DÍA DE JEHOVÁ
Período especial de tiempo, no un día de veinticuatro horas, en el que Jehová actúa en contra de sus enemigos y a favor de su pueblo. En este día, Jehová ejecuta juicio contra los inicuos, y sale victorioso sobre sus opositores. Es también un tiempo de salvación y liberación para el justo, un día en el cual Jehová es ensalzado como Ser Supremo. Así, por estos dos motivos, se trata de una ocasión excepcional y única: el gran día de Jehová.
OCASIONES DE JUICIO DE DESTRUCCIÓN
La expresión “día de Jehová” se ha usado para referirse a diferentes ocasiones que acontecieron en el pasado y en las cuales el Altísimo ejecutó juicios de destrucción. Por ejemplo, ciertas profecías de Isaías, Ezequiel y Sofonías que hablaban del día de Jehová tuvieron un cumplimiento cuando Jerusalén fue destruida por los babilonios. (Isa. 2:11-17; Eze. 13:5; Sof. 1:4-8.)
Más tarde, por medio del profeta Malaquías, se predijo otro “día de Jehová, grande e inspirador de temor”, y se dijo que sería precedido por la venida de “Elías el profeta”. (Mal. 4:5, 6.) El Elías original había vivido casi quinientos años antes de que se pronunciara aquella profecía, pero en el primer siglo de la era común Jesús indicó que Juan el Bautista era la predicha correspondencia de Elías. (Mat. 11:12-14; Mar. 9:11-13.) En consecuencia, en aquel tiempo estaba próximo un “día de Jehová”. En Pentecostés de 33 E.C. Pedro explicó que se estaba cumpliendo la profecía de Joel (2:28-32) concerniente al derramamiento del espíritu de Dios, y esto también tenía que suceder antes del “grande e ilustre día de Jehová”. (Hech. 2:16- 21.) Aquel “día de Jehová” vino en 70 E.C. cuando, en cumplimiento de su Palabra, Jehová hizo que los ejércitos de Roma ejecutaran el juicio divino sobre la nación que había rechazado al Hijo de Dios y gritado en tono desafiante: “No tenemos más rey que César”. (Juan 19:15; Dan. 9:24-27.)
Sin embargo, las Escrituras indican que en el futuro habrá otro “día de Jehová”. Cuando los judíos fueron restaurados a Jerusalén después del exilio en Babilonia, Jehová hizo que su profeta Zacarías (14:1-3) predijera “un día que pertenece a Jehová”. En ese día Él recogerá no solo a una nación, sino a “todas las naciones contra Jerusalén”, y en el clímax de ese día “Jehová ciertamente saldrá y guerreará contra aquellas naciones”, llevándolas a su fin. El apóstol Pablo, bajo inspiración, asoció la venida del “día de Jehová” con la presencia de Cristo. (2 Tes. 2:1, 2.) Y Pedro habló de este día con relación al establecimiento de unos ‘nuevos cielos y una nueva tierra en los que la justicia habrá de morar’. (2 Ped. 3:10-13.)
A todos les debería preocupar el estar en seguridad y a salvo durante el gran día de Jehová. Después de preguntar: “¿Quién puede sostenerse bajo él?”, Joel dice: “Jehová será un refugio para su pueblo”. (Joel 2:11; 3:16.) La invitación se extiende misericordiosamente a todas las personas, pero pocos son los que se aprovechan de esta provisión de refugio por medio de seguir el consejo de Sofonías: “Antes que el estatuto dé a luz algo, antes que el día haya pasado justamente como el tamo, antes que venga sobre ustedes la cólera ardiente de Jehová, antes que venga sobre ustedes el día de la cólera de Jehová, busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová”. (Sof. 2:2, 3.)