BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ad págs. 1126-1128
  • Milagro

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Milagro
  • Ayuda para entender la Biblia
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • LOS MILAGROS Y LAS LEYES NATURALES
  • LA ADHERENCIA DE DIOS A SU LEY MORAL
  • ¿SON CONTRARIOS A LA EXPERIENCIA HUMANA?
  • LA LÓGICA NO DESCARTA EL ASPECTO SOBRENATURAL
  • LA CREDIBILIDAD DEL TESTIMONIO
  • CARACTERÍSTICAS DE LOS MILAGROS DE LA BIBLIA
  • EL PROPÓSITO DE LOS MILAGROS EN LA CONGREGACIÓN CRISTIANA PRIMITIVA
  • Milagro
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
  • Entendiendo los milagros de la Biblia
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
  • Los milagros: ¿ficción o realidad?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2005
  • Los milagros de Jesús: ¿qué puede aprender de ellos?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2004
Ver más
Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 1126-1128

MILAGRO

La palabra española “milagro” se define como “cualquier suceso extraordinario y maravilloso; un acontecimiento cuya causa no se conoce y que, por lo tanto, sorprende; un acto del poder divino superior al orden natural y a las fuerzas humanas”. En las Escrituras Hebreas, la palabra moh·féth, que a veces se traduce “milagro”, significa “un acto magnífico e impresionante”, o “un acto espléndido y llamativo”. En las Escrituras Griegas, la palabra dý·na·mis, “poder”, se vierte ‘obra poderosa’, ‘habilidad’, ‘capacidad’, ‘milagro’. (Mat. 25:15; Luc. 6:19; 1 Cor. 12:10, NC, NM, Val, VP.)

Para aquel que lo contempla, un milagro es algo que está más allá de su capacidad para realizarlo o incluso entenderlo en su totalidad. Además, es una obra poderosa que requiere la intervención de un poder o conocimiento mayor del que él posee. Pero desde el punto de vista de aquel que es la fuente de tal poder, no es un milagro. Él lo entiende y tiene la capacidad para hacerlo. Por consiguiente, muchas obras que Dios lleva a cabo son asombrosas para los humanos que las contemplan, pero son simplemente el ejercicio de su poder. Si alguien afirma creer en una deidad, particularmente en el Dios de la creación, no sería coherente negar el poder que Dios tiene para llevar a cabo cosas que son inspiradoras de temor a los ojos de los hombres. (Rom. 1:20.)

LOS MILAGROS Y LAS LEYES NATURALES

A través del estudio y la observación, los investigadores han advertido en el universo la uniformidad con la que operan los fenómenos naturales y han reconocido que hay leyes que rigen esa uniformidad. Esta es precisamente la razón por la que los escépticos ponen en tela de juicio los milagros de la Biblia. Pero el que estas personas se apoyen en esta razón para negar la validez de los milagros es tanto como decir que ellos están perfectamente familiarizados con todas las condiciones y procesos que hayan ocurrido jamás. Es pretender que las obras del Creador se limiten a los estrechos confines del entendimiento que ellos tienen de las leyes que rigen el mundo material.

Esta incongruencia por parte de los científicos ha sido reconocida por un profesor sueco de física del plasma, quien observó: “Nadie pone en tela de juicio la obediencia de la atmósfera de la Tierra a las leyes de la mecánica y la física atómica. Sin embargo, puede ser sumamente difícil para nosotros determinar cómo operan estas leyes con respecto a alguna situación dada que envuelva fenómenos atmosféricos”. El profesor aplicó este pensamiento al origen del universo. Dios estableció las leyes físicas que rigen la Tierra, el Sol y la Luna, dentro de cuyo marco los hombres han podido hacer cosas maravillosas. Seguramente Dios podía hacer funcionar las leyes de manera que produjesen un resultado inesperado para los humanos. Por consiguiente, para Él no presentaría ningún problema el dividir el mar Rojo de manera que “las aguas [fuesen] un muro” a cada lado. (Éxo. 14:22.) Aunque para el hombre el andar sobre el agua es un hecho asombroso, con qué facilidad se pudo llevar a cabo con el poder de “Aquel que extiende los cielos justamente como una gasa fina, que los despliega como una tienda en la cual morar”. Además, a Dios se le describe creando y ejerciendo control sobre todas las cosas en los cielos, y se dice: “debido a la abundancia de energía dinámica, porque él también es vigoroso en poder, ninguna de ellas falta”. (Isa. 40:21, 22, 25, 26.)

