MENTE
En algunas traducciones de las Escrituras Griegas Cristianas este término traduce varias palabras griegas emparentadas que expresan los atributos de la mente: el juicio, la percepción mental, la inteligencia, el raciocinio, el pensamiento, así como la condición, inclinación, disposición y facultades de la mente. A veces donde algunas traducciones vierten “mente”, otras emplean los términos descriptivos o específicos mencionados arriba. En el texto hebreo, las palabras para “recordar” y “memoria” se pueden traducir en ciertos lugares por expresiones tales como “acordarse” y “tener presente”.
“SEAN HECHOS NUEVOS EN LA FUERZA QUE IMPULSA SU MENTE”
Por naturaleza, la inclinación de la mente del hombre imperfecto tiende a pensar incorrectamente. La Biblia denomina esta inclinación “disposición de ánimo carnal”. (Col. 2:18.) A los cristianos se les recuerda que anteriormente eran enemigos de Dios porque sus mentes habían estado en las obras que eran inicuas. (Col. 1:21.)
La mente del hombre “físico” (literalmente, “animal [de índole de alma]”), a diferencia del hombre “espiritual”, tiende hacia las cosas materiales. La fuerza que impulsa su mente ha sido formada en él por las cosas que se le han enseñado y que ha experimentado. Cuando se le presenta una cuestión, esta fuerza empuja o inclina su mente en una dirección materialista. Por lo tanto, a los cristianos se les dice que “deben ser hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente”. (Efe. 4:23.) Por un estudio de la Palabra de verdad de Dios y por la operación de su espíritu, esta fuerza impulsora puede ser cambiada, de manera que la actitud mental se incline en la dirección correcta. Entonces, ante una determinada cuestión, esta fuerza inclinará a la mente a un proceder apropiado y espiritual. (1 Cor. 2:13, 15.)
Así, el simple conocimiento o facultad intelectual no es suficiente para que alguien tenga una posición de favor ante Dios. Estas cosas en sí mismas no rehacen la mente para que alguien haga la voluntad de Dios. (Rom. 12:2.) Jehová dice: “Haré perecer la sabiduría de los sabios, y echaré a un lado la inteligencia de los intelectuales”. (1 Cor. 1:19.) Se requiere la ayuda del espíritu de Dios para conseguir entendimiento (Pro. 4:5-7; 1 Cor. 2:11), sabiduría y buen sentido verdaderos. (Efe. 1:8, 9.) El proceso debe afectar tanto la mente como el corazón para que uno llegue a ser un siervo maduro de Dios.
LA ‘LEY DE LA MENTE’
El apóstol Pablo llama la ley de la mente a lo que controla el funcionamiento de esta mente renovada en armonía con la “ley de Dios”, ley en la que se deleita la nueva mente. Pero la “ley del pecado”, que opera en la carne caída, lucha contra la ‘ley de la mente’, de manera que hay un conflicto constante dentro del cristiano. ¿Puede él salir victorioso? Sí, “¡gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!”. La bondad inmerecida de Dios otorga el perdón por los pecados de la carne sobre la base del sacrificio de rescate de Cristo y además proporciona la ayuda del espíritu santo. El cristiano está en una situación diferente de aquellos que no lo son, como Pablo lo resume: “Así pues, con mi mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con mi carne a la ley del pecado”. (Rom. 7:21-25; 8:5-11; Gál. 5:16, 17.)
AMAR CON LA MENTE
Jehová predijo que haría un nuevo pacto bajo el cual el espíritu santo obraría para escribir sus leyes en las mentes y los corazones de su pueblo. (Heb. 8:10; 10:16.) De esta manera pueden cumplir aquello de lo que pende toda la Ley y los profetas, a saber, ‘amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo’. (Mat. 22:37-40; Luc. 10:27, 28.) Se debe amar con todo el corazón (que tiene que ver principalmente con la motivación y el afecto), con toda el alma (la vida y todo el ser) y con toda la mente. Esta última frase significa que los siervos de Dios no solo aman con sentimientos, emociones y fuerza, sino que también deben usar su mente de manera concienzuda para adquirir conocimiento de Dios y Cristo (Juan 17:3), así como para conseguir entendimiento. (Mar. 12:33; Efe. 3:18.) Además, deben disponer su mente para servir a Dios y sus propósitos, participando en declarar las buenas nuevas. Se les aconseja que “mantengan la mente fija en las cosas de arriba” (Col. 3:2), que “fortifiquen su mente para actividad” y “mantengan completamente su juicio”. (1 Ped. 1:13.) El apóstol Pedro vio la importancia de ‘despertar sus facultades de raciocinio claro’ para tener presentes las cosas aprendidas. (2 Ped. 3:1, 2.) Asimismo, deben ‘tener muy presente la presencia del día de Jehová’. (2 Ped. 3:11, 12.)
Al hablar de los dones milagrosos del espíritu ejercidos en la primitiva congregación cristiana, Pablo enfatizó la necesidad de usar la mente. Dijo que en el caso de que él orase en una lengua que no pudiera traducir, su mente sería infructífera. También, si así cantara alabanzas, ¿cómo ayudaría al oyente que no entendiese la lengua? Por consiguiente, dijo que prefería hablar cinco palabras con su mente, con el fin de instruir a otros, que diez mil en una lengua; después de lo cual estimuló a sus hermanos para que llegaran a estar plenamente desarrollados en facultades de entendimiento. (1 Cor. 14:13-20.)
