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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 824-825

ISRAEL DE DIOS

Esta expresión, que aparece solo una vez en las Escrituras, se refiere al Israel espiritual en lugar de a los descendientes de la raza de Jacob, cuyo nombre fue cambiado a Israel. (Gén. 32:22-28.) La Biblia habla tanto del “Israel según la carne” (1 Cor. 10:18) como del Israel espiritual compuesto de personas para las cuales no es un requisito ser descendientes de Abrahán. (Mat. 3:9.) El apóstol Pablo, al usar la expresión “el Israel de Dios”, muestra que no está relacionada con ser un descendiente circunciso de Abrahán o no. (Gál. 6:15, 16.)

El profeta Oseas predijo que Dios, al rechazar a la nación del Israel natural a favor de su nación espiritual, la cual incluye a los gentiles, les diría “a los que no son mi pueblo: ‘Tú eres mi pueblo’”. (Ose. 2:23; Rom. 9:22-25.) A su debido tiempo, el reino de Dios le fue quitado a la nación de los judíos naturales y fue dado a una nación espiritual que produjese el fruto del Reino. (Mat. 21:43.) Desde luego, hubo judíos naturales que formaron parte del Israel espiritual. Los apóstoles y el resto de los que recibieron espíritu santo en el Pentecostés de 33 E.C. (aproximadamente ciento veinte), los que se añadieron en ese día (aproximadamente tres mil), y los que posteriormente aumentaron el número hasta unos cinco mil, todos fueron judíos y prosélitos. (Hech. 1:13-15; 2:41; 4:4.) Pero aun así eran, como Isaías los describió, “un simple resto” que se salvó de esa nación rechazada. (Isa. 10:21, 22; Rom. 9:27.)

Otros textos explican este asunto con más detalle. Al ser desgajadas algunas “ramas naturales” del olivo simbólico, fueron injertados no israelitas “silvestre[s]”, de manera que no había distinción racial o de clases entre aquellos que “realmente son descendencia de Abrahán, herederos respecto a una promesa”. (Rom. 11: 17-24; Gál. 3:28, 29.) “No todos los que provienen de Israel son realmente ‘Israel’. Porque no es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne. Mas es judío el que lo es por dentro, y su circuncisión es la del corazón por espíritu.” (Rom. 9:6; 2:28, 29.) El Israel natural no produjo el número de miembros que se requería; por lo tanto, Dios “dirigió su atención a las naciones para sacar de entre ellas un pueblo para su nombre” (Hech. 15:14), concerniente al cual se dijo: “En un tiempo ustedes no eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios”. (1 Ped. 2:10.) El apóstol Pedro citó lo que se le había dicho al Israel natural y lo aplicó a este Israel espiritual de Dios diciendo que es “una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial”. (Éxo. 19:5, 6; 1 Ped. 2:9.)

Las doce tribus que se mencionan en el capítulo 7 de Revelación tienen que referirse a este Israel espiritual, y por varias razones de peso. La lista de los nombres no encaja con la del Israel natural registrada en el capítulo 1 de Números. Además, el templo de Jerusalén y el sacerdocio y todos los registros tribuales del Israel natural fueron destruidos de manera permanente, perdidos para siempre, mucho antes de que Juan tuviese su visión en el año 96 E.C. Pero el hecho más importante es que Juan recibió su visión teniendo como trasfondo los acontecimientos ocurridos desde el Pentecostés de 33 E.C. en adelante, y que ya se han referido en el párrafo anterior. Juan tiene la visión de los que estaban de pie en el monte Sión celestial con el Cordero (al cual el Israel natural había rechazado), y en ella se le revela el número de este Israel espiritual de Dios: 144.000 “comprados de entre la humanidad”. (Rev. 7:4; 14:1, 4.)

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