MANSEDUMBRE
(gr. pra·ý·tes).
Genio apacible, sin altivez o vanidad. Disposición mental que permite a una persona aguantar el daño con paciencia y sin irritación, resentimiento o venganza vindicativa. La mansedumbre está estrechamente enlazada con otras virtudes tales como la humildad y amabilidad, de las que rara vez se la halla separada. (Véase HUMILDAD.) Aunque, en lo que tiene que ver con las acciones, la palabra amabilidad es apropiada, pra·ý·tes connota más específicamente una condición de la mente y el corazón. Por lo tanto, la palabra “mansedumbre” es una traducción adecuada del término griego.
En la Biblia se enfatiza la mansedumbre como la actitud mental que se tiene, en primer lugar, para con Dios, y después para con el prójimo. Por ejemplo, está escrito: “Los mansos ciertamente aumentarán su regocijo en Jehová mismo”. (Isa. 29:19.) Las personas mansas son enseñables—Jehová “enseñará a los mansos Su camino” (Sal. 25:9)—y están dispuestas a aguantar disciplina de la mano de Dios, aunque esto les sea gravoso por el momento. (Heb. 12:4-11.) La mansedumbre hace que las personas, en lugar de acalorarse con ira, esperen en Jehová para que Él corrija los males y daños sufridos injustamente. (Sal. 37:8-11.) No se quedan decepcionadas, pues aquel a quien Jehová nombró para ello, la “ramita del tocón de Jesé”, censurará en justicia “a favor de los mansos de la tierra”. (Isa. 11:1-4.)
MOISÉS
Moisés fue precisamente esa clase de hombre, “era con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo”, alguien que podía aceptar la crítica sin resentimiento. (Núm. 12:3.) Este comentario en cuanto a su mansedumbre se hizo cuando Miriam y Aarón murmuraron contra Moisés. En realidad, fue una queja injustificada contra Jehová, queja que Él rápidamente notó y censuró. (Núm. 12:1-15.)
JESUCRISTO
Jesucristo demostró mansedumbre al aguantar todo tipo de injuria personal sin una palabra de queja, incluso dejándose llevar al degüello como un cordero sin abrir su boca en protesta. (Fili 2:5-8; Heb. 12:2; Hech. 8:32-35; Isa. 53:7.) Este, que fue mayor que Moisés, también se recomendó a otros como alguien manso o de genio apacible. (Mat. 11:28, 29, BJ, Mod, NC, NM, Val.) Como se predijo en Isaías 61:1, fue ungido con el espíritu de Jehová “para anunciar buenas nuevas a los mansos”. Después de leer esta profecía en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde se crió, Jesús dijo: “Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír”. (Luc. 4:16-21.) Al enviar a su amado Hijo para enseñar a los mansos en cuanto a la salvación, Dios les estaba mostrando, en verdad, un favor muy especial. (Sal. 149:4; Pro. 3:34.)
TRAE BENEFICIOS
Si se permite que los celos y la contienda arraiguen y crezcan, conducirán a trastornos de toda clase. La mansedumbre, por otro lado, evitará que se desarrollen tales condiciones entre los seguidores de Cristo. Por lo tanto, el escritor bíblico Santiago insta a los que son sabios y entendidos en la congregación a desplegar una “conducta excelente” de humildad y gran paciencia para con otros, cultivando “una apacibilidad que pertenece a la sabiduría”, “la sabiduría de arriba”. (Sant. 3:13, 17.)
La invitación expresada por el profeta Sofonías todavía sigue extendiéndose a las personas mansas de la Tierra: “Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, los que han practicado Su propia decisión judicial. Busquen justicia, busquen mansedumbre. Probablemente se les oculte en el día de la cólera de Jehová”. (Sof. 2:3.) También hay, además de esta, otras promesas maravillosas de vida y paz para tales personas. (Sal. 22:26; 37:11.)