DILIGENCIA
Disposición a hacer con prontitud e interés una cosa; celo; ocupación constante o regular. Generalmente este término implica un trabajo lícito y útil. Es lo opuesto a indolencia u ociosidad.
Las palabras hebreas y griegas de la Biblia que a veces se traducen “diligente” o “diligencia” se vierten con más frecuencia “solícito” o “solicitud”, y otras variaciones de esas mismas voces a menudo se traducen “esforzarse” y “hacer lo sumo posible”.
JEHOVÁ Y JESUCRISTO
La diligencia es una cualidad de Jehová Dios. “Debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna [de la multitud de cosas que él ha creado] falta.” (Isa. 40:26.) Su creación —con la belleza, complejidad y evidencia de su cuidado amoroso en cada detalle— permanece como prueba de su diligencia incansable. (Sal. 19:1; 139:14; Isa. 40:28.) El hijo de Jehová sigue su ejemplo, ya que él mismo dijo: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando”. (Juan 5:17.)
SIERVOS DE JEHOVÁ
Desde un principio, el trabajo diligente ha sido una característica destacada de los verdaderos siervos de Dios. Abel fue un hacedor de obras “justas”. (1 Juan 3:12.) Noé se esforzó vigorosamente en la construcción de un arca enorme, siendo al mismo tiempo “predicador de justicia”. (2 Ped. 2:5.) Abrahán, Jacob, José, Moisés, David y los profetas fueron todos hombres de acción, trabajadores concienzudos. (Gén. 18:6-8; 31:38-42; 39:1-6; Éxo. 40:16; 1 Sam. 17:32-37; Heb. 11:32-38.) El joven Jeroboán, a pesar de que posteriormente resultó infiel a Dios, fue nombrado superintendente por el rey Salomón debido a que era ‘diligente’ (heb. “un trabajador muy asiduo”). (1 Rey. 11:28.) Sin duda, la diligencia de Jeroboán contribuyó en parte a que llegase a ser gobernante del reino de diez tribus de Israel.
EXHORTACIÓN A LOS CRISTIANOS
El escritor cristiano Santiago, hombre diligente y uno de los superintendentes de la congregación cristiana de Jerusalén, escribe: “La fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma”. (Sant. 2:17.) Por este motivo, a los cristianos se les exhorta a que no aflojen su paso o se cansen de hacer el bien, sino, más bien, que “[muestren] la misma diligencia a fin de tener la plena seguridad de la esperanza hasta el fin, para que no se hagan indolentes, sino que sean imitadores de los que mediante fe y paciencia heredan las promesas”. (Heb. 6 :11, 12; compárese con Proverbios 10:4; 12:24; 18:9.) Jesucristo dijo a sus discípulos: “Esfuércense vigorosamente por entrar por la puerta angosta, porque muchos, les digo, tratarán de entrar, pero no podrán”. (Luc. 13: 24.) En este aspecto Pablo mismo fue un ejemplo. (Col. 1:29; 2 Tes. 3:7-9.)
Para evitar que el cristiano se haga inactivo o infructífero debe ‘contribuir en respuesta [a las promesas de Dios] todo esfuerzo solícito’ para suministrar a su fe virtud, conocimiento, gobierno de sí mismo, perseverancia, devoción piadosa, cariño fraternal y amor. (2 Ped. 1:4-8.) Eso exige perseverancia diligente (2 Tim. 2:15; Heb. 4:11) y atención constante (Heb. 2:1), para lo cual gran parte de la fuerza que se necesita proviene de la ayuda del espíritu de Jehová. ¿Qué podría expresar de manera más enérgica la necesidad de ser diligentes que el consejo del apóstol Pablo: “No sean holgazanes en sus quehaceres. Fulguren con el espíritu. Sirvan a Jehová como esclavos”? Este requisito de diligencia aplica a todos los ministros (“ocupémonos en este ministerio”), pero con especial fuerza a aquellos que están en posición de presidir en las reuniones y actividades de la congregación: “el que preside, hágalo con verdadera solicitud”. (Rom. 12:7, 8, 11.)
Norma para la congregación
Los necesitados de la congregación que reciben ayuda material de ella deben ser diligentes. La norma bíblica es: “Si alguien no quiere trabajar, que tampoco coma”. La exhortación a los que no trabajan es que se pongan a trabajar, para “que trabajando con quietud, coman alimento que ellos mismos ganen”. (2 Tes. 3:10-12.) Aquel que profesa ser cristiano y rehúsa o descuida proveer para su casa “ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe”. (1 Tim. 5:8.) Incluso las viudas que estaban en necesidad, antes de ser puestas en la lista de la congregación para una provisión regular de ayuda material, debían tener un registro de actividad cristiana habiendo “[seguido] con diligencia toda buena obra”. (1 Tim. 5:9, 10.)
RECOMPENSAS POR LA DILIGENCIA
La persona diligente recibirá ricas recompensas tanto ahora como en el futuro. “La mano del diligente es lo que enriquece a uno.” (Pro. 10:4.) “La mano de los diligentes es la que gobernará.” (Pro. 12:24.) Su alma “será engordada”. (Pro. 13:4.) La esposa diligente es aquella cuyos “hijos se han levantado y han procedido a pronunciarla feliz; su dueño se levanta, y la alaba”. De ella, se dice: “Denle del fruto de sus manos, y alábenla sus obras aun en las puertas”. (Pro. 31:28, 31.) Ante todo, a los hermanos espirituales de Cristo se les dice: “Hagan lo sumo por hacer seguros para sí su llamamiento y selección; porque si siguen haciendo estas cosas no fracasarán nunca. De hecho, así se les suministrará ricamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. (2 Ped. 1:10, 11.)