Ya que el reconocer la existencia de una ley, como la de la gravedad, exige un legislador de inteligencia y poder incomparables y sobrehumanos, ¿por qué poner en duda Su capacidad para hacer cosas maravillosas? ¿Por qué intentar limitar Su obra a la infinitesimalmente pequeña esfera del conocimiento y la experiencia del hombre? El profeta Job habla de la oscuridad y la insensatez en la que Dios permite que estén aquellos que comparan de esta forma su propia sabiduría con la de Él. (Job 12:16-25; compárese con Romanos 1:18-23.)

LA ADHERENCIA DE DIOS A SU LEY MORAL

El Dios de la creación no necesita pasar por alto sus propias leyes a causa de algún imprevisto o para impresionar a sus criaturas. Él tampoco es un Dios caprichoso que de manera arbitraria viola sus propias leyes. (Mal. 3:6.) Sirve de ejemplo la adherencia de Dios a sus leyes morales, las cuales están en armonía con sus leyes físicas, aunque son mucho más elevadas. Por ser un Dios justo, Él no puede pasar por alto la injusticia. “Tú eres de ojos demasiado puros para ver lo que es malo; y mirar a penoso afán no puedes”, dice uno de los profetas. (Hab. 1:13; Éxo. 34:7.) Jehová le dio la siguiente ley a Israel: “Alma será por alma, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie”. (Deu. 19:21.) A fin de adherirse a su Ley, Dios necesitaba una base legal para perdonar a los hombres que se habían arrepentido y que estaban desamparados debido al pecado por el que estaban muriendo. (Rom. 5:12; Sal. 49:6-8.) Él demostró ser estricto en su adherencia a la Ley, llegando hasta el punto de sacrificar a su Hijo unigénito como rescate por los pecados de la humanidad. (1 Tim. 2:5, 6.) El apóstol Pablo señala que, “mediante la liberación por el rescate pagado por Cristo Jesús”, Jehová pudo “exhibir su propia justicia, […] para que él sea justo hasta al declarar justo al hombre que tiene fe en Jesús”. (Rom. 3:24, 26.) Si notamos que por respeto a sus leyes morales Dios estuvo dispuesto a sacrificar a su Hijo, ciertamente podemos razonar que Él nunca necesitará “violar” sus leyes físicas para ejecutar cualquier cosa que desee dentro de su creación material.

¿SON CONTRARIOS A LA EXPERIENCIA HUMANA?

El simplemente afirmar que los milagros no ocurrieron no prueba que en realidad no acontecieron. La veracidad de cualquier acontecimiento histórico registrado puede ser puesta en tela de juicio por alguien que viva en la actualidad, pues esta persona no lo experimentó y ahora no hay ningún testigo ocular vivo para testificar acerca de ello. Pero esto no cambia los hechos de la historia. Algunos ponen objeciones a los relatos de los milagros porque, según ellos dicen, son contrarios a la experiencia humana, es decir, a la experiencia humana que ellos reconocen como verdad por sus observaciones, libros, etc. Si la ciencia se dejara guiar por este punto de vista, habría mucha menos investigación, con lo que disminuiría el desarrollo de nuevos métodos y nuevos descubrimientos. Por ejemplo, no habría seguido adelante la investigación para curar las llamadas enfermedades “incurables”, o los viajes espaciales a los planetas o a lugares aún más lejanos del universo. Sin embargo, se sigue investigando y a veces la humanidad experimenta descubrimientos completamente nuevos. Lo que se ha realizado hasta hoy día asombraría a los hombres de tiempos antiguos, y una buena parte de los sucesos cotidianos comunes a la humanidad moderna se considerarían como milagros.

LA LÓGICA NO DESCARTA EL ASPECTO SOBRENATURAL

Algunos de los que se oponen al relato bíblico sostienen que los milagros de la Biblia se pueden explicar de manera científica y lógica como simples sucesos naturales, y que los escritores bíblicos meramente atribuyeron estos sucesos a la intervención de Dios. Es verdad que se utilizaron fenómenos como terremotos (1 Sam. 14:15, 16; Mat. 27:51), pero esto en sí no prueba que Dios no interviniera en estos acontecimientos. No solo por el hecho de que eran obras poderosas (por ejemplo, los terremotos anteriormente mencionados), sino también porque se produjeron en el momento exacto, se puede descartar la posibilidad de que dichos sucesos se produjesen de manera casual.

LA CREDIBILIDAD DEL TESTIMONIO

El cristianismo se encuentra estrechamente unido al milagro de la resurrección de Jesucristo. (1 Cor. 15:16-19.) La evidencia de este acontecimiento no es débil, sino poderosa, pues más de quinientos testigos oculares confirmaron este suceso. (1 Cor. 15:3-8; Hech. 2:32.)

