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  • Profecías mesiánicas que no utilizan la palabra “Mesías”
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MESÍAS

Término que proviene de la raíz verbal hebrea ma·scháj, que significa “untar” y, por lo tanto, “ungir”. Mesías (ma·schí·aj) significa “Ungido” o “El Ungido”. El equivalente griego es Kjri·stós o Cristo.

En las Escrituras Hebreas la forma adjetiva maschí·aj se aplica a muchos hombres. David fue nombrado oficialmente como rey al ungírsele con aceite, por lo que se habla de él como el “ungido” o, literalmente, “mesías”. (2 Sam. 19:21; 22:51; 23:1; Sal. 18:50.) A otros reyes, además de Saúl y Salomón, se les denomina el “ungido” o “el ungido de Jehová”. (1 Sam. 2:10, 35; 12:3, 5; 24:6, 10; 2 Sam. 1:14, 16; 2 Cró. 6:42; Lam. 4:20.) El término también se aplica al sumo sacerdote. (Lev. 4:3, 5, 16; 6:22.) A los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob se les llama los “ungidos” o meschi·jím (kjri·stói, Versión de los Setenta) de Jehová. (1 Cró. 16:16, 22.) Al rey persa Ciro se le denomina el “ungido”, en el sentido de que fue nombrado por Dios para cierta asignación. (Isa. 45:1.)

En las Escrituras Griegas Cristianas la forma transliterada Mes·sí·as aparece en el texto griego en Juan 1:41 con la siguiente explicación: “Que, traducido, significa Cristo”. (Véase también Juan 4:25.) En algunas ocasiones el término Kjri·stós se usa solo con referencia al que es o alega ser el Mesías o el Ungido (Mat. 2:4; 22:42; Mar. 13:21); sin embargo, la mayor parte de las veces va acompañado del nombre personal Jesús—“Jesucristo” o “Cristo Jesús”—para designarlo como el Mesías. También a Jesús se le llama por antonomasia Cristo, como en la declaración: “Cristo murió por nosotros”. (Rom. 5:8; Juan 17:3; 1 Cor. 1:1, 2; 16:24.)

MESÍAS EN LAS ESCRITURAS HEBREAS

En Daniel 9:25, 26 la palabra ma·schí·aj aplica exclusivamente al Mesías venidero. (Véase SETENTA SEMANAS.) Sin embargo, muchos otros textos de las Escrituras Hebreas señalan también a este que viene, aunque no de manera exclusiva. Por ejemplo, aparentemente el Salmo 2:2 tuvo su primera aplicación en el tiempo en que los reyes filisteos intentaron destituir al ungido rey David; pero en Hechos 4:25-27 se establece una segunda aplicación, esta vez al predicho Mesías, pues el texto se aplica a Jesucristo. Asimismo, muchos otros hombres llamados “ungidos” prefiguraron o representaron de diversas maneras a Jesucristo y la obra que él haría, entre los que estuvieron David, el sumo sacerdote de Israel y Moisés (del que se habla como Cristo en Hebreos 11:23-26).

Profecías mesiánicas que no utilizan la palabra “Mesías”

Varios textos de las Escrituras Hebreas que no mencionan de manera específica al “Mesías”, eran entendidos por los judíos como profecías que sí le aplicaban. El doctor A. Edersheim localizó 456 pasajes a los que la “antigua sinagoga se refería como mesiánicos”, y había 558 referencias en los escritos rabínicos más antiguos, que apoyaban tales aplicaciones. (Lije and Times of Jesus the Messiah, vol. 1, pág. 163; vol. 2, págs. 710-737.) Como ejemplo, en Génesis 49:10 se profetizó que el cetro para gobernar pertenecería a la tribu de Judá y que Siló vendría por ese linaje. El Targum de Onkelos, el Targum de Jerusalén y el Midrás reconocen que la expresión “Siló” aplica al Mesías.

Las Escrituras Hebreas contienen muchas profecías que proporcionan detalles en cuanto a los antecedentes del Mesías, sus actividades, el tiempo de su venida, la manera en que se le trató y su lugar en el propósito de Dios. Las diversas indicaciones en cuanto al Mesías se combinaron así para formar un gran cuadro que ayudaría a los verdaderos adoradores a identificarle. Este cuadro proporcionaría una base para tener fe en él como el verdadero Caudillo enviado por Jehová. Aunque los judíos no reconocieron con antelación todas las profecías que tenían que ver con el Ungido, los evangelios dan evidencia de que tenían suficiente conocimiento para identificar al Mesías cuando llegase.

