SEPULCRO
Por la palabra española “sepulcro” generalmente se entiende una construcción levantada sobre el suelo que cubre o encierra los restos de uno o más muertos, aunque también puede aplicarse a cualquier lugar de entierro. Los hebreos y otros pueblos orientales acostumbraban a enterrar a sus muertos en cuevas naturales o nichos labrados en la roca. Por consiguiente, el término “sepultura”, más amplio y general, puede que traduzca mejor la palabra hebrea qé·ver, término común en ese idioma para expresar la idea de una sepultura, sepulcro o cementerio. (Gén. 23:7-9; Isa. 22:16.) De manera similar, el término relacionado qevu·ráh puede referirse a una sepultura en la tierra o a una tumba excavada en la roca. (Gén. 35:20; Deu. 34:6.)
En griego, la palabra común para sepulcro es tá·fos (Mat. 28:1), relacionada con el verbo (thá·pto), que significa “enterrar”. (Mat. 8:21, 22.) Las palabras mné·ma (Luc. 23:53) y mne·méi·on (Luc. 23:55) se refieren a una tumba o tumba conmemorativa.
Ya que estas palabras hebreas y griegas se refieren a una sepultura individual o sepulcro, suelen usarse en plural cuando se refieren a varios sepulcros. Por lo tanto, se distinguen de la palabra hebrea sche·’óhl y su equivalente griego hái·des, que se refieren a la sepultura común de toda la humanidad o región de los sepulcros, palabras que siempre se emplean en singular. Por esta razón, muchas traducciones modernas no han seguido la práctica de la Versión Valera de 1934, en la que sche·’óhl y hái·des se vierten indistintamente por las palabras “infierno”, “sepulcro”, “sepultura”, “abismo”, “fosa” y otras, sino que simplemente las han transliterado al español. (Véanse HADES; SEOL.)
Sin embargo, ya que la entrada de una persona en el Seol tiene lugar al ser enterrada en un sepulcro o una sepultura, las palabras relacionadas con tales lugares de entierro se usan como términos paralelos aunque no equivalentes de Seol. (Job 17:1, 13-16; 21:13, 32, 33; Sal. 88:3-12.) El sepulcro también se puede representar por expresiones figurativas tales como la “casa [del hombre] de larga duración”, y, quizás, “la tierra allá abajo” (en contraste con “la tierra de los vivientes”), aunque estas expresiones pueden muy bien referirse al Seol, el cual, como símbolo de la región de los sepulcros, es un término de mayor alcance. (Compárese Eclesiastés 12:5-7 con Job 17:13; y Ezequiel 32:24, 25 con Ezequiel 32:21.)
En Romanos 3:13 el apóstol Pablo cita el Salmo 5:9, asemejando la garganta de hombres inicuos y engañosos a un “sepulcro abierto”. Al igual que un sepulcro abierto se ha de llenar con muertos y con corrupción, su garganta se abre para hablar lo que es mortífero y corrupto. (Compárese con Mateo 15:18-20.)
Aunque el sepulcro es asemejado a un hoyo del cual el hombre naturalmente desea ser liberado, Job da atención a la desesperación de aquellas personas que sufren, quienes, por no tener una esperanza clara o un entendimiento de los propósitos de su Creador, buscan la muerte y “se alborozan porque hallan una sepultura”. (Job 3:21, 22.) Tal actitud contrasta claramente con la de los hombres que dedicaron sus vidas al servicio de su Creador y con confianza abrazaron la promesa de una resurrección. (Sal. 16:9-11; Hech. 24:15; Fili. 1:21-26; 2 Tim. 4:6-8; Heb. 11:17-19.)