BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ad págs. 777-779
  • Imagen

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Imagen
  • Ayuda para entender la Biblia
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • LAS IMAGENES DEL LIBRO DE DANIEL
  • LA IMAGEN DE LA BESTIA SALVAJE
  • Imagen
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
  • Imagen de la bestia
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
  • Imagen de la bestia
    Ayuda para entender la Biblia
  • El reino de Dios tritura los gobiernos humanos
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1978
Ver más
Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 777-779

IMAGEN

Cualquier representación o semejanza de una persona o cosa. (Mat. 22:20.)

Mientras que en la Biblia frecuentemente las imágenes están relacionadas con la idolatría, hay ocasiones en las que no es así. Por ejemplo, al crear al hombre, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. (Gén. 1:26, 27.) Puesto que el Hijo de Dios declaró que su Padre es “un Espíritu”, esto descarta cualquier semejanza física entre Dios y el hombre. (Juan 4:24.) Más bien, el hombre tenía cualidades que reflejaban las de su Creador celestial, cualidades que claramente le distinguían de la creación animal. (Véase ADÁN, NÚM. 1.) A pesar de estar hecho a la imagen de su Creador, el hombre no tenía que ser un objeto de veneración o adoración.

Así como originalmente Adán estaba hecho a la semejanza de Dios, lo cual le identificaba como su hijo terrestre (Luc. 3:38), de igual manera, Set, el hijo de Adán, aunque nació en imperfección, estaba hecho a la “semejanza [de Adán], a su imagen”. (Gén. 5:3.) A pesar de que el hombre cayó en imperfección, el que la humanidad hubiese sido hecha en el principio a la imagen de Dios fue referido después del Diluvio del tiempo de Noé como base para la ley divina que autorizaba a los humanos a ejecutar por medio de la pena capital a los asesinos. (Gén. 9:5, 6.) En las instrucciones cristianas sobre el que la mujer se cubra la cabeza, se le dice al varón cristiano que él no debería cubrirse, puesto que el hombre “es la imagen y gloria de Dios”, mientras que la mujer es la gloria del varón. (1 Cor. 11:7.)

El Hijo primogénito de Dios, que más tarde llegó a ser el hombre Jesús, es la imagen de su Padre. (2 Cor. 4:4.) Puesto que obviamente fue a ese Hijo a quien Dios le habló diciéndole: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”, la semejanza del Hijo con su Padre, el Creador, existió desde el mismo momento en que el Hijo fue creado. (Gén. 1:26; Juan 1:1-3; Col. 1:15, 16.) Cuando estuvo en la Tierra como hombre perfecto, él reflejó las cualidades y la personalidad de su Padre al mayor grado posible dentro de las limitaciones humanas, de manera que pudo decir: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también”. (Juan 14:9; 5:17, 19, 30, 36; 8:28, 38, 42.) Esta semejanza, sin embargo, se hizo aún más patente cuando Jesús fue resucitado a vida espiritual y recibió de Jehová Dios, su Padre, “toda autoridad […] en el cielo y sobre la tierra”. (1 Ped. 3:18; Mat. 28:18.) Puesto que Dios ensalzó entonces a Jesús “a un puesto superior”, ahora el Hijo de Dios reflejaba la gloria de su Padre a un grado todavía mayor que el que tuvo antes de descender de los cielos para venir a la Tierra. (Fili. 2:9; Heb. 2:9.) Él es ahora la “representación exacta de su mismo ser [de Dios ]”. (Heb. 1:2-4.)

