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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 419-420

DECLARAR JUSTO

Esta expresión bíblica se traduce en muchas versiones de la Biblia por el verbo “justificar” y por formas sustantivas como “justificación”. Las palabras originales (di·kai·ó·o [verbo] y di·kái·o·ma, di·kái·o·sis [sustantivos]) que aparecen en las Escrituras Griegas Cristianas, donde más se habla de este tema, conllevan básicamente la idea de “absolver” o “librar de cualquier cargo”, “considerar libre de culpa” y, por lo tanto, “exonerar” o “pronunciar y tratar como justo”. (A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, de Arndt y Gingrich, págs. 196, 197; A Greek-English Lexicon, de Liddell y Scott, pág. 354; A Greek and English Lexicon of the New Testament, de Edward Robinson, págs. 184, 185.)

Así, el apóstol Pablo dice que Dios es “probado justo [forma de di·kai·ó·o]” en sus palabras y que sale victorioso al ser juzgado por sus detractores. (Rom. 3:4.) Jesús dijo que la “sabiduría queda probada justa por sus obras” y que, al rendir cuentas en el Día del Juicio, los hombres serían ‘declarados justos [forma de di·kai·ó·o]’ o condenados por sus palabras. (Mat. 11:19; 12:36, 37.) El propio Jesús dijo que el humilde recaudador de impuestos que oraba arrepentido en el templo “bajó a su casa probado más justo” que el jactancioso fariseo que oraba al mismo tiempo. (Luc. 18:9-14; 16:15.)

Sin embargo, estas palabras griegas también se usan para hacer referencia a un acto de Dios por medio del cual uno es considerado sin culpa. (Hech. 13:38, 39.)

EN LA CONGREGACIÓN CRISTIANA

Con la venida del Hijo de Dios como Redentor prometido, llegó a existir un nuevo factor sobre el que Dios podía basar sus tratos con sus siervos humanos. Los seguidores de Jesucristo que han sido llamados para ser sus hermanos espirituales, con la perspectiva de ser coherederos con él en el reino celestial (Rom. 8:17), primero son declarados justos por Dios sobre la base de su fe en Jesucristo. (Rom. 3:24, 28.) Este es un acto judicial de Jehová Dios. Por consiguiente, nadie puede ‘presentar acusación’ contra sus escogidos ante Él como Juez Supremo. (Rom. 8:33, 34.) ¿Por qué toma Dios esta acción respecto a ellos?

En primer lugar, Jehová es perfecto y santo. (Isa. 6:3.) En consecuencia, los que Él acepta como sus hijos deben ser perfectos, en armonía con su santidad. (Deu. 32:4, 5.) Jesucristo, el Hijo principal de Dios, demostró ser perfecto, “leal, sin engaño, incontaminado, separado de los pecadores”. (Heb. 7:26.) Sin embargo, sus seguidores son escogidos de entre los hijos de Adán, quien, debido a su pecado, engendró una familia imperfecta y pecadora. (Rom. 5:12; 1 Cor. 15:22.) Por ello, como se muestra en Juan 1:12, 13, los seguidores de Jesús no eran en un principio hijos de Dios. Jehová Dios dispuso por su bondad inmerecida un proceso de “adopción” por medio del cual Él acepta a estas personas favorecidas y las introduce en una relación espiritual como parte de la familia de sus hijos. (Rom. 8:15, 16; 1 Juan 3:1.) Por consiguiente, Dios establece la base para su entrada o adopción a la condición de hijos, al declararlos justos por medio del mérito del sacrificio de rescate de Cristo en el cual ejercen fe, y este sacrificio les exonera de toda culpa debida al pecado. (Rom. 5:1, 2, 8-11; compárese con Juan 1:12.) De este modo se les “imputa” o atribuye condición de justos, todos sus pecados les son perdonados y no se les tienen en cuenta. (Rom. 4:6-8; 8:1, 2; Heb. 10:12, 14.)

Aunque disfrutan de una condición de personas justas ante Dios, estos cristianos no han alcanzado en la carne la perfección literal o verdadera. (1 Juan 1:8; 2:1.) En vista de la perspectiva de vida celestial que tienen estos seguidores de Cristo, no necesitan en realidad tal perfección física. (1 Cor. 15:42-44, 50; Heb. 3:1; 1 Ped. 1:3, 4.) Sin embargo, por ser declarados justos, es decir, habiéndoseles ‘imputado’ o atribuido justicia, satisfacen los requisitos de Dios en este sentido y Él los introduce en el “nuevo pacto” validado por la sangre de Jesucristo. (Luc. 22:20; Mat. 26:28.) Estos hijos espirituales adoptivos, que se encuentran dentro del nuevo pacto que se ha hecho con el Israel espiritual, son “bautizados en Cristo” y, finalmente, sufren una muerte como la suya. (Rom. 6:3-5; Fili. 3:10, 11.)

Jesucristo, después de su fiel proceder hasta la muerte, fue “hecho vivo en el espíritu” y recibió inmortalidad e incorrupción. (1 Ped. 3:18; 1 Cor. 15:42, 45; 1 Tim. 6:16.) De esta forma fue “declarado [o pronunciado] justo en espíritu” (1 Tim. 3:16; Rom. 1:2-4) y se sentó a la diestra de Dios en los cielos. (Heb. 8:1; Fili. 2:9-11.) Los seguidores fieles de las pisadas de Cristo esperan con anhelo una resurrección como la de él (Rom. 6:5) y llegar a ser partícipes de la “naturaleza divina”. (2 Ped. 1:4.)

Ya que solo Dios puede declarar justa a una persona, carece de valor el que alguien intente ser probado justo sobre la base de sus propios méritos o por aceptar el que otros le juzguen justo. (Rom. 3:19-24; Gál. 3:10-12; véase JUSTICIA.)

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