ILUSTRACIONES
(gr. pa·ra·bo·lé, “un colocar al lado o junto”).
La palabra griega pa·ra·bo·lé tiene un significado más amplio que las palabras españolas “proverbio” y “parábola”, por lo que muy bien puede traducirse “ilustración”, palabra española de amplio significado que puede incluir “parábola” y, en muchos casos, “proverbio”. Un “proverbio” encierra una verdad en lenguaje expresivo, a menudo de manera metafórica, y una “parábola” es una comparación o símil, una narración corta, generalmente ficticia, de la cual se puede obtener una verdad moral o espiritual.
Las Escrituras usan la palabra pa·ra·bo·lé con un significado más amplio que la palabra española “parábola”, como se muestra en Mateo 13:34, 35, donde Mateo señala que había sido predicho que Jesucristo hablaría en “ilustraciones” (NM), “parábolas” (BJ, Mod). El Salmo 78:2, citado por Mateo, se refiere a “un dicho proverbial” (en hebreo, ma·schál), y para esta expresión el escritor del evangelio empleó la palabra griega pa·ra·bo·lé. Tal como da a entender el significado literal de la expresión griega, la pa·ra·bo·lé servía como un medio de enseñanza o de comunicar una idea, un método de explicar una cosa por medio de ‘colocar al lado’ otra cosa similar. (Compárese con Marcos 4:30.) Muchas traducciones españolas simplemente vierten el término griego con la forma españolizada “parábola”. Sin embargo, esta traducción no sirve para comunicar el significado pleno en cada caso.
Por ejemplo, en Hebreos 9:9 y 11:19 muchas traducciones ven necesario recurrir a expresiones diferentes a “parábola”. En el primero de estos textos el apóstol Pablo llama al tabernáculo o tienda usado por Israel en el desierto “una ilustración [pa·ra·bo·lé, “figura”, NC; “símbolo”, Val] para el tiempo señalado”. En el segundo texto el apóstol describe a Abrahán como habiendo recibido a Isaac de entre los muertos “a manera de ilustración” (NM) (pa·ra·bo·lé, “en sentido figurado”, Val). El dicho: “Médico, cúrate a ti mismo”, también se denomina una pa·ra·bo·lé. (Luc. 4:23.) En vista de esto, un término más amplio como “ilustración” (NM) sirve para verter pa·ra·bo·lé de manera consecuente en todos los casos.
Otra palabra relacionada es “alegoría” (en griego al·le·go·rí·a), la cual consiste en varias metáforas consecutivas en las que una serie de acciones sirven para simbolizar otras, mientras que los personajes a menudo son tipos o personificaciones. Pablo usa la palabra griega para “alegorizar” en Gálatas 4:24 con respecto a Abrahán, Sara y Agar. Se traduce “alegoría”, “expresiones alegóricas” (BJ, Val); que viene a ser una transliteración de la palabra, pero también se vierte “drama simbólico” (NM).
El apóstol Juan usó una palabra distinta (pa·roi·mí·a) para denotar “comparación”. (Juan 10:6; 16:25, 29.) Este término ha sido traducido de varias maneras: “parábola”, “semejanza”, “símbolos” y “comparación” (BJ, NC, CI, NM). Pedro empleó la misma palabra con respecto al “proverbio” del perro que volvía a su vómito y la cerda que se revolcaba en el fango. (2 Ped. 2:22.)
EFICACIA
Las ilustraciones o parábolas son eficaces como un poderoso método de enseñanza al menos de cinco maneras: 1) Captan y retienen la atención; pocas cosas atraen tanto el interés como una experiencia o un relato. ¿Quién no conoce las ilustraciones del hijo pródigo y de la oveja perdida? 2) Avivan la facultad de pensar; uno de los mejores ejercicios mentales es buscar el significado de una comparación y captar las verdades abstractas que se presentan. 3) Afectan las emociones y, debido a que generalmente el oyente ve la aplicación práctica de las verdades, llegan a la conciencia y al corazón. 4) Ayudan a recordar; posteriormente se puede reconstruir el relato y aplicarlo. 5) Conservan la verdad, puesto que siempre son aplicables y comprensibles, en cualquier momento y época. Mientras que las palabras pueden cambiar de significado, las ilustraciones tratan de la vida y de la naturaleza. Esta es una de las razones por las que las verdades bíblicas permanecen totalmente claras hoy en día, tal como lo estuvieron en el tiempo en que se pronunciaron o escribieron.
PROPÓSITOS
El propósito principal de todas las ilustraciones es, como se ha mostrado anteriormente, el de enseñar. Pero las ilustraciones de la Biblia sirven también para otros propósitos: 1) El hecho de que una persona a veces tenga que profundizar para captar su significado completo, profundo y dirigido al corazón, tiende a desanimar a aquellos que no aman a Dios, cuyo interés es solo superficial y por lo tanto no desean de corazón la verdad. (Mat. 13:13-15.) Dios no está recogiendo a tales personas. Las ilustraciones impulsaron a los humildes a solicitar una explicación adicional; los orgullosos rehusaron hacerlo. Jesús dijo: “El que tiene oídos, escuche”, y aunque la mayor parte de las muchedumbres que escuchaban a Jesús siguieron por su camino, los discípulos iban a él y le solicitaban una explicación. (Mat. 13:9, 36.)
