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Ayuda para entender la Biblia
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ESDRAS

(“La Ayuda”).

Sacerdote aarónico descendiente de Eleazar y Finehás; erudito y hábil copista, además de maestro de la Ley y experto tanto en hebreo como en arameo. Esdras tenía un celo genuino por la adoración pura, y había “preparado su corazón para consultar la ley de Jehová y para ponerla por obra y para enseñar en Israel disposiciones reglamentarias y justicia”. (Esd. 7:1-6, 10.) Aparte del libro que lleva su nombre, es muy probable que haya escrito los dos libros de Crónicas, y la tradición judía le atribuye haber comenzado a compilar y a catalogar los libros de las Escrituras Hebreas. Más aún, Esdras fue un investigador sobresaliente, pues en los dos libros de Crónicas citó al menos catorce fuentes de información. Como en su día muchos judíos estaban esparcidos por diversos lugares. fue preciso que se hicieran numerosas copias de las Escrituras Hebreas, y es probable que Esdras fuese uno de los que iniciasen esta obra.

A JERUSALÉN

En 468 a. E.C., sesenta y nueve años después del regreso del resto judío fiel desde Babilonia bajo el acaudillamiento de Zorobabel, el rey persa Artajerjes I (Longimano) le concedió a Esdras “toda su solicitud” con respecto a ir a Jerusalén a fin de dar adelanto a la adoración verdadera. Según la carta oficial del rey, aquellos israelitas que por su propia voluntad desearan ir con Esdras a Jerusalén podrían hacerlo. (Esd. 7:1, 6, 12, 13.)

Muchos judíos habían prosperado en Babilonia, de modo que, desde un punto de vista material, no les atraían las perspectivas de volver a Jerusalén. Para aquel entonces la ciudad estaba escasamente poblada. El buen comienzo que habían tenido los judíos bajo Zorobabel parecía haber terminado. De manera que regresar a Jerusalén suponía una pérdida de posición, romper lazos afectivos, renunciar a una forma de vida más o menos cómoda para iniciar una nueva vida en una tierra distante, bajo circunstancias penosas, difíciles y posiblemente peligrosas. Todo esto sin hacer mención del viaje, largo y lleno de dificultades, entre numerosas tribus árabes hostiles y otros enemigos. Para emprender tal viaje se requería celo por la adoración verdadera, fe en Jehová y valor. Tan solo unos 1.500 hombres y sus familias, un total de unas 6.000 personas, estuvieron dispuestas y en condiciones de hacer el viaje. El ir al frente de esta expedición suponía una tarea difícil para Esdras, pero su experiencia en la vida le había preparado y fortalecido, y la mano de Jehová estaba sobre él. (Esd. 7:10, 28; 8:1-14.)

CON NEHEMÍAS

No se sabe con certeza si Esdras permaneció en Jerusalén o regresó a Babilonia, pero las malas condiciones en que llegó a estar la ciudad y la corrupción que había infectado al sacerdocio parecen indicar que estaba ausente. Tal vez Nehemías le llamase para que regresara después de la reconstrucción de los muros de Jerusalén. Sea como fuere, aparece de nuevo en la escena, esta vez leyendo la Ley al pueblo congregado e instruyéndolo. En el segundo día de esa asamblea los cabezas del pueblo tienen una reunión especial con Esdras para escudriñar la Ley. Se celebra con regocijo la fiesta de las cabañas. Después de la observancia de ocho días, se decide hacer el 24 de Tisri un día de ayuno, oración y confesión de pecados. Bajo la firme dirección de Esdras y Nehemías se hace un “arreglo fidedigno”, en esta ocasión no verbal, sino escrito y refrendado por el sello de los príncipes, levitas y sacerdotes. (Neh. 8:1-9, 13-18; cap. 9.)

El celo de Esdras por la justicia, la confianza con la cual él oraba a Jehová, su fidelidad al enseñar la ley de Dios a Israel y su entrega por dar adelanto a la adoración verdadera, hacen de él, como parte de la “tan grande nube de testigos”, un ejemplo excelente digno de ser imitado. (Heb. 12:1.)

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