ENIGMA
Dicho de sentido encubierto difícil de entender o interpretar. Los enigmas contrastan con el habla clara y fácil de entender. (Núm. 12:8.) A veces este término se utiliza como sinónimo de ‘expresión proverbial’, porque un enigma muy bien puede ser una declaración llena de significado pero expuesta en lenguaje oscuro. (Sal. 49:4.) La misma palabra hebrea que se traduce “enigmas” también se vierte en un contexto diferente “preguntas de las que causan perplejidad”. (2 Cró. 9:1.) La formulación de un enigma a menudo se basa en una analogía oscura pero exacta, y su solución requiere una mente despierta con facilidad para relacionar los términos; por esta razón la Biblia habla de los enigmas como algo propio de personas sabias y que tan solo un hombre de entendimiento puede desentrañar. (Pro. 1:5, 6.)
La Biblia contiene enigmas que tienen que ver con los propósitos de Jehová. (Sal. 78:2-4.) Hay declaraciones que en un principio tal vez dejen perplejo al lector; puede que sean intencionalmente oscuras, presentando comparaciones llenas de significado, pero que no se pretendía que fuesen entendidas por aquellas personas que vivieron en el tiempo en que fueron escritas. Por ejemplo, en Zacarías 3:8 Jehová se refiere de manera profética a “mi siervo Brote”, pero no explica que este sea un brote o prole del linaje real de David, ni que en realidad el “Brote” sea el propio Hijo de Dios que entonces estaba en los cielos y que nacería de una virgen descendiente del rey David. Y en Revelación 13:18 se dice que “el número de la bestia salvaje” es “seiscientos sesenta y seis”, pero el pasaje no explica el significado de ese número.
A veces los enigmas no se utilizaban para desconcertar a los oyentes, sino, más bien, para despertar el interés y hacer el mensaje más vívido. Este fue el caso del enigma relativo a las dos águilas y a la vid, propuesto a la casa de Israel por el profeta Ezequiel. (Eze. 17: 1-8.) Inmediatamente después de presentar el enigma, Jehová le mandó a Ezequiel que preguntase al pueblo si lo habían entendido y que, luego, él mismo se lo explicara a ellos.
En algunas ocasiones eran los hombres quienes proponían los enigmas con el fin de que otras personas los adivinasen. Solían hacerlo en verso, como en el caso del enigma que Sansón planteó a los filisteos. (Jue. 14:12-18.) Utilizó deliberadamente comparaciones de difícil compresión cuando dijo: “Del que come salió algo de comer, y del fuerte salió algo dulce”. Este enigma se basaba en una experiencia que él mismo había tenido poco antes, cuando raspó miel del cadáver de un león, donde había sido depositada por un enjambre de abejas. (Jue. 14:8, 9.)