EL ENTENDIMIENTO DE LAS PROFECÍAS MESIÁNICAS

EN EL PRIMER SIGLO DE LA ERA COMÚN

La información histórica, principalmente la recogida en los evangelios, revela lo que los judíos pensaban en cuanto al Mesías en el primer siglo de la era común.

Rey e hijo de David

Entre los judíos se aceptaba comúnmente que el Mesías sería un rey del linaje de David. Cuando los astrólogos preguntaron en cuanto al “que nació rey de los judíos”, Herodes el Grande sabía que se referían al “Cristo”. (Mat. 2:2-4.) Jesús les preguntó a los fariseos si sabían de quién sería descendiente el Cristo o Mesías. Aunque aquellos líderes religiosos no creían en Jesús, sabían que el Mesías sería hijo de David. (Mat. 22:41-45.)

Nacería en Belén

Miqueas 5:2, 4 había indicado que aquel que sería “gobernante en Israel” y “grande hasta los cabos de la tierra”, saldría de Belén. Se entendía que esta era una profecía mesiánica. Cuando Herodes el Grande preguntó a los principales sacerdotes y escribas dónde tenía que nacer el Mesías, ellos respondieron: “En Belén de Judea”, y citaron Miqueas 5:2. (Mat. 2:3-6.) Hasta la gente común conocía esa profecía. (Juan 7:41, 42.)

Un profeta que realizaría señales

Dios había predicho por medio de Moisés la venida de un gran profeta (Deu. 18:18), y en los días de Jesús los judíos estaban a la expectativa de él. (Juan 6:14.) La manera en que el apóstol Pedro usó las palabras de Moisés en Hechos 3:22, 23 indica que él sabía que se aceptarían como palabras de naturaleza mesiánica, incluso por parte de los opositores religiosos, lo cual prueba que el entendimiento de Deuteronomio 18:18 estaba muy difundido. La mujer samaritana que estaba junto al pozo, también pensaba que el Mesías sería un profeta. (Juan 4:19, 25, 29.) Las personas esperaban que el Mesías realizara señales. (Juan 7:31.)

EXPECTATIVAS QUE CONDUCÍAN AL RECHAZAMIENTO DEL MESÍAS

POR PARTE DE LA NACIÓN JUDÍA

El relato de Lucas indica que muchos judíos esperaban ansiosamente la venida del Mesías precisamente cuando Jesús estaba en la Tierra. Simeón y otros judíos “[esperaban] la consolación de Israel” y la “liberación de Jerusalén” cuando Jesús fue llevado al templo poco después de su nacimiento. (Luc. 2:25, 38.) Durante el ministerio de Juan el Bautista, las personas estaban “en expectativa” en cuanto al Cristo o Mesías. (Luc. 3:15.) Sin embargo, muchos esperaban que el Mesías encajase con sus ideas preconcebidas. Las profecías registradas en las Escrituras Hebreas mostraban que el Mesías vendría para desempeñar dos papeles diferentes: como alguien ‘humilde que cabalga sobre un asno’, y como aquel que vendría “con las nubes de los cielos” para aniquilar a los opositores y hacer que todos los gobiernos le sirviesen a él. (Zac. 9:9; Dan. 7:13.) Los judíos no percibieron que estas profecías tenían que ver con dos diferentes venidas del Mesías muy distanciadas una de otra.

Las fuentes judías concuerdan con Lucas 2:38 en que en aquel tiempo el pueblo estaba esperando la liberación de Jerusalén. The Jewish Encyclopedia observa: “Anhelaban el libertador prometido de la casa de David, que los libertaría del yugo del odiado usurpador extranjero, que terminaría con el impío dominio romano y establecería su propio reinado de paz”. (Vol. 8, pág. 508.) Intentaron convertirlo en un rey terrestre (Juan 6:15), y cuando se negó a amoldarse a sus expectativas, lo rechazaron.