También se debe tener en cuenta el motivo de aquellos que aceptaron el milagro de la resurrección de Jesús. Muchas personas han sido perseguidas y han muerto por sus ideas religiosas, políticas o de otro tipo. Sin embargo, los cristianos que sufrieron persecución no recibieron ningún tipo de ganancia material o política. Más bien que conseguir poder, riqueza y prominencia, a menudo sufrieron la pérdida de todas estas cosas. Ellos predicaron la resurrección de Jesús, pero no utilizaron ninguna forma de violencia para promover sus creencias o para defenderse. Y el que lee sus argumentos puede ver que eran personas razonables, no fanáticas. Trataban de ayudar amorosamente a sus semejantes.

CARACTERÍSTICAS DE LOS MILAGROS DE LA BIBLIA

Algunas de las características notables de los milagros bíblicos son: su naturaleza pública, su sencillez, su propósito y su motivo. Algunos fueron ejecutados en privado o ante grupos pequeños (1 Rey. 17:19-24; Mar. 1:29-31; Hech. 9: 39-41), pero a menudo se hacían en público, ante miles o incluso millones de observadores. (Éxo. 14:21-31; 19:16-19.) Jesús obraba a la vista de todo el mundo, no hacía nada en secreto. Sanaba a todos los que acudían a él, y no fracasaba bajo el pretexto de que algunos no tenían suficiente fe. (Mat. 8:16; 9:35; 12:15.)

La sencillez era una característica tanto de sus curaciones milagrosas como de su control sobre los elementos. (Mar. 4:39; 5:25-29; 10:46-52.) En contraste con las proezas mágicas que precisaban de accesorios, escenificación, iluminación y rituales especiales, los milagros de la Biblia por lo general se hacían sin exhibición espectacular, con frecuencia en respuesta a un encuentro casual o a una solicitud, y se llevaban a cabo en la vía pública o en un lugar no preparado. (1 Rey. 13:3-6; Luc. 7:11-15; Hech. 28:3-6.)

El motivo por el que el individuo realizaba el milagro no era para obtener prominencia egoísta o para que alguien se hiciese rico, sino principalmente para glorificar a Dios. (Juan 11:1-4, 15, 40.) Los milagros no eran actos misteriosos llevados a cabo simplemente para satisfacer la curiosidad o para causar asombro. Siempre ayudaban a otros, a veces directamente de una manera física y siempre de una manera espiritual; volvían a las personas hacia la adoración verdadera. Tal como “el dar testimonio de Jesús es lo que inspira el profetizar [es el espíritu de profecía]”, así también muchos de los milagros identificaron a Jesús como el Enviado de Dios. (Rev. 19:10, nota al pie de la página.)

Los milagros bíblicos no tenían que ver exclusivamente con cosas animadas, sino también con cosas inanimadas, tales como calmar el viento y el mar (Mat. 8:24-27), impedir la lluvia y hacer que empezase a llover (1 Rey. 17:1-7; 18:41-45), convertir el agua en sangre o en vino (Éxo. 7:19-21; Juan 2:1-11), etc. Asimismo, se llevaron a cabo curaciones físicas de todo tipo, como la “incurable” lepra (2 Rey. 5:1-14; Luc. 17:11-19) y la ceguera de nacimiento. (Juan 9:1-7.) Esta gran variedad de milagros habla en favor de su credibilidad como actos respaldados por el Creador, pues es lógico pensar que únicamente el Creador podría ejercer influencia en todos los campos de la experiencia humana y sobre todo tipo de materia.

EL PROPÓSITO DE LOS MILAGROS EN LA CONGREGACIÓN CRISTIANA PRIMITIVA

Los milagros servían para varios propósitos importantes. Fundamentalmente, ayudaron a establecer o a confirmar el hecho de que cierto hombre recibía poder y apoyo de Dios. (Éxo. 4:1-9.) Las personas sacaron esta conclusión correcta tanto en el caso de Moisés como en el de Jesús. (Éxo. 4:30, 31; Juan 9:17, 31-33.) Por medio de Moisés, Dios había prometido un profeta venidero. Los milagros de Jesús ayudaron a que los observadores lo identificaran como dicho profeta. (Deu. 18:18; Juan 6:14.) En los comienzos del cristianismo, los milagros obraron en unión con el mensaje para ayudar a los individuos a ver que Dios estaba tras la congregación cristiana y se había apartado del sistema de cosas judío. (Heb. 2:3, 4.) Con el tiempo, los dones milagrosos que estuvieron presentes en el primer siglo serían eliminados. Tan solo fueron necesarios durante los comienzos de la congregación cristiana. (1 Cor. 13:8-11.)

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir