DEMONIO DE FORMA DE CABRA
(heb. sa·ʽír; plural seʽi·rím).
La palabra hebrea sa·ʽír significa literalmente “velludo” o “peludo”, y en este sentido se usa al describir a Esaú. (Gén. 27:11.) Sin embargo, en la mayoría de los textos se refiere a la cabra o al chivo (Gén. 37:31; Lev. 4:24), y en cuatro ocasiones (Lev. 17:7; 2 Cró. 11:15; Isa. 13:21; 34:14), según los traductores, tiene un significado diferente.
Tanto en Levítico 17:7 como en 2 Crónicas 11:15 se hace patente que este término (seʽi·rím, plural) se emplea con referencia a cosas que reciben adoración y a las cuales se les hacen sacrificios, cosas relacionadas con la religión falsa. Por ello, los traductores de la Septuaginta y la Vulgata vierten la palabra hebrea como “las cosas insensatas” (LXX) y “los demonios” (Vg). Los traductores y lexicógrafos modernos adoptan por lo general ese mismo punto de vista en los dos textos y ponen “demonios” (Mod), “sátiros” (BJ, BC, SA, NBE), o “demonios de forma de cabra” (NM).
Las palabras de Josué en Josué 24:14 muestran que los israelitas habían sido afectados hasta cierto grado por la adoración falsa de Egipto durante su estancia en aquel país, y Ezequiel indica que tales prácticas paganas continuaron plagándoles mucho tiempo después. (Eze. 23:8, 21.) Por ello, algunos eruditos consideran que el mandato divino pronunciado en el desierto para impedir que los israelitas hicieran “sacrificios a los demonios de forma de cabra” (Lev. 17:1-7) y el que Jeroboán estableciera sacerdotes “para los lugares altos y para los demonios de forma de cabra y para los becerros que había hecho” (2 Cró. 11:15) son indicaciones de que hubo entre los israelitas cierto tipo de adoración de cabras tal como se hacía en Egipto, particularmente en el Bajo Egipto. Heródoto alega que de dicha adoración egipcia los griegos derivaron su creencia en Pan y también en los sátiros, dioses de los bosques de naturaleza lasciva, a los que con el tiempo se les describió con cuernos, cola y patas de cabra.
No se cree que sa·ʽír y seʽi·rím tengan que ver en los otros dos textos (Isa. 13:21; 34:14) con la adoración falsa. En estos pasajes se describen las ruinas desoladas de Babilonia y de Edom diciendo que estarían habitadas por criaturas salvajes, entre ellas los seʽi·rím. Puede que Isaías citara a demonios entre animales y pájaros literales no para indicar que tales demonios realmente se materializaban en forma de cabras, sino que los paganos de aquellos alrededores creían que los lugares desolados estaban poblados por tales habitantes demoníacos. Los habitantes de Siria y Arabia han creído por mucho tiempo que en ruinas similares habitaban criaturas monstruosas, y a los genios de los árabes se les describe como monstruosas figuras peludas. Por otro lado, los seʽi·rím que residían en las ruinas desoladas de Edom y Babilonia puede que hayan sido animales reales, peludos y quizás de apariencia tal que a los ojos de los observadores parecían demonios.