CIRCUNCISIÓN
Extirpación del prepucio en el caso de los varones o de los labios mayores o menores en el de las hembras. La circuncisión significa literalmente “cortar alrededor” y es una operación relativamente sencilla en los niños recién nacidos, pero más dolorosa cuando se practica en hombres adultos. (Gén. 34:24, 25.) La circuncisión de mujeres, aunque practicada en ciertas sociedades paganas, a veces de modo brutal, no se menciona en las Escrituras.
En 1919 a. E.C., un año antes del nacimiento de Isaac, Jehová Dios le impuso a Abrahán el requisito de la circuncisión diciendo: “Este es mi pacto que ustedes guardarán [...]: Todo varón de ustedes tiene que ser circuncidado”. Todo varón de la casa de Abrahán, tanto de sus descendientes como de sus subordinados, estaba incluido, de manera que Abrahán, su hijo Ismael, de trece años, y todos sus esclavos tomaron sobre sí mismos esta “señal del pacto”. Los nuevos esclavos también tenían que ser circuncidados. Desde entonces en adelante, todo varón de la casa, fuese esclavo o libre, tenía que ser circuncidado al octavo día de su nacimiento. El desacato a este requisito divino se castigaba con la muerte. (Gén. 17:1, 9-14, 23-27.)
Los egipcios practicaban la circuncisión, tal como se ilustra en ciertas pinturas murales y se ha observado en algunas momias, pero no se sabe con seguridad cuándo empezó en aquel país, y hasta qué grado se llevaba a cabo. Se ha dicho que José, como administrador de alimentos, introdujo esa práctica en Egipto. Otros prefieren la versión de Heródoto, según la cual fue Abrahán quien tomó la costumbre de los egipcios. Respondiendo a estas últimas afirmaciones, W. M. Thomson dice: “En cuanto al testimonio de Heródoto, que llegó a Egipto quince siglos después, y que a pesar de su gran erudición e investigaciones ha escrito gran cantidad de absurdos, rehúso absolutamente colocarlo a la misma altura que el de Moisés. El gran fundador del estado judío —el mayor legislador conocido—, nacido y criado en Egipto, declara los hechos relacionados con la introducción de la circuncisión en su pueblo. Un simple viajero e historiador —un extranjero, un griego— viene mucho más tarde, y hace declaraciones que son en parte verídicas y en parte erróneas, como muestra Josefo en su respuesta a Apión; luego ciertos autores escépticos, más de veinte siglos después de Heródoto, toman sus imperfectas declaraciones, torciéndolas y ampliándolas para probar que Abrahán no recibió el mandato de la circuncisión de parte de Dios (como Moisés explica), sino que adoptó dicha práctica de los egipcios. Con tales armas no se puede atacar con éxito la veracidad de Moisés”. (The Land and the Book, págs. 590, 591.)
Los asirios, los babilonios, los griegos y especialmente los filisteos eran pueblos que no practicaban la circuncisión. En particular es de estos últimos, y no de todos los cananeos en general, de los que se habla despectivamente como “los incircuncisos”, y fue al luchar contra ellos que se traían prepucios como trofeos. (Jue. 14:3; 15:18; 1 Sam. 14:6; 17:26; 18:25-27; 2 Sam. 1:20; 1 Cró. 10:4.)
Los descendientes de Abrahán por medio de Isaac y Jacob guardaron fielmente el pacto de la circuncisión. “Abrahán procedió a circuncidar a Isaac su hijo cuando este tenía ocho días de edad, tal como le había mandado Dios.” (Gén. 21:4; Hech. 7:8; Rom. 4:9-12.) Los bisnietos de Abrahán le dijeron a Siquem y a sus conciudadanos: “No nos es posible [...] dar nuestra hermana [Dina] a un hombre que tiene prepucio [...]. Solo con esta condición podemos darles consentimiento, que lleguen a ser como nosotros, siendo circuncidado todo varón de ustedes”. (Gén. 34:13-24.) Cuando Moisés pasó por alto el mandato de circuncidar a su hijo, incurrió en la ira de Dios, hasta que su esposa Ziporá lo hizo por él. (Éxo. 4:24-26.)
REALIZADA AL OCTAVO DÍA
La circuncisión era un requisito obligatorio de la ley mosaica. “Al octavo día [después del nacimiento de un varón] se le circuncidará la carne de su prepucio.” (Lev. 12:2, 3.) Tan importante era que así fuese que se circuncidaba al niño al octavo día aunque este cayese en sábado, día de descanso observado estrictamente. (Juan 7:22, 23.) Algunos ejemplos de padres que estaban bajo la Ley y fielmente hicieron que sus hijos fueran circuncidados al octavo día son: los de Juan el Bautista, los de Jesús y los de Pablo. (Luc. 1:59; 2:21; Fili. 3:4, 5.) La Ley también requería que un extranjero fuera circuncidado para poder comer la Pascua. (Éxo. 12:43-48.)