Mesías falsos

Después de la muerte de Jesús, los judíos siguieron a muchos Mesías falsos, tal como él había predicho. (Mat. 24:5.) “Según Josefo, parece que en el primer siglo, antes de la destrucción del templo [en 70 E.C.], surgieron varios Mesías que prometían alivio del yugo romano, y que pronto hallaron seguidores.” (The Jewish Encyclopedia, vol. 10, pág. 251.) Más tarde, en el año 132 E.C., Bar Kokba (Bar Koziba), uno de los falsos Mesías más prominentes, fue aclamado como el rey mesiánico. Al reprimir la sublevación que él dirigió, los soldados romanos mataron a miles de judíos. Aunque el que apareciesen falsos Mesías ilustra que muchos judíos estaban interesados principalmente en un Mesías político, también muestra que esperaban correctamente a un Mesías personal, no solo una era mesiánica o una nación mesiánica. Se ha dicho que Bar Kokba era descendiente de David, lo cual habría fundamentado su pretensión de ser el Mesías. Pero esto no puede demostrarse, pues los registros genealógicos fueron destruidos en el año 70 E.C. De modo que, los que después de esta fecha alegaran ser el Mesías, no podrían demostrar ser de la familia de David. (Por esta razón, el Mesías tenía que aparecer antes del año 70 E.C., como fue el caso de Jesús, con el fin de poder probar su linaje davídico. Esto muestra que las personas que todavía esperan que el Mesías venga a la Tierra están equivocadas.) Entre los falsos Mesías posteriores estuvieron Moisés de Creta, quien afirmó que dividiría el mar entre Creta y Palestina, y Serenus, que engañó a muchos judíos de España. The Jewish Encyclopedia cuenta veintiocho falsos Mesías entre el año 132 E. C. y 1744 E.C.

JESÚS ALEGÓ SER EL MESÍAS Y FUE ACEPTADO COMO TAL

La evidencia histórica hallada en los evangelios demuestra que Jesús era verdaderamente el Mesías. Las personas del primer siglo que pudieron preguntarle a los testigos oculares y examinar la evidencia aceptaron la información histórica como auténtica. Estaban tan seguros de su exactitud que estuvieron dispuestos a aguantar persecución y morir por su fe basada en aquella información confiable. Los registros del evangelio muestran que varios individuos reconocieron abiertamente que Jesús era el Cristo o Mesías. (Mat. 16:16; Juan 1:41, 45, 49; 11:27.) Jesús no dijo que estuviesen equivocados; de hecho, en varias ocasiones admitió, directa o indirectamente, ser el Cristo (Mat. 16:17; Juan 4:25, 26; 10:24, 25), aunque también dijo que no lo publicasen. (Mar. 8:29, 30; 9:9.) Jesús se interesó en que las personas oyeran y vieran sus obras, para que creyesen sobre la base sólida de esta evidencia, a fin de que su fe estuviese fundada en su propio testimonio ocular del cumplimiento de las Escrituras Hebreas. (Juan 5:36; 10:24, 25; compárese con Juan 4:41, 42.) Hoy también, para poder saber y creer que Jesús es en realidad el Mesías, se dispone del registro del evangelio, donde se informa sobre lo que él fue e hizo, así como también de las Escrituras Hebreas, donde se encuentra abundante información sobre lo que él habría de hacer. (Juan 20:31; véase JESUCRISTO.)

[Tabla de la página 1120]

(Para ver el texto en formato original, consulte la publicación)

PROFECÍAS SOBRESALIENTES ACERCA DE JESÚS Y SU CUMPLIMIENTO

Gén. 49:10

Nació de la tribu de Judá

Mat. 1:2-16; Luc. 3:23-33; Heb. 7:14

Sal. 132:11; Isa. 9:7; 11:1, 10

De la familia de David, el hijo de Jesé

Mat. 1:1, 6-16; 9:27; Hech. 13:22, 23; Rom. 1:3; 15:8, 12

Miq. 5:2

Nació en Belén

Luc. 2:4-11; Juan 7:42

Isa. 7:14

Nació de una virgen

Mat. 1:18-23; Luc. 1:30-35

Jer. 31:15

Matanza de niños después de su nacimiento

Mat. 2:16-18

Mal. 3:1; 4:5; Isa. 40:3

Se prepara el camino de antemano

Mat. 3:1-3; 11:10-14; 17:10-13; Luc. 1:17, 76; 3:3-6; 7:27; Juan 1:20-23; 3:25-28; Hech. 13:24; 19:4

