. (Jer. 34:6, 7.) Como posible confirmación se encuentran los ostraca (fragmentos de cerámica inscritos) llamados las “Cartas de Lakís”, uno de los cuales contiene un mensaje dirigido posiblemente por una avanzada militar al comandante de Lakís, que en parte dice: “[...] Vigilamos las señales de Lakiš, según las indicaciones que mi señor dio, pues no vemos Azeqah”. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, de James B. Pritchard, pág. 252.) Si, como parece ser, esta carta se escribió al tiempo del ataque babilonio, indicaría que Azeqá ya había caído, y por esta razón no se recibían señales de dicha fortaleza.
Después del período de setenta años de desolación de aquella tierra, Azeqá fue una de las ciudades que los exiliados judíos repoblaron al regresar. (Neh. 11:25, 30.)