Todos los miembros ungidos de la congregación cristiana son predeterminados por Dios para ser “hechos conforme a la imagen de su Hijo”. (Rom. 8:29.) Cristo Jesús es su modelo, no solamente en su patrón de vida, a medida que siguen sus pisadas e imitan su derrotero y caminos, sino también en su muerte y resurrección. (1 Ped. 2:21-24; 1 Cor. 11:1; Rom. 6:5.) Habiendo llevado la “imagen [terrestre] de aquel hecho de polvo [Adán]”, llevan posteriormente como criaturas espíritus “la imagen del celestial [el último Adán, Cristo Jesús]”. (1 Cor. 15:45, 49.) Durante su vida terrestre, tienen el privilegio de “[reflejar] como espejos la gloria de Jehová” que brilla para ellos procedente del Hijo de Dios, siendo transformados progresivamente en la imagen transmitida por ese Hijo, imagen que refleja dicha gloria. (2 Cor. 3:18; 4:6.) Por consiguiente, Dios crea en ellos una nueva personalidad, la cual es un reflejo o imagen de sus propias cualidades divinas. (Efe. 4:24; Col. 3:10.)

Algunos objetos que representaban plantas, flores, animales e incluso querubines fueron hechos por mandato de Jehová y por lo tanto eran apropiados. Aunque estas imágenes servían como representaciones simbólicas relacionadas con la adoración de Jehová, no recibían veneración ni adoración en forma de oraciones o sacrificios. (Véase ÍDOLO, IDOLATRÍA.)

LAS IMAGENES DEL LIBRO DE DANIEL

En el segundo año de la gobernación de Nabucodonosor (contando desde el tiempo de su conquista de Jerusalén en 607 a. E.C.) el rey babilonio tuvo un sueño que le perturbó notablemente y le impidió dormir. En este sueño, Nabucodonosor vio una imagen de forma humana, inmensa y pavorosa. Empezando por la cabeza, su cuerpo estaba compuesto por diferentes metales que iban siendo inferiores y más duros, a medida que se bajaba: comenzaba con oro y terminaba con hierro. Sin embargo, los pies y los dedos de los pies eran de barro mezclado con hierro. Toda la imagen fue triturada, hasta quedar reducida a polvo, por una piedra que había sido cortada de una montaña; posteriormente, la piedra llenó toda la Tierra. (Dan. 2:1-35.)

La imagen obviamente está relacionada con la dominación de la Tierra y el propósito de Jehová Dios concerniente a tal dominación. Esto se establece claramente por la interpretación inspirada que dio Daniel. La cabeza de oro representó a Nabucodonosor, quien, por permiso divino, había llegado a ser el gobernante más poderoso del mundo y, lo que es más importante, había derribado al reino típico de Judá. Sin embargo, cuando dijo: “Tú mismo eres la cabeza de oro”, parece que Daniel no limitó el significado de la cabeza únicamente a Nabucodonosor. Puesto que las otras partes del cuerpo simbolizaban reinos, la cabeza debió representar la dinastía de reyes babilonios desde Nabucodonosor hasta la caída de Babilonia, en los días del rey Nabonido y su hijo Belsasar.

El reino representado por los pechos y brazos de plata correspondería con la potencia medopersa, la cual derrotó a Babilonia en el año 539 a. E.C. Fue “inferior” a la dinastía babilonia, pero no en el sentido de tener una zona de dominio más pequeña o menos poderío militar o económico. La superioridad de Babilonia, tal vez se deba al hecho de que esta potencia fue la que derribó el reino típico de Dios en Jerusalén, una distinción que no ostentaba Medo-Persia. La dinastía medopersa de gobernantes mundiales finalizó con Darío III (Codomano), cuyas fuerzas fueron completamente derrotadas por Alejandro de Macedonia en el año 331 a. E.C. Grecia sería la potencia que correspondería con el vientre y los muslos de cobre de la imagen. (Dan. 2:36-39.)

Aunque dividido, el imperio griego o helénico mantuvo su dominio hasta que finalmente fue absorbido por la nueva potencia en ascenso: Roma. Por lo tanto, la potencia mundial romana aparece simbolizada en la imagen por las piernas de hierro, un metal inferior pero más duro. La historia ha dejado un extenso registro de la fuerza de Roma para quebrar y aplastar a los reinos opositores, tal como indicaba la profecía. (Dan. 2:40.) Sin embargo, Roma por sí sola no encaja con todo lo que se representa por las piernas y los pies de la imagen, pues la gobernación del imperio romano no duró hasta la conclusión del sueño profético, cuando la piedra simbólica es cortada de la montaña y tritura toda la imagen, llenando posteriormente toda la Tierra.