2) Las ilustraciones ocultan las verdades a aquellos que podrían hacer mal uso de ellas y desean entrampar a los siervos de Dios. Jesús respondió a la pregunta capciosa de los fariseos con la ilustración acerca de la moneda del impuesto, concluyendo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios”. A sus enemigos se les dejó que hiciesen la aplicación ellos mismos; pero los discípulos de Jesús comprendieron plenamente el principio de neutralidad que estas palabras establecieron. (Mat. 22:15-21.)
3) Debido a que se deja que el oyente se aplique a sí mismo principios de la ilustración, esta puede comunicarle un claro mensaje de advertencia y amonestación, y al mismo tiempo desarmarle de manera que no tenga ninguna base para tomar represalias contra el orador. En otras palabras: que aquel a quien le aplique, se dé por aludido. Cuando los fariseos criticaron a Jesús por comer con los recaudadores de impuestos y los pecadores, Jesús respondió: “Las personas en salud no necesitan médico, pero los enfermizos sí. Vayan, pues, y aprendan lo que esto significa: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio’. Porque no vine a llamar a justos, sino a pecadores”. (Mat. 9:11-13.)
4) Incluso cuando se emplean para corregir a una persona, las ilustraciones se pueden usar para evitar el prejuicio del oyente y que, por esta causa, su mente se oscurezca, consiguiendo así más de lo que se lograría si se hiciese una exposición directa de los hechos. Tal fue el caso cuando Natán reprendió al rey David por su pecado con Batseba y Urías. (2 Sam. 12:1-14.) Asimismo, el empleo de una ilustración hizo que el inicuo rey Acab, sin darse cuenta, sopesase los principios implicados en su propio caso, cuando desobedientemente había perdonado la vida al rey Benhadad de Siria, un enemigo de Dios, y profiriese un juicio condenándose a sí mismo. (1 Rey. 20:34, 38-43.)
5) Las ilustraciones pueden motivar a las personas a proceder en un sentido o en otro, a ‘quitarse la máscara’, mostrando si son o no siervos verdaderos de Dios. Cuando Jesús dijo: “El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”, “muchos de sus discípulos se fueron a las cosas de atrás, y ya no andaban con él”. De esta manera Jesús ‘erradicó’ a todos aquellos que verdaderamente no creían de corazón. (Juan 6:54, 60-66.)
PUNTO DE VISTA Y ENFOQUE APROPIADOS
Las ilustraciones bíblicas tienen más de un aspecto. Establecen e iluminan ciertos principios, y a menudo tienen un significado y aplicación proféticos. Por otra parte, algunas tuvieron un significado profético para el tiempo en que se hablaron, o un poco más tarde, y algunas tenían, además, un cumplimiento en el futuro distante.
Hay dos conceptos erróneos generales que pueden dificultar el entendimiento de las ilustraciones de la Biblia. Uno es el punto de vista de que las ilustraciones son meramente buenas historias que sirven como ejemplos o lecciones. La parábola del hijo pródigo, por ejemplo, es considerada por algunos como simplemente una excelente composición literaria, y la ilustración del hombre rico y Lázaro como un ejemplo de recompensa y castigo después de la muerte.
A este respecto se puede mencionar que las ilustraciones, aunque se extraen de la vida y de la naturaleza, no necesariamente acontecieron en realidad. Aunque algunas ilustraciones empiezan con expresiones tales como: “Una vez”, “Un hombre tenía”, “Había un hombre”, “Cierto hombre era”, o frases similares, fueron concebidas bajo la influencia del espíritu de Dios, y fueron lo que se les llamó: ilustraciones o parábolas. (Jue. 9:8; Mat. 21:28, 33; Luc. 16:1, 19.) De Jesucristo, se dice: “Todas estas cosas habló Jesús a las muchedumbres por ilustraciones. En verdad, sin ilustración no les hablaba”. (Mat. 13:34; Mar. 4:33, 34.)
Un segundo obstáculo para el entendimiento es: hacer una aplicación demasiado minuciosa de la ilustración tratando de que cada detalle literal de la narración encaje simbólicamente por medio de aplicarlo o interpretarlo arbitrariamente.
El enfoque apropiado se consigue en primer lugar por medio de leer el contexto y averiguar el marco en el cual se pronunció la ilustración, preguntándose: ¿cuáles eran las condiciones y las circunstancias? Por ejemplo, cuando se hace referencia a los gobernantes y al pueblo de Israel llamándoles “dictadores de Sodoma” y “pueblo de Gomorra”, se nos hace pensar en pecadores crasos contra Jehová. (Isa. 1:10; Gén. 13:13; 19:13, 24.) Cuando el salmista le ora a Jehová para que les haga a los enemigos de Dios y de su Pueblo “como a Madián”, se nos hace recordar la derrota completa de estos opresores del pueblo de Dios en la cual ciento veinte mil fueron muertos. (Sal. 83:2, 3, 9-11; Jue. 8:10-12.)
Además, es útil tener un conocimiento de la Ley, las costumbres y prácticas y el lenguaje de la época. Por ejemplo, un conocimiento de la Ley nos ayuda a entender la ilustración de la red barredera. (Mat. 13:47-50.) El hecho de que en Palestina los árboles frutales estuviesen gravados con impuestos durante ese tiempo y los árboles improductivos fuesen cortados, nos ayuda a entender mejor por qué Jesús hizo que la higuera infructífera se marchitase, a fin de usarla con propósitos ilustrativos. (Mat. 21:18-22.)
