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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 972-973

LABÁN

(“Blanco”).

Nieto de Nacor, el hermano de Abrahán. Su padre fue Betuel y su hermana Rebeca. (Gén. 24:15, 29; 28:5.) Labán residía en la ciudad de Harán, en Padán-aram, Mesopotamia, y fue padre de Lea y de Raquel. (Gén. 24:10; 27:43; 28:6; 29:4, 5, 16.)

A Labán se le llama el “hijo de Betuel el sirio [literalmente, “el arameo”]”, y también “Labán el sirio”. (Gén. 28:5; 25:20; 31:20, 24.) Esta designación es apropiada, pues él residía en Padán-aram, que significa “Llanura de Aram (Siria)”. Labán era un semita que moraba en una región ocupada por personas de habla aramea, un lenguaje semita.

Siendo ya anciano, Abrahán envió a su siervo a esas inmediaciones para conseguir esposa para Isaac. (Gén. 24:1-4, 10.) Cuando Labán oyó el relato que le hizo Rebeca de su encuentro con el siervo de Abrahán y vio los regalos que ella había recibido, fue corriendo al siervo, se dirigió a él como a alguien bendito de Jehová y le brindó hospitalidad. (Gén. 24: 28-32.) Luego, Labán fue quien se encargó de las negociaciones sobre el matrimonio de Rebeca, y tanto él como su padre Betuel aprobaron dicho matrimonio. (Gén. 24:50-61.)

Años después, con el fin de escapar de la venganza de Esaú y al mismo tiempo para hallar esposa, Jacob viajó a Harán, a la casa de su tío Labán. (Gén. 27:41-28:5.) Para entonces Labán tenía dos hijas, Lea y Raquel (Gén. 29:16), y quizás tuviese hijos también. (Gén. 31:1.) Labán llegó a un acuerdo con Jacob: por siete años de servicio, él le daría a su hija más joven, Raquel, por esposa. Sin embargo, Labán engañó a Jacob la noche de su boda, dándole a su hija mayor, Lea, en lugar de Raquel. Hizo caso omiso de las protestas de Jacob, amparándose en la costumbre local, y entonces le ofreció a Raquel como esposa secundaria si Jacob le servía por otros siete años. (Gén. 29:13-28.)

Cuando Jacob finalmente quiso partir, Labán le exhortó a quedarse y a seguir sirviéndole por un salario. (Gén. 30:25-28.) El acuerdo fue que Jacob se quedaría todas las ovejas moteadas y con manchas de color, las ovejas morenas oscuras entre los carneros jóvenes y cualesquier cabras con manchas de color y moteadas. (Gén. 30:31-34.) Pero las palabras de Jacob a Lea y a Raquel, así como a Labán (Gén. 31:4-9, 41), indican que durante los siguientes años este cambió frecuentemente el acuerdo original al ver que los rebaños de Jacob estaban aumentando en gran manera. Finalmente, la actitud de Labán para con Jacob cambió, y siguiendo la dirección de Jehová, Jacob decidió volver a su tierra natal con su familia y sus rebaños. (Gén. 31:1-5, 13, 17, 18.)

Al tercer día de haber partido secretamente, Labán se enteró y fue en persecución de Jacob, logrando alcanzarle en la región montañosa de Galaad. Sin embargo, debido a una advertencia de Dios, Labán no causó ningún daño a Jacob. (Gén. 31:19-24.) Cuando se encontraron, Labán y Jacob riñeron. Jacob sacó a colación sus veinte años de fiel servicio y de duro trabajo, y le dijo a Labán que le había tratado injustamente, cambiando su salario diez veces. (Gén. 31:36-42.)

Labán estaba muy interesado en recuperar los terafim o ídolos domésticos que Raquel, sin saberlo Jacob, había robado. Labán no los pudo encontrar, pues Raquel los mantuvo escondidos. (Gén. 31:30-35.) Las ideas religiosas de Labán tal vez estuviesen influenciadas por los adoradores de la Luna entre quienes moraba, como tal vez indique el que usara agüeros y poseyera terafim. Sin embargo, debería tenerse en cuenta que probablemente había otras razones, aparte de las exclusivamente religiosas, por las que Labán estaba tan ansioso de localizar y recuperar los terafim. Unas tablillas desenterradas en Nuzi, cerca de Kirkuk, revelan que, según las leyes que regían en tiempos patriarcales en aquella zona en particular, si el esposo de una mujer poseía tales ídolos domésticos, podría comparecer ante un tribunal y exigir las propiedades de su difunto suegro. Por consiguiente, quizás Labán pensó que fue Jacob quien robó los terafim con el fin de desposeer más tarde a sus propios hijos. Esto puede explicar por qué, cuando no localizó los dioses domésticos, Labán estaba tan ansioso de celebrar un acuerdo con Jacob que asegurara que este no volvería con los dioses domésticos después de la muerte de Labán para privar de la herencia a sus hijos.

Labán hizo un pacto de paz familiar con Jacob, y para conmemorarlo erigieron una columna y un majano de piedras. Jacob llamó al majano, en lenguaje hebreo, Galeed, que significa “Montón de Testimonio”. Labán le llamó Jegar-sahadutá, usando una expresión aramea o siria que tenía el mismo significado. También fue llamado “La Atalaya”. (Gén. 31:43-53.) Después de despedirse de sus nietos y de sus hijas, Labán regresó a su casa, y el registro bíblico ya no hace más mención de él. (Gén. 31:54, 55.)

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