Ose. 11:1

Llamado de Egipto

Mat. 2:15

Isa. 61:1, 2

Comisionado

Luc. 4:18-21

Isa. 9:1, 2

Su ministerio hizo que las personas de Neftalí y Zabulón vieran una gran luz

Mat. 4:13-16

Sal. 78:2

Habló con ilustraciones

Mat. 13:11-13, 31-35

Isa. 53:4

Llevó nuestras enfermedades

Mat. 8:16,17

Isa. 53:1

No creyeron en él

Juan 12:37, 38; Rom. 10:11, 16

Sal. 69:9

Celoso por la casa de Jehová

Mat. 21:12, 13; Juan 2:13-17

Isa. 42:1-4

Como siervo de Jehová, no reñiría en las calles

Mat. 12:14-21

Sal. 69:4

Odiado sin causa

Luc. 23:13-25; Juan 15:24, 25

Zac. 9:9; Sal. 118:26

Entrada en Jerusalén sobre un pollino de un asno; aclamado como rey y como aquel que viene en el nombre de Jehová

Mat. 21:1-9; Mar. 11:7-11; Luc. 19:28-38; Juan 12:12-15

Isa. 28:16; 53:3; Sal. 69:8; 118:22, 23

Rechazado, pero llega a ser la principal piedra angular

Mat. 21:42, 45, 46; Hech. 3:14; 4:11; 1 Ped. 2:7

Isa. 8:14, 15

Llega a ser piedra de tropiezo

Luc. 20:17, 18; Rom. 9:31-33

Sal. 41:9; 109:8

Un apóstol infiel le traiciona

Mat. 26:47-50; Juan 13:18, 26-30; Hech. 1:16-20

Zac. 11:12

Traicionado por treinta piezas de plata

Mat. 26:15; 27:3-10; Mar. 14:10, 11

Zac. 13:7

Los discípulos son esparcidos

Mat. 26:31, 56; Juan 16:32

Sal. 2:1, 2

Las autoridades romanas y los caudillos de Israel actúan juntos en contra del ungido de Jehová

Mat. 27:1, 2; Mar. 15:1, 15; Luc. 23:10-12; Hech. 4:25-28

Isa. 53:8

Juzgado y condenado

Mat. 26:57-68; 27:1, 2, 11-26; Juan 18:12-14, 19-24, 28-40; 19:1-16

Sal. 27:12

Falsos testigos

Mat. 26:59-61; Mar. 14:56-59

Isa. 53:7

Se mantiene en silencio ante sus acusadores

Mat. 27:12-14; Mar. 14:61; 15:4, 5; Luc. 23:9

Isa. 50:6; Miq. 5:1

Le pegan y le escupen

Mat. 26:67; 27:26, 30; Juan 19:3

Sal. 22:16 (nota al pie de la página)

Fijado en un madero

Mat. 27:35; Mar. 15:24, 25; Luc. 23:33; Juan 19:18, 23; 20:25, 27

Sal. 22:18

Echan suertes sobre sus prendas de vestir

Mat. 27:35; Juan 19:23, 24

Isa. 53:12

Contado entre los pecadores

Mat. 26:55, 56; 27:38; Luc. 22:37

Sal. 22:7, 8

Injuriado mientras estaba en el madero

Mat. 27:39-43; Mar. 15:29-32

Sal. 69:21

Le dan vinagre y hiel

Mat. 27:34, 48; Mar. 15:23, 36

Sal. 22:1

Abandonado por Dios a sus enemigos

Mat. 27:46; Mar. 15:34

Sal. 34:20; Éxo. 12:46

No le quiebran ningún hueso

Juan 19:33, 36

Isa. 53:5; Zac. 12:10

Traspasado

Mat. 27:49; Juan 19:34, 37; Rev. 1:7

Isa. 53:5, 8, 11, 12

Muere una muerte sacrificatoria para quitar los pecados y abrir el camino para conseguir una posición justa ante Dios

Mat. 20:28; Juan 1:29; Rom. 3:24; 4:25; 1 Cor. 15:3; Heb. 9:12-15; 1 Ped. 2:24; 1 Juan 2:2

Isa. 53:9

Fue enterrado con los ricos

Mat. 27:57-60; Juan 19:38-42

Jon. 1:17; 2:10

Pasa parte de tres días en la tumba y después es resucitado

Mat. 12:39, 40; 16:21; 17:23; 27:64; 28:1-7; Hech. 10:40; 1 Cor. 15:3-8

Sal. 16:8-11 (nota al pie de la página)

Resucitado antes de corromperse

Hech. 2:25-31; 13:34-37

Sal. 2:7

Jehová le declara su Hijo al engendrarle por espíritu y resucitarle

Mat. 3:16, 17; Mar. 1:9-11; Luc. 3.21, 22; Hech. 13:33; Rom. 1:4; Heb. 1:5; 5:5

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