Finalmente, a los elementos de una ilustración no se les debería dar un significado arbitrario, basado en un punto de vista privado o en la filosofía. La regla establecida para los cristianos es: “Nadie ha llegado a conocer las cosas de Dios, salvo el espíritu de Dios. Ahora bien, nosotros recibimos, no el espíritu del mundo, sino el espíritu que proviene de Dios, para que conozcamos las cosas que Dios nos ha dado bondadosamente. De estas cosas también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las enseñadas por el espíritu, al combinar nosotros asuntos espirituales con palabras espirituales”. (1 Cor. 2:11-13.)
EN LAS ESCRITURAS HEBREAS
En numerosas ocasiones los profetas hacían una representación del mensaje que se les había comisionado entregar, reforzando así el impacto de la palabra hablada. Jeremías profetizó calamidad para Jerusalén, y la puso de relieve por medio de quebrar una vasija delante de los ojos de los hombres de mayor edad del pueblo que estaban congregados y de los sacerdotes. Profetizó servidumbre a Babilonia, y la representó por medio de enviar ataduras y varas de yugo a varios reyes. (Jer., caps. 19, 27.) Isaías anduvo desnudo y descalzo para recalcar a los israelitas que de esta manera serían llevados al exilio los egipcios y los etíopes, aquellos a quienes ellos se estaban dirigiendo en busca de ayuda. (Isa., cap. 20.) Ezequiel grabó sobre un ladrillo una representación de Jerusalén, construyó un cerco de sitiar contra ella, puso una tartera de hierro entre él y la representación y se acostó sobre su costado frente a esta para describir el sitio venidero de la ciudad. (Eze., cap. 4.)
A veces se narraban relatos para subrayar el punto que quería comunicarse. Jotán hizo eso para mostrar a los terratenientes de Siquem su insensatez al seleccionar a un hombre tan vil como Abimélec como rey. (Jue. 9:7-20.) Uno de los relatos del libro de Ezequiel gira en torno a dos águilas y una vid, para ilustrar el derrotero de Judá con relación a Babilonia y Egipto. (Eze., cap. 17.) En otro relato, Ezequiel usó a dos hermanas, Oholá y Oholibá, que se hicieron prostitutas, para ilustrar el proceder de Samaria (el reino de diez tribus de Israel) y Jerusalén (Judá). (Eze., cap. 23.)
Las ilustraciones mencionadas aquí son solamente algunas de las muchas ilustraciones de las Escrituras Hebreas. Prácticamente todos los escritores y profetas bíblicos usaron ilustraciones: unas les fueron dadas directamente por Dios en forma de visiones; otras, verbalmente. También se dieron por medio de cosas reales, como por ejemplo, el tabernáculo, del cual se dice que es “una ilustración”. (Heb. 9:9.)
EN LAS ESCRITURAS GRIEGAS
Las Escrituras Griegas Cristianas también están llenas de ilustraciones vívidas. Jesucristo, de quien se dijo: “Jamás ha hablado otro hombre así”, poseía el mayor caudal de conocimiento al cual recurrir, mayor que el de cualquier otro hombre que haya vivido jamás en la Tierra. (Juan 7:46.) Aunque las ilustraciones usadas por Jesús podían ser expresiones cortas, concisas, similares a los “dichos proverbiales” que se hallan en las Escrituras Hebreas, generalmente eran más largas y a menudo se asemejaban a una historia por su carácter y duración. Jesús generalmente sacaba sus ilustraciones de la creación misma, de costumbres de la vida cotidiana, de sucesos ocasionales o situaciones probables, y de acontecimientos recientes que eran bien conocidos por sus oyentes.
Algunas de las ilustraciones importantes de Jesucristo
En los siguientes párrafos se hallará información útil concerniente al fondo histórico y al contexto de treinta de las ilustraciones usadas por Jesucristo durante su ministerio terrestre y registradas por los escritores de los evangelios:
1. Los dos deudores (Luc. 7:41-43)
Pronunciada en Galilea, en el año 31 E.C. El propósito de la parábola de los dos deudores, uno de los cuales debía diez veces más que el otro, así como la aplicación de la parábola se hallan en el contexto: Lucas 7:36-40, 44-50.
Fue debido a la actitud de su anfitrión, un hombre llamado Simón, hacia una mujer que había entrado y untado los pies de Jesús con aceite perfumado, que este dio la mencionada ilustración. La presencia de la mujer, que no había sido invitada, no se consideró fuera de lo corriente, puesto que al parecer en algunas ocasiones personas que no habían sido invitadas podían entrar en la habitación durante una comida y sentarse junto a la pared, conversando desde allí con los que se reclinaban a la mesa en el centro de la habitación. Jesús hizo una aplicación apropiada de la situación de los dos deudores, señalando que Simón no le había provisto agua para los pies, no le había saludado con un beso y no le había untado la cabeza con aceite; estas eran cortesías que se acostumbraban a ofrecer a un huésped. Pero la mujer que tenía muchos pecados mostró más amor y hospitalidad hacia Jesús, a pesar del hecho de que no era su anfitriona. Entonces le dijo a ella: “Tus pecados son perdonados”.
2. El sembrador (Mat. 13:3-8; Mar. 4:3-8; Luc. 8:5-8)
Pronunciada junto al mar de Galilea, al parecer en el año 31 E.C. No hay ninguna clave en la ilustración para poder interpretarla; pero la explicación se expresa claramente en Mateo 13:18-23; Marcos 4:14-20 y Lucas 8:11-15.