LA UNIDAD DE MENTE ENTRE LOS CRISTIANOS
A los siervos de Jehová se les manda que estén “aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar”. (1 Cor. 1:10; Fili. 2:2; 1 Ped. 3:8.) Por supuesto, esto significa que estén unidos en lo que tiene que ver con los intereses de la adoración pura, las cosas importantes, no en gustos personales o en asuntos de menor importancia. (Rom. 14:2-6, 17.) Tienen que ser “de la misma mente en el Señor” (Fili. 4:2); no deben disputar, sino continuar “pensando de acuerdo”. (2 Cor. 13:11.)
LA MENTE DE DIOS Y DE CRISTO
Los cristianos tienen que esforzarse por conocer mejor a Dios en todo aquello en que Él se ha pronunciado. (Rom. 11:33, 34.) También deben tener la actitud mental de obediencia y humildad de Jesucristo; entonces tendrán “la mente de Cristo”. (1 Cor. 2:15, 16.) Pablo anima a sus compañeros cristianos a olvidar las cosas que quedan atrás y extenderse hacia adelante a las cosas más allá. (Fili. 3:13-15.) Pedro, igualmente, aconseja: “Puesto que Cristo sufrió en la carne, ustedes también ármense de la misma disposición mental”. (1 Ped. 4:1.)
UNA MENTE EMBOTADA O CORRUPTA
En el monte Sinaí, los israelitas se encontraban con sus facultades mentales embotadas debido a no haber vuelto sus corazones completamente a Jehová; y lo mismo ocurrió con aquellos que continuaron bajo la Ley después de que Dios, por medio de Jesús, la hubiese abolido. (2 Cor. 3:13, 14.) No reconocieron que Jesús era aquel a quien señalaba la Ley. (Col. 2:17.) En cuanto a los hombres que no aprobaron tener a Dios en conocimiento exacto sino que adoraron las cosas creadas, “Dios los entregó a un estado mental desaprobado”, quedando mentalmente en oscuridad y haciendo todo tipo de cosas inútiles e impropias. (Rom. 1:28; Efe. 4:17, 18.) Los hombres de mente corrupta resistieron la verdad incluso en el tiempo de Moisés, y, más tarde, tales hombres lucharon contra el cristianismo verdadero, llegando algunos a alegar que eran cristianos, y, sin embargo, intentando dividir y trastornar las congregaciones. (2 Tim. 3:8; Fili. 3:18, 19; 1 Tim. 6:4, 5.) Con las mentes y conciencias contaminadas nada les es limpio a personas de esa clase; por lo tanto, hablan sin provecho en un esfuerzo por engañar las mentes de los cristianos verdaderos, intentando esclavizarlos a ideas de hombres. (Tito 1:10-16.) Por esta razón, es esencial que todos los cristianos, y particularmente los que están en posiciones de responsabilidad, sean de juicio sano. (Rom. 12:3; 1 Tim. 3:2; Tito 2:6; 1 Ped. 4:7.)
El “dios de este sistema de cosas”, el Diablo, es responsable de cegar las mentes de los incrédulos a la iluminación de las buenas nuevas acerca del Cristo. (2 Cor. 4:4.) Por lo tanto, existe el peligro de que este archienemigo de Dios pueda seducir a los cristianos con su astucia y corromper sus mentes “de la sinceridad y castidad que se deben al Cristo”. (2 Cor. 11:3.) Por este motivo, es necesario que los cristianos demuestren unidad de mente, sean razonables y sigan orando para que la paz de Dios “que supera a todo pensamiento” guarde sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús. (Fili. 4:2, 5-7.)
RESTAURAR EL JUICIO Y ABRIR LA MENTE
Jesús restauró a su cabal juicio a un hombre poseído por demonios, demostrando así su poder para efectuar estas obras incluso con aquellos que habían sido enloquecidos por los demonios. (Mar. 5:15; Luc. 8:35.) También puede abrir las mentes de los que tienen fe para que capten el significado de las Escrituras. (Luc. 24:45.) Las personas tímidas o las que se sienten inferiores intelectualmente, pueden obtener consuelo de las palabras del apóstol Juan: “Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado capacidad intelectual para que adquiramos el conocimiento del verdadero [Jehová Dios]”. (1 Juan 5:20.)
Pablo le mostró a la congregación corintia que era de juicio sano cuando hablaba de edificarles, aunque ante sus ojos pareciera que había ‘perdido el juicio’ cuando se jactaba de sus credenciales como apóstol, algo que un cristiano normalmente no haría. Sin embargo, Pablo explica que se vio obligado a hacerlo para que se volviesen a Dios y para impedir que fuesen desviados. Este peligro existía porque ellos habían acudido a apóstoles falsos que los estaban apartando del camino correcto. (2 Cor. 5:13; 11:16-21; 12:11, 12, 19-21; 13:10.)