FUNDAMENTO
La base o infraestructura sobre la cual se erige un edificio y que sirve para distribuir por igual sobre el suelo el peso de la sobrestructura. Ya que la fuerza y solidez de un edificio depende en gran parte de la fortaleza de su fundamento, se tiene que ejercer mucho cuidado al colocarlo. Los buenos fundamentos eran vitales en Palestina, no solo para resistir las fuertes lluvias, vientos e inundaciones, sino también los terremotos, pues esta región es una zona de actividad sísmica.
El Gran Edificador Jehová, al responder a Job desde la tempestad de viento, comparó la Tierra a un edificio. (Job 38:4-7.) Aunque la Tierra cuelga sobre la nada, tiene, por decirlo así, fundamentos duraderos a los que no se les hará tambalear, debido a que las leyes inmutables que gobiernan el universo la mantienen firmemente en su lugar, y el propósito de Dios concerniente a la Tierra ha permanecido inalterado. (Job 26:7; 38:33; Sal. 104:5; Mal. 3:6.) Por otro lado, la injusticia y la desobediencia a la ley de Dios en realidad derriban los fundamentos que dan estabilidad a la Tierra, haciendo que los fundamentos de la tierra figurativa (la gente y sus sistemas establecidos) tambaleen. (Sal. 82; 11:3; Pro. 29:4.)
Al igual que Salomón había usado grandes y costosas piedras labradas para el fundamento del templo, de la misma manera la piedra angular de fundamento de la “casa espiritual” —Jesucristo—, así como los apóstoles y profetas, que constituyen su fundamento, son preciosos para Dios. Jesucristo es el fundamento seguro que no se puede sacudir, y todos los que están edificados sobre él son seleccionados por Jehová. (1 Ped. 2:4-6; Efe. 2:19, 20.)
Es muy apropiado que las doce piedras de fundamento simbólicas de la Nueva Jerusalén, las cuales llevan los nombres de los doce apóstoles del Cordero, sean piedras preciosas. (Rev. 21:14, 19, 20.) La Nueva Jerusalén descrita en Revelación está compuesta por los 144.000 comprometidos con el novio. La Jerusalén celestial mencionada en Hebreos 12:22 está formada por 144.001, siendo este “uno” el novio, el Rey. Esta última es la ciudad con fundamentos verdaderos que Abrahán esperaba. (Heb. 11:10.) Por consiguiente, los libros bíblicos de Hebreos y Revelación muestran una estrecha identidad entre la Jerusalén celestial y la Nueva Jerusalén.
Jesús, al haber trabajado en su existencia prehumana al lado de su Padre como obrero maestro colocando los fundamentos de la Tierra, apreciaba plenamente el valor de un fundamento sólido, como se observa en su ilustración del varón discreto que ahondó y colocó el fundamento para su casa sobre la masa de roca, mientras que el varón necio edificó su casa sobre la arena y sufrió graves pérdidas. (Pro. 8:29, 30; Mat. 7:24-27; Luc. 6:47-49.) De igual manera, al comparar la tarea de hacer cristianos con el trabajo de edificar, Pablo subrayó la importancia de edificar con materiales incombustibles sobre el fundamento que ha sido colocado, a saber, Jesucristo, con el fin de no experimentar pérdida. (1 Cor. 3:10-15.)