La atención se centra en las circunstancias que afectan la tierra, o corazón, y las influencias que pueden estorbar el crecimiento de la semilla, o palabra del Reino. (Véase SEMBRADOR, SIEMBRA.)
3. Mala hierba en medio del trigo (Mat. 13:24-30)
Pronunciada junto al mar de Galilea, al parecer en el año 31 E.C. La explicación la facilita Jesús, tal como está registrada en Mateo 13:36-43, contrastando el “trigo”, o los “hijos del reino”, con la “mala hierba”, o los “hijos del inicuo”. (Véase MALA HIERBA, YERBAJO.)
4. El grano de mostaza (Mat. 13:31, 32; Mar. 4:30-32; Luc. 13:18, 19)
Pronunciada junto al mar de Galilea, al parecer hacia el año 31 E.C. Se dice claramente que el tema es “el reino de los cielos”.
El grano de mostaza es muy diminuto y por lo tanto podía usarse para denotar algo extremadamente pequeño. (Luc. 17:6.) Algunas plantas de mostaza alcanzan una altura de 3 a 4,5 m. cuando están plenamente desarrolladas, y tienen ramas gruesas, convirtiéndose prácticamente en “un árbol”, como dijo Jesús. La fuerza de la ilustración no radica en el tamaño final del “árbol” en comparación con los otros árboles del bosque, sino en la diferencia que existe entre el tamaño de la semilla o grano y el del “árbol” que se desarrolla de él.
5. La levadura (Mat. 13:33)
Pronunciada junto al mar de Galilea, al parecer hacia el año 31 E.C. De nuevo, el tema es “el reino de los cielos”.
Las “tres grandes medidas” son tres sá·ta o tres seas, que equivalen a un total de aproximadamente 22 litros de harina. La cantidad de levadura sería pequeña en comparación, pero solamente un poco puede afectar a toda la masa. Por lo general, la levadura era un trozo de masa fermentada que se había apartado de la última hornada. De manera imperceptible, causaría una transformación en el estado de toda la masa en la cual se introducía.
6. El tesoro escondido (Mat. 13:44)
Pronunciada por Jesús no a las muchedumbres, sino a sus propios discípulos, cerca del mar de Galilea, al parecer hacia el año 31 E.C. (Mat. 13:36.) Tal como se dice en el texto, el tema es “el reino de los cielos”, el cual produce gozo en quien lo encuentra, hace que realice cambios y ajustes en su vida y busque primero el Reino, dejando todo atrás para conseguirlo.
7. El comerciante que busca perlas (Mat. 13:45, 46)
Pronunciada por Jesús a sus discípulos cerca del mar de Galilea, alrededor del año 31 E.C. Compara el reino de los cielos a una perla excelente de tal valor que un hombre vende todas sus posesiones para adquirirla. (Véase PERLA.)
8. La red barredera (Mat. 13:47-50)
Pronunciada por Jesús cerca del mar de Galilea, alrededor del año 31 E.C. Con esta ilustración Jesús describe la acción de separar o escoger a los que no son dignos del reino de los cielos. (Véanse PECES [Limpios e inmundos]; RED BARREDERA.)
9. El esclavo despiadado (Mat. 18:23-35)
Pronunciada en Capernaum, en 32 E.C. La situación que dio lugar a que Jesús pronunciase la ilustración se indica en Mateo 18:21, 22, y la aplicación se expone en el versículo 35. Pone de relieve cuán pequeñas son las deudas de nuestros semejantes en comparación con nuestra deuda para con Dios. La ilustración graba en nosotros, humanos pecadores a los que Dios perdona una deuda tan grande por medio del sacrificio de Cristo, la necesidad de mostrar misericordia por los pecados relativamente insignificantes que nuestro prójimo comete contra nosotros.
10. El buen samaritano (Luc. 10:30-37)
Pronunciada en Judea, al parecer cerca de Betania, en el año 32 E.C. El contexto de Lucas 10:25-29 muestra que la ilustración se dio en respuesta a la pregunta: “¿Quién, verdaderamente, es mi prójimo?”. La conclusión apropiada que puede sacarse de la ilustración se muestra en los versículos 36 y 37.
El camino de Jerusalén a Jericó pasaba a través de un terreno agreste y solitario y era escenario de frecuentes robos. Era tan peligroso que, con el tiempo, se apostó allí una guarnición para proteger a los viajeros. Jericó estaba aproximadamente a 23 Km. al NE. de Jerusalén. Los sacerdotes asignados a ofrecer los sacrificios en el templo de Jerusalén y los levitas que les ayudaban estaban bajo la Ley. El haberse hecho referencia a ella dio lugar a que Jesús se valiese de esta ilustración para recalcar que el “prójimo” era aquel hacia quien la Ley ordenaba que se mostrase amor. Los samaritanos aceptaban la Ley tal como estaba expresada en el Pentateuco, pero los judíos no los consideraban su prójimo, de hecho, no tenían tratos con ellos. (Juan 4:9.) Contemplaban a los samaritanos con gran desprecio (Juan 8:48), y había algunos judíos que los maldecían públicamente en sus sinagogas y diariamente le oraban a Dios que los samaritanos no fuesen partícipes de la vida eterna. El aceite y el vino, derramados sobre las heridas del hombre de la ilustración, se usaban frecuentemente con propósitos curativos. Los dos denarios que el samaritano le dejó al mesonero para que cuidase del hombre equivalían aproximadamente al salario de dos días. (Mat. 20:2.)