Daniel mismo le dijo a Nabucodonosor que el sueño tenía que ver con “lo que ha de ocurrir en la parte final de los días” (Dan. 2:28), y puesto que la piedra simbólica representa al reino de Dios, es de esperar que la dominación prefigurada por la imagen con las piernas y los pies de hierro habría de extenderse hasta el tiempo en que se estableciera ese Reino y tomara acción para “[triturar] y [poner] fin a todos estos reinos”. (Dan. 2:44.)

La historia muestra que, aunque el imperio romano siguió existiendo bajo la forma del Santo Imperio Romano Germánico, con el tiempo dio paso a un poder creciente, Gran Bretaña, que en un tiempo había sido uno de sus súbditos en el imperio. Debido a la estrecha afinidad entre Gran Bretaña y los Estados Unidos, así como al hecho de que normalmente han obrado de común acuerdo, a menudo se hace referencia a ambas naciones como la potencia mundial angloamericana, actualmente la potencia dominante en la historia mundial contemporánea.

La mezcla de hierro y barro en los dedos de la gran imagen ilustra gráficamente la condición que se habría de presentar al final de la dominación política mundial. En las Escrituras se usa el barro en sentido metafórico para representar al hombre hecho del polvo de la tierra. (Job 10:9; Isa. 29:16; Rom. 9:20, 21.) Por consiguiente, en la interpretación de Daniel el barro es relacionado con “la prole de la humanidad”, y el que se mezcle con el hierro hace que lo simbolizado por los diez dedos de la imagen resulte frágil. Esto indica que la fuerza parecida a hierro de la forma final de dominación mundial que ejercen los reinos terrestres experimenta un debilitamiento y una falta de cohesión.

La imagen de oro erigida posteriormente por Nabucodonosor en la llanura de Dura no está directamente relacionada con la imagen inmensa del sueño. En vista de sus dimensiones—60 codos (27 m.) de altura y tan solo 6 codos (2,7 m.) de anchura (o una proporción de 10 a 1), no parece probable que haya sido una estatua de forma humana, a menos que tuviese un pedestal muy alto, más alto que la estatua misma. La proporción de la figura humana en cuanto a altura y anchura es de 4 a 1. Por consiguiente, es posible que la imagen solo haya sido de naturaleza simbólica, tal vez como los obeliscos del antiguo Egipto.

LA IMAGEN DE LA BESTIA SALVAJE

Después de ver una bestia salvaje de siete cabezas que ascendía del mar, el apóstol Juan vio en visión a una bestia de dos cuernos que ascendía de la tierra. Esta bestia hablaba como un dragón y decía a los que moran sobre la Tierra ‘que hiciesen una imagen a la bestia salvaje [de siete cabezas]’. (Rev. 13:1, 2, 11-14.) El significado de la bestia salvaje de siete cabezas y de la bestia de dos cuernos se considera en el artículo BESTIAS SIMBÓLICAS. Tal como se muestra en el mencionado artículo, la Biblia hace mención de bestias como símbolos de gobiernos políticos. Por lo tanto, la imagen de la bestia salvaje de siete cabezas debe ser alguna entidad que refleje las características e intenciones del sistema político mundial que domina la Tierra, el cual está representado por la bestia salvaje de siete cabezas. Lógicamente, esta imagen debería tener también siete cabezas y diez cuernos, como la bestia salvaje que asciende del mar y a la cual representa. Es de interés destacar que en el capítulo 17 de Revelación se describe a otra bestia salvaje de siete cabezas, pero distinta de la bestia salvaje que asciende del mar.

Después de la primera mención en el capítulo 13 de Revelación, normalmente se hace referencia a la imagen de la bestia junto con la bestia salvaje, particularmente con relación a la adoración de esa bestia salvaje y al hecho de recibir su marca, cosas de las cuales la imagen de la bestia también participa. (Rev. 14:9-11; 15:2; 16:2; 19:20; 20:4; véase MARCA.)

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir