SORDERA
Privación completa o parcial del sentido del oído. Suele ser debida a una enfermedad, accidente o ruido fuerte, ya sea intenso y repentino o bien prolongado. Algunas personas nacen sordas. Otra causa de sordera que se menciona en la Biblia es la posesión demoníaca. (Mar. 9:25-29.)
Jehová, el Creador del oído (Pro. 20:12), exigía de su pueblo que mostrase consideración a los sordos. Los israelitas no tenían que ridiculizar o invocar el mal contra las personas sordas, pues estas no podían defenderse de declaraciones que no podían oír. (Lev. 19:14; compárese con Salmos 38:13, 14.)
Obviamente, entonces, las palabras de Jehová registradas en Éxodo 4:11, donde dice que Él es el que ‘asigna al sordo’, no significan que Él sea responsable de todos los casos de sordera. Sin embargo, Jehová puede hacer que una persona llegue a estar literalmente sorda, muda o ciega por una razón o propósito en particular. El padre de Juan el Bautista quedó mudo temporalmente por no haber creído. (Luc. 1:18-22, 62-64.) Una persona también puede quedarse sorda por violar la ley de Dios, como a veces le ocurre a aquel que contrae una enfermedad venérea por causa de las relaciones sexuales. De modo que, indirectamente, Jehová puede ser considerado la fuente de la sordera. También pudiera decirse que Dios ‘asigna’ a ciertas personas para que sean sordas espiritualmente debido a que Él les permite permanecer en ese estado si ellas así lo deciden. (Compárese con Isaías 6:9, 10.)
Durante su ministerio, Jesucristo demostró poderes curativos milagrosos al restaurar en varias ocasiones el sentido del oído a personas sordas. (Mat. 11:5; Mar. 7:32-37; Luc. 7:22.) Esto asegura que bajo su gobierno sobre la Tierra todas las aflicciones, incluyendo la sordera, serán eliminadas.
La Biblia también se refiere a la sordera en sentido figurado o espiritual. El salmista comparó los inicuos que rehúsan dejarse dirigir a una cobra que se hace sorda a la voz de los encantadores. (Sal. 58:3-5.) De manera similar, los israelitas de los días de Isaías, aunque tenían oídos, eran sordos debido a su lentitud en escuchar y responder a la palabra de Jehová. (Isa. 42:18-20; 43:8.) Sin embargo, después de la predicha restauración del cautiverio, el pueblo de Dios dejaría de ser sordo en sentido espiritual. Oiría la palabra de Jehová, es decir, prestaría atención a ella. (Isa. 29:18; 35:5.) Mientras Jesucristo estuvo en la Tierra, abrió muchos oídos al entendimiento, permitiendo que los sanados obrasen en armonía con lo que habían oído. (Mat. 13: 16, 23.)