11. El amigo persistente (Luc. 11:5-8)
Pronunciada probablemente en Judea, en el año 32 E.C. La ilustración fue parte de la respuesta que Jesús dio a sus discípulos cuando le pidieron que les enseñase a orar. (Luc. 11:1-4.) Tal como se muestra en los versículos 9 y 10, la lección que debe extraerse no es que Dios se moleste por nuestras peticiones, sino que Él espera que sigamos pidiendo.
La hospitalidad es un deber con el que las personas de oriente cumplen sobresalientemente. Incluso si el huésped llegaba inesperadamente a medianoche, quizá debido a lo imprevisible de los viajes en aquel entonces, su anfitrión se sentía impelido a proporcionarle alimento. Puesto que a menudo era difícil determinar exactamente cuánto pan necesitaría cocer un amo de casa, solían prestárselo entre vecinos. En este caso, el vecino ya se había acostado. Como algunos hogares, especialmente los de los pobres, podían consistir solamente en una habitación grande, el levantarse significaba tener que molestar a toda la familia, de ahí la renuencia del hombre a atender la petición.
12. El hombre rico irrazonable (Luc. 12:16-21)
Pronunciada probablemente en Judea, en 32 E.C. La ilustración fue parte de la respuesta de Jesús a un hombre que le pidió que mediase en una cuestión de herencia. (Véase Deuteronomio 21:17.) Tal como se muestra en el versículo 15, el punto que se hace resaltar es que “hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee”. Compárese con lo que Jesús continuó diciendo a sus discípulos, empezando en el versículo 22.
13. La higuera improductiva (Luc. 13:6-9)
Pronunciada probablemente en Judea, a finales del año 32 E.C., tres años completos después del bautismo de Jesús. Se acababa de dar el informe acerca de que Pilato había matado a algunos galileos. Jesús también había citado el caso de la muerte de dieciocho personas sobre las cuales había caído la torre de Siloam, y le dijo al pueblo que, a menos que se arrepintiesen, todos serían destruidos. (Luc. 13:1-5.) Entonces pronunció esta ilustración.
Era común plantar higueras y olivos por los viñedos repartidos a cierta distancia entre sí, de manera que, si un año los viñedos no producían suficiente, pudiese haber todavía algún ingreso. Los árboles nuevos que crecían de esquejes generalmente producían por lo menos unos cuantos higos a los dos o tres años. El paralelo entre los tres años que se mencionan en la ilustración y los tres años que Jesús había pasado en su ministerio puede ser significativo. Desde lejos, el árbol parecía productivo pero era engañoso. Como artículo gravado con impuestos, representaba una carga, y por lo tanto merecía ser cortado.
14. La gran cena (Luc. 14:16-24)
Pronunciada probablemente en Perea, al parecer a principios del año 33 E.C. Los versículos 1 al 15 dan el marco; la ilustración fue pronunciada en una comida a un compañero invitado que dijo: “Feliz es el que coma pan en el reino de Dios”.
Era costumbre notificar a aquellos que habían sido previamente invitados a una fiesta en qué momento estaría la comida realmente lista. Aquellos que pidieron que se les dispensara de esta gran cena prefirieron seguir tras otros intereses que normalmente habrían parecido razonables. Sin embargo, sus respuestas mostraron que no tenían un verdadero deseo de estar presentes, y que tampoco tenían la consideración apropiada hacia su anfitrión. Los que fueron invitados posteriormente—pobres, lisiados, cojos, ciegos y otros a los que finalmente se hizo entrar—fueron personas que el mundo en general consideraba indignos. (Compárese con el versículo 13.)
15. La oveja perdida (Luc. 15:3-7)
Pronunciada probablemente en Perea, al parecer a principios del año 33 E.C. Lucas 15:1, 2 muestra que Jesús dio la ilustración debido a que los fariseos y escribas murmuraban porque Jesús recibía a pecadores y recaudadores de impuestos. Mateo 18:12-14 registra una ilustración similar dada en una ocasión diferente.
A los recaudadores de impuestos, particularmente los que eran judíos, se les odiaba debido a que su ocupación era recaudar impuestos para los odiados romanos. Se les trataba con desdén. La ilustración de Jesús concerniente a la oveja perdida podía ser relacionada fácilmente por sus oyentes con sucesos cotidianos. Una oveja perdida está indefensa; el pastor es el que la busca a fin de recobrarla. El gozo que se produce en el cielo por el pecador que se arrepiente contrasta notablemente con la murmuración de los escribas y fariseos al ver el interés que Jesús mostró por tales personas.
16. La moneda de dracma perdida (Luc. 15:8-10)
Pronunciada probablemente en Perea, al parecer a principios del año 33 E.C. El contexto se halla en Lucas 15:1, 2, y la ilustración viene inmediatamente después de la de la oveja perdida. El versículo 10 indica la aplicación.
Un dracma equivalía casi al sueldo de un día. Sin embargo, esta moneda perdida puede que haya tenido un valor especial, quizá como parte de una colección de diez, o tal vez por ser una herencia o parte de una sarta apreciada que se usaba como ornamento. Era necesario encender una lámpara para buscarla debido a que la abertura para la luz de la casa, si acaso había alguna, generalmente era muy pequeña. Además el barrer facilitaría la búsqueda debido a que el suelo por lo general era simplemente de arcilla.