¿Por qué se especificó el octavo día para la circuncisión? Jehová no lo explicó, ni tampoco era indispensable que lo hiciese. Sus caminos siempre son rectos, y sus razones sin duda son las mejores. (2 Sam. 22:31.) Sin embargo, en años recientes se han conocido algunas de las razones físicas por las que el octavo día era el tiempo indicado para la circuncisión. En la sangre no se encuentran cantidades normales del elemento de coagulación llamado “vitamina K” sino hasta del quinto al séptimo día después del nacimiento. Además, otro factor coagulante conocido como protrombina solo existe en cantidades de aproximadamente el 30% de lo normal para el tercer día, mientras que para el octavo día su proporción es más elevada que en cualquier otro tiempo de la vida del niño, pues alcanza el 110% de lo normal. De modo que el seguir las instrucciones de Jehová ayudaría a evitar el peligro de hemorragia. Como observa el Dr. S. I. McMillen: “De una consideración de la vitamina K y de las determinaciones de la protrombina, el día idóneo para practicar una circuncisión es el octavo día [...], [el] día escogido por el Creador de la vitamina K”. (None of These Diseases, 1963, págs. 22, 23.)
La circuncisión solía realizarla, aunque no siempre, el cabeza de la casa. En tiempos posteriores la practicaba alguien designado y entrenado de antemano para esta operación. En el primer siglo parece que llegó a ser costumbre el dar nombre al niño cuando era circuncidado. (Luc. 1:59, 60; 2:21.)
Los israelitas no circuncidaron a los varones recién nacidos durante los cuarenta años que vagaron por el desierto. De manera que después de cruzar el Jordán, Josué hizo circuncidar con cuchillos de pedernal en Guilgal a todos aquellos varones, y Jehová les protegió hasta que se recuperaron. (Jos. 5:2-9.)
DESPUÉS DEL EXILIO
La influencia griega empezó a sentirse en el Oriente Medio dos siglos después de que los judíos volvieron de Babilonia, y muchos pueblos dejaron de practicar la circuncisión. Pero cuando el rey sirio Antíoco IV Epífanes proscribió la circuncisión, se encontró con madres judías que preferían morir antes de negar a sus hijos la “señal del pacto”. (Gén. 17:11.) Años más tarde, el emperador romano Adriano descubrió lo mismo cuando prohibió a los judíos circuncidar a sus niños. Sin embargo, algunos atletas judíos consideraban más importante el participar desnudos en los juegos helénicos que permanecer fieles a Jehová y por lo tanto intentaban llegar a ser “incircuncisos” sometiéndose a una operación con el fin de restaurar a cierto grado la apariencia de un prepucio, evitando así que se les despreciara y ridiculizara. Pablo debe haber aludido a tal práctica cuando aconsejó a los cristianos: “¿Fue llamado algún hombre en estado de circuncisión? No se haga incircunciso”. (1 Cor. 7:18.)
NO SE REQUIERE DE LOS CRISTIANOS
Después que Jehová mostró que aceptaba a los gentiles dentro de la congregación cristiana, y ya que muchos de entre las naciones estaban respondiendo a la predicación de las buenas nuevas, el cuerpo gobernante de Jerusalén tenía que tomar una decisión a este respecto. ¿Era necesario que los cristianos gentiles se circuncidaran en la carne? La conclusión fue: Entre las “cosas necesarias”, tanto para los gentiles como para los judíos, no se encontraba la circuncisión. (Hech. 15:6-29.)
Pablo circuncidó a Timoteo poco después de salir el decreto, no como cuestión de fe, sino para evitar predisponer a los judíos a quienes predicasen. (Hech. 16:1-3; 1 Cor. 9:20.) El apóstol trató sobre la circuncisión en varias cartas. (Rom. 2:25-29; Gál. 2:11-14; 5:2-6; 6:12-15; Col. 2:11; 3:11.) “Nosotros somos los que tenemos la circuncisión verdadera [del corazón], los que estamos rindiendo servicio sagrado por el espíritu de Dios”, escribió Pablo a los cristianos gentiles de Filipos. (Fili. 3:3.) Mientras que a los de Corinto, el mismo apóstol escribió: “La circuncisión no significa nada, y la incircuncisión no significa nada, pero la observancia de los mandamientos de Dios sí”. (1 Cor. 7:19.)
La palabra “circuncisión” también se utiliza como figura retórica. Por ejemplo, después de plantar un árbol en la Tierra Prometida, “por tres años continuará incircunciso para ustedes”; su fruto era considerado como su “prepucio”, no debía comerse. (Lev. 19:23.) En otra ocasión Moisés le dijo a Jehová: “¡Mira! Soy incircunciso de labios, de modo que, ¿cómo es posible que Faraón me escuche?”. (Éxo. 6:12, 30.) La expresión “los incircuncisos” es una manera figurativa de describir con gran desprecio a las personas que solo merecen ser sepultadas en un lugar común junto con los muertos a espada de la clase más baja. (Eze. 32:18-32.)
La circuncisión del corazón era un requisito divino incluso para los israelitas que ya estaban circuncidados en la carne. Moisés le dijo a Israel: “Ustedes tienen que circuncidar el prepucio de sus corazones y no endurecer más su cerviz”. “Jehová tu Dios tendrá que circuncidar tu corazón y el corazón de tu prole, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma en el interés de tu vida.” (Deu. 10:16; 30:6.) Jeremías le recordó lo mismo a aquella nación de su día que era propensa a descaminarse. (Jer. 4:4.) ‘La circuncisión de corazón’ significa librarse de todo afecto o motivo que sea desagradable e inmundo a los ojos de Jehová y que insensibilice el corazón. De manera similar, de los oídos que no son sensibles o que no responden se dice que son “incircuncisos”. (Jer. 6:10; Hech. 7:51.)