CAMBISTA

Persona dedicada a cambiar la moneda de un país por la de otro y ciertas cantidades de dinero por un equivalente en monedas de otro valor. Por cada una de estas transacciones monetarias el cambista recibía ciertos honorarios. La Mishna judía menciona que los cambistas también guardaban el dinero y pagaban los salarios ante la presentación de una orden de pago.

En el tiempo del ministerio terrestre de Jesús el impuesto anual del templo era de dos dracmas (un didracma). (Mat. 17:24.) En vista de que los judíos que vivían en diversos países venían cada año a Jerusalén para la celebración de la Pascua y aprovechaban para pagar este impuesto, se necesitaba a los cambistas para conseguir moneda local tanto para el impuesto como quizás también para la compra de animales para los sacrificios y otros artículos. Según la Mishna, el día 15 de Adar, aproximadamente un mes antes de la Pascua, los cambistas iban a las provincias para cobrar el impuesto del templo, y el 25 de Adar, cuando los judíos y prosélitos de muchos otros países empezaban a llegar a Jerusalén, estos cambistas volvían y se establecían en la zona del templo.

Fue en el templo donde Jesucristo volcó en dos ocasiones las mesas de los cambistas y los condenó por haber convertido el templo en una “casa de mercancías” o una “cueva de salteadores”. (Juan 2:13-16; Mat. 21:12, 13; Mar. 11:15-17.) Seguramente Jesús consideró desmesurados los honorarios de los cambistas. Cabe mencionar que en algunas ocasiones se hacían grandes ganancias con la venta de animales para sacrificios. La Mishna habla de un tiempo cuando el precio de un par de palomas era un denario de oro (25 denarios de plata). Debido a esto Simeón, el hijo de Gamaliel, se sintió impulsado a decir: “¡Por este Templo! No permitiré que pase la noche antes de que cuesten simplemente un denario [de plata]”. Aquel mismísimo día el precio fue reducido drásticamente.