17. El hijo pródigo (Luc. 15:11-32)
Pronunciada probablemente en Perea, al parecer a principios del año 33 E.C. Los fariseos y escribas estaban murmurando debido a que Jesús recibía a los recaudadores de impuestos y pecadores y comía con ellos. Jesús contestó por medio de dar las ilustraciones de la oveja perdida y de la moneda perdida, seguidas de la del hijo pródigo.
De acuerdo a la ley judía, la herencia del hijo más joven era la mitad de la del hermano mayor. (Deu. 21:17.) Tal como el hijo más joven se había ido a un país lejano, así veían los judíos a los recaudadores de impuestos: como personas que les habían dejado para ponerse al servicio de Roma. Verse obligado a servir de porquerizo era degradante para un judío, puesto que estos animales eran inmundos según la Ley. (Lev. 11:7.) A su regreso a casa, el hijo más joven pidió ser aceptado, no como hijo, sino como asalariado. Tal hombre no era ni siquiera parte de la hacienda, como era el caso de los esclavos, sino que era un forastero alquilado que solo se le contrataba por un día. (Mat. 20:1, 2, 8.) El padre pidió una vestidura para el hijo más joven, la mejor. No se trataba de una simple prenda de vestir, sino que probablemente era una vestidura lujosamente bordada, como la que se ofrecía a un huésped distinguido. El anillo y las sandalias serían distintivos de dignidad propios de un hombre libre.
18. El mayordomo injusto (Luc. 16:1-8)
Pronunciada probablemente en Perea, al parecer a principios del año 33 E.C. La lección que puede extraerse de la ilustración se declara en los versículos 9 al 13. Al mayordomo se le encomia, no por su injusticia, sino por su sabiduría práctica.
El mayordomo estaba al cargo de los asuntos de su amo; se trataba de una posición de gran confianza. (Gén. 24:2; 39:4.) En la ilustración de Jesús, el que el mayordomo fuese despedido significaba que iba a tener que dejar la casa y quedarse sin ningún medio de mantenimiento. El que rebajase las deudas a los deudores de su amo no le proporcionó dinero, pero su propósito era ganar amigos que pudieran favorecerle en el futuro. Cien medidas de bato de aceite equivalían a 2.200 litros, y cien medidas de coro de trigo equivalían a 22.000 litros.
19. El hombre rico y Lázaro (Luc. 16:19-31)
Pronunciada probablemente en Perea, al parecer a principios del año 33 E.C. El contexto muestra, en Lucas 16:14, 15, que los fariseos, amadores del dinero, estaban escuchando y haciendo gestos de desprecio. Pero Jesús les dijo: “Ustedes son aquellos que se declaran a sí mismos justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones; porque lo que entre los hombres es encumbrado, cosa repugnante es a la vista de Dios”. (Véase LÁZARO NÚM. 2.)
20. Esclavos que no sirven para nada (Luc. 17:7-10)
Pronunciada probablemente en Perea, al parecer a principios del año 33 E.C. El versículo 10 muestra la lección que se saca de la ilustración.
Los esclavos que trabajaban en los campos de su amo con frecuencia también le servían la cena. No solo era normal que esperaran hasta que su amo hubiese comido antes de hacerlo ellos, sino que solían disputarse el honor de servirle. No se consideraba una carga extra, sino como algo a lo cual su amo tenía derecho.
21. La viuda y el juez (Luc. 18:1-8)
Pronunciada a principios del año 33 E.C. Tal como dice el versículo 1, la ilustración fue “respecto a lo necesario que les era orar siempre y no desistir”. Los versículos 7 y 8 también muestran la aplicación. Esta ilustración, que subrayaba la importancia de la oración, fue particularmente apropiada en vista de lo que se declara en los versículos 20 al 37 del capítulo anterior.
Parece ser que el juez no estaba relacionado con ningún tribunal judío. En el primer siglo había cuatro tribunales judíos. El tribunal del pueblo, compuesto por tres hombres; un tribunal compuesto por siete hombres de mayor edad del pueblo; en Jerusalén había tribunales menores, compuestos por veintitrés personas cada uno, y estos se establecían en las ciudades de suficiente tamaño por toda Palestina; y el tribunal principal, el gran Sanedrín, que se componía de setenta y un miembros, con su sede en Jerusalén y con autoridad sobre toda la nación. Pero el juez de la ilustración no encaja con el sistema judicial judío, en el cual por lo menos oficiaban tres hombres en el tribunal; por lo tanto debe corresponder con uno de los jueces o magistrados policiales nombrados por los romanos. Se muestra claramente que él no temía a Dios ni tampoco le preocupaba la opinión pública. La ilustración no dice que Dios es como el juez injusto; más bien, contrasta a Dios con el juez. Si este finalmente hizo lo que era justo, ¡con cuánta más razón lo haría Dios! La persistencia por parte de la viuda impulsó al juez injusto a actuar; de la misma manera los siervos de Dios deben persistir en la oración. Dios, que es justo, contestará su oración haciendo que se haga justicia.
22. El fariseo pagado de su propia justicia y el recaudador de impuestos arrepentido (Luc. 18:9-14)
Pronunciada a principios del año 33 E.C. El marco y el objetivo de la ilustración se hallan en los versículos 9 y 14 respectivamente.
Los que iban al templo a orar no entraban en el Santo ni en el Santísimo, pero podían entrar en los patios de alrededor. Los judíos que iban con este fin, probablemente permanecían en el patio exterior, llamado el Atrio de las Mujeres. Los fariseos eran orgullosos y pagados de su propia justicia, por lo que miraban a los demás con desprecio. (Juan 7:47, 49.) Incluso la designación “fariseos” significa “los separados”. Ayunaban dos veces a la semana, aunque esto no era un requisito de la ley mosaica. Se dice que escogían para ayunar los días que había mercado, cuando muchas personas estaban en la ciudad, también cuando se efectuaban servicios especiales en las sinagogas y se reunía el Sanedrín local; así su piedad podía ser observada. (Mat. 6:16.) A los recaudadores de impuestos judíos se les permitía ir al templo, pero eran odiados por servir a Roma.
23. Los trabajadores a los que se les pagó un denario (Mat. 20:1-16)
Pronunciada en Perea, en el año 33 E.C. La ilustración es parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de Pedro registrada en Mateo 19:27: “¡Mira! Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido; ¿qué habrá para nosotros, realmente?”. (Nótese también Mateo 19:30 y 20:16.)
La época de la vendimia es una estación de gran preocupación para los propietarios de los viñedos. A algunos obreros se les contrataba para todo el tiempo que duraba la cosecha; otros eran contratados dependiendo de la necesidad. El que se pagara el jornal al final del día estaba en armonía con la ley mosaica; era una necesidad para los trabajadores pobres. (Lev. 19:13; Deu. 24:14, 15.) Un denario, el pago por el trabajo de un día, era una moneda romana de plata. Los judíos dividían el día desde la salida hasta la puesta del Sol en doce partes iguales; por lo tanto, la hora tercera sería aproximadamente desde las 8 hasta las 9 de la mañana; la hora sexta, desde las 11 hasta el mediodía; la hora nona, desde las 14 a las 15 horas; y la hora undécima, desde las 16 hasta las 17 horas.
24. Las minas (Luc. 19:11-27)
Pronunciada en Jericó o en sus proximidades, camino de Jerusalén adonde Jesús se dirigía por última vez, en el año 33 E.C. (Luc. 19:1, 28.) El motivo para la ilustración, tal como se dice en el versículo 11, era porque “ellos se imaginaban que el reino de Dios iba a exhibirse instantáneamente”.
Era algo común en el imperio romano que una persona de nacimiento noble viajase a Roma en busca de poder real. Arquelao, el hijo de Herodes el Grande, viajó a Roma con este propósito, pero los judíos enviaron cincuenta embajadores a la corte de Augusto con cargos en contra de él para, de ser posible, frustrar su solicitud de poder. Las minas de plata, una de las cuales fue entregada inicialmente a cada esclavo, equivalían en aquel entonces al sueldo de ochenta y ocho días.
25. Los dos hijos (Mat. 21:28-31)
Pronunciada en el templo de Jerusalén, el 11 de Nisán del año 33 E.C. La ilustración formaba parte de la respuesta de Jesús a las preguntas del versículo 23: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?”. Para ello Jesús usó algunas ilustraciones con el fin de mostrar a los caudillos religiosos qué clase de personas eran ellos realmente.
Jesús indica la aplicación de su ilustración en los versículos 31 y 32. Muestra que los principales sacerdotes y los hombres de mayor edad de influencia a los cuales estaba hablando eran comparables al primer hijo, profesaban servir a Dios, pero en realidad no lo hacían. Por otra parte, los recaudadores de impuestos y las rameras que creyeron a Juan el Bautista fueron como el segundo hijo; al principio rehusaron bruscamente servir a Dios, pero más tarde les pesó y cambiaron su derrotero.
26. Los cultivadores homicidas (Mat. 21:33-44; Mar. 12:1-11; Luc. 20:9-18)
Pronunciada en el templo de Jerusalén, el 11 de Nisán del año 33 E.C., solo tres días antes de que le dieran muerte a Jesús. Esta ilustración también la pronunció en respuesta a la pregunta sobre quién le había dado autoridad. (Mar. 11:27-33.) El relato de los evangelios declara que cuando Jesús terminó la ilustración los líderes religiosos se dieron cuenta de que estaba hablando de ellos. (Mat. 21:45; Mar. 12:12; Luc. 20:19.)
El muro alrededor de la viña tal vez fuese de piedra (Pro. 24:30, 31) o un seto de arbustos. (Isa. 5:5.) El depósito para el vino frecuentemente se excavaba en la roca y constaba de dos niveles, de modo que el mosto fluía desde el superior hasta el inferior. La torre era un lugar de vigilancia para el guarda de la viña, que tenía que protegerla de ladrones y animales. En algunos casos, los cultivadores contratados recibían cierta porción de los frutos. En otros casos, los cultivadores pagaban un alquiler en dinero o concordaban en dar al dueño una cantidad concreta del producto, siendo al parecer este último el caso de la ilustración. Por medio de asesinar al hijo, el heredero, quizás pensaran en apropiarse de la viña, puesto que el que la plantó se hallaba fuera del país. En Isaías 5:1-7 se dice que la “viña de Jehová” es “la casa de Israel”. Tal como lo muestran los escritores de los evangelios, Jesús citó el Salmo 118:22, 23 como la clave para entender la ilustración.
27. El banquete de bodas para el hijo del rey (Mat. 22:1-14)
Pronunciada en el templo de Jerusalén, el 11 de Nisán del año 33 E. C. Tal como lo indica el versículo 1, esta ilustración es una continuación de la consideración que le precede, y es parte de la respuesta de Jesús a la pregunta acerca de la autoridad con la que llevaba a cabo su obra. (Mat. 21:23-27.) Para su aplicación, nótense los versículos 2 y 14.
28. Las diez vírgenes (Mat. 25:1-13)
Pronunciada en el monte de los Olivos, a las afueras de Jerusalén, el 11 de Nisán del año 33 E.C. Esta ilustración concerniente al “reino de los cielos” forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de sus discípulos registrada en Mateo 24:3. El propósito de la ilustración se muestra claramente en Mateo 25:13. (Véase MATRIMONIO [Celebración].)
29. Los talentos (Mat. 25:14-30)
Pronunciada en el monte de los Olivos, el 11 de Nisán del año 33 E.C. Esta ilustración acerca de un hombre que estaba a punto de viajar al extranjero fue pronunciada por Jesús a cuatro de sus discípulos solo tres días antes de su muerte; no mucho después de eso ascendió a los cielos. También forma parte de la respuesta de Jesús a la pregunta registrada en Mateo 24:3. (Mar. 13:3, 4.)
A diferencia de la ilustración de las minas, en la cual a cada esclavo se le dio solamente una mina, aquí los talentos se dan “a cada uno según su propia habilidad”. (Luc. 19:11-27.) El talento de plata al cual parece hacer referencia la ilustración equivalía a lo que un trabajador de aquellos días podía ganar en catorce años. Todos los esclavos deberían haber estado interesados en la hacienda de su amo, y por lo tanto haber negociado diligentemente y con sabiduría con los bienes del amo puestos a su cuidado. Lo mínimo que deberían haber hecho era depositar el dinero con los banqueros, para que, en el caso de que no deseasen aumentar personalmente los bienes de su amo, el dinero no hubiese sido completamente improductivo, sino que hubiese generado intereses. Pero el esclavo inicuo e indolente ocultó en la tierra el talento que se le encargó, obrando así en contra de los intereses de su amo.
30. Las ovejas y las cabras (Mat. 25:31-46)
Pronunciada en el monte de los Olivos, el 11 de Nisán del año 33 E.C. Tal como se dice en los versículos 31, 32, 41 y 46, lo que se ilustra aquí es la separación y el juicio de las personas de las naciones cuando el Hijo del hombre llega en su gloria. Esta ilustración es parte de la respuesta de Jesús a la pregunta de sus discípulos concerniente a la ‘señal de su presencia y de la conclusión del sistema de cosas’. (Mat. 24:3.)
En las Escrituras a veces se utilizan las ovejas para representar al pueblo de Dios, lo cual es una comparación muy apropiada puesto que son animales fáciles de conducir y dependen de su pastor. (Sal. 100:3; Juan 10:16.) Las cabras, por otra parte, son más inquietas e independientes. La “derecha”, donde se coloca a las “ovejas”, es un lugar de honor. (Hech. 2:33; Efe. 1:19, 20.) La “izquierda”, donde se coloca a las “cabras”, representa un lugar de deshonra. (Compárese con Eclesiastés 10:2.) Nótese que las “ovejas”, colocadas a la derecha del entronizado Hijo del hombre, no son los “hermanos” de Jesucristo, pues se dice que las “ovejas” los tratan con bondad. (Mat. 25:34-40; Heb. 2:11, 12.)
El libro de Revelación
El libro de Revelación concluye las Sagradas Escrituras con una de las más sobresalientes secuencias de ilustraciones de toda la Biblia. Tal como relata el propio escritor, Juan, la Revelación le fue presentada “en señales”. (Rev. 1:1.) Por lo tanto, puede verdaderamente decirse que desde el principio hasta el final la Biblia es sobresaliente por su uso de ilustraciones apropiadas.
Ilustraciones de los discípulos de Cristo
Además de registrar las ilustraciones dadas por Jesucristo, los escritores bíblicos cristianos también hicieron buen uso de ellas. En el libro de los Hechos, Lucas registra las excelentes ilustraciones usadas por el apóstol Pablo al hablar a los no judíos en Atenas. Pablo hizo referencia a los objetos de devoción con los cuales ellos estaban familiarizados y a los escritos de sus propios poetas. (Hech. 17:22-31.) Como se observa al leer la carta a los Hebreos, el mismo apóstol (al cual generalmente se le atribuye la escritura de esta carta) usó muchas ilustraciones extraídas de la historia de los tratos de Dios con Israel. A los corintios, que estaban familiarizados con los deportes griegos, comparó el derrotero del cristiano a una carrera. (1 Cor. 9:24-27.) Es sobresaliente la ilustración del olivo, con su advertencia en contra de la complacencia y su admonición para que los cristianos efectúen el servicio sagrado a Dios con su facultad de raciocinio. (Rom. 11:13-32; 12:1, 2.)
Santiago, el medio hermano de Jesús, entretejió hábilmente en su carta circunstancias comunes de la vida diaria al referirse a un hombre que se mira en un espejo, al freno de un caballo, al timón de un barco, etc., a fin de transmitir con claridad verdades espirituales. (Sant. 1:23, 24; 3:3, 4.) Pedro y Judas recurrieron a menudo a escritos inspirados anteriormente para citar incidentes con los que ilustrar el mensaje que el espíritu les movió a comunicar. Todas estas excelentes ilustraciones, dirigidas por el espíritu de Dios, cumplieron el propósito de hacer de la Palabra de Dios, la Biblia, un libro vivo.