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  • EL ESTABLECIMIENTO DE LA CONGREGACIÓN EN ROMA
  • EL PROPÓSITO DE LA CARTA
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  • Libro bíblico número 45: Romanos
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ROMANOS, CARTA A LOS

Libro de las Escrituras Griegas Cristianas escrito por el apóstol Pablo a los cristianos de Roma. El hecho de que Pablo sea el escritor nunca se ha puesto seriamente en duda, y casi todos los eruditos bíblicos, con la excepción de algunos que no han podido encajarlo con sus propias creencias doctrinales, reconocen la autenticidad de este libro y lo aceptan como parte del canon sagrado. Esta carta armoniza totalmente con el resto de las Escrituras inspiradas. En ella Pablo cita profusamente de las Escrituras Hebreas y hace otras muchas referencias a ellas, de manera que se puede decir que la carta tiene una sólida base en las Escrituras Hebreas así como en las enseñanzas de Cristo.

CUÁNDO Y DÓNDE SE ESCRIBIÓ

Esta carta, dictada por Pablo, fue escrita por Tercio en Corinto alrededor del año 56 E.C. (Rom. 16:22.) Es posible que la portadora de la carta fuera Febe, una cristiana que vivía en Cencreas, el puerto marítimo de Corinto, que se hallaba a unos 11 Km. de esta ciudad. (Rom. 16:1.) Según se desprende de sus comentarios en el capítulo 1, versículos 9 al 15, Pablo todavía no había estado en Roma. Por otra parte, no hay evidencia de que Pedro haya estado jamás en Roma. (Véase PEDRO, CARTAS DE.)

EL ESTABLECIMIENTO DE LA CONGREGACIÓN EN ROMA

La congregación posiblemente fue establecida por algunos de los judíos y prosélitos de Roma que habían ido a Jerusalén en el día del Pentecostés del año 33 E.C. Estos habían sido testigos del derramamiento milagroso del espíritu santo y habían oído hablar a Pedro y a los otros cristianos allí reunidos. (Hech., cap. 2.) También es posible que las buenas nuevas acerca del Cristo llegaran a Roma posteriormente por medio de otros conversos cristianos, pues muchos se trasladaban a esta gran ciudad, epicentro del imperio romano, que además era visitada por numerosos viajantes y comerciantes. Pablo envía saludos respetuosos a Andrónico y Junias, sus ‘parientes y compañeros de cautiverio’, “insignes entre los apóstoles”, y que habían servido a Cristo más tiempo que Pablo. Es muy posible que estos hombres participaran en establecer la congregación cristiana de Roma. (Rom. 16:7.) Para cuando Pablo escribió, es probable que aquella congregación ya existiese por algún tiempo y fuese lo suficientemente activa como para que se hablase de su fe por todo el mundo. (Rom. 1:8.)

EL PROPÓSITO DE LA CARTA

Al leer la carta se desprende que fue escrita a una congregación cristiana compuesta de judíos y gentiles. En aquel tiempo había muchos judíos en Roma, que habían regresado después de la muerte del emperador Claudio, quien anteriormente los había desterrado. Aunque Pablo no había estado en Roma para experimentar personalmente los problemas a los que se encaraba la congregación, puede que sus buenos amigos y colaboradores Priscila y Áquila, y posiblemente otros a quienes Pablo conocía, le informaran en cuanto a la condición de la congregación. Sus saludos en el capítulo 16 indican que él conocía personalmente a un buen número de miembros de la congregación. Pablo sabía que en aquel tiempo la principal fuente de oposición al cristianismo eran los judíos. Estaba muy bien familiarizado con sus enseñanzas y sus argumentos contra el cristianismo. Probablemente las objeciones a las que hizo referencia y luego refutó no eran hipotéticas, sino objeciones que realmente habían presentado los oponentes judíos. Puede que estas objeciones resultaran ser una fuente de dudas o hasta de disputas en la congregación de Roma.

En sus otras cartas, Pablo atacó problemas específicos y trató los asuntos que consideró más vitales para aquellos a quienes escribía. Pablo ya había escrito a las congregaciones gálatas para rebatir la oposición judía, pero en aquella carta trataba más específicamente con los esfuerzos de los judíos que profesaban ser cristianos pero que eran “judaizantes”, insistiendo en que los conversos gentiles se circuncidaran y que además se les exigiese que observaran ciertas reglas de la ley mosaica. Parece ser que en la congregación romana este problema no era tan acusado, pero sí había celos y sentimientos de superioridad tanto por parte de judíos como de gentiles.

Por lo tanto, la carta no era simplemente un escrito general a la congregación de Roma sin ningún objetivo específico, como algunos suponen, sino es evidente que trató cuestiones vigentes que afectaban a los cristianos romanos. La congregación de Roma podría percibir el significado pleno y toda la fuerza del consejo del apóstol, pues la carta trataba precisamente de los problemas contra los que estaban luchando. Es obvio que su propósito era zanjar las diferencias de punto de vista entre los cristianos judíos y los cristianos gentiles a fin de que pudieran estar completamente unidos como un solo hombre en Cristo Jesús. Sin embargo, al escribir de esta manera, Pablo ilumina y enriquece nuestro conocimiento de Dios, y ensalza la justicia y la bondad inmerecida de Dios, así como la posición de Cristo con respecto a la congregación cristiana y a toda la humanidad.

SOLICITUD, BONDAD AMOROSA Y CALOR DE AMISTAD

Pablo expuso la posición de los judíos de manera muy franca y directa, y mostró que delante de Dios estaban en la misma situación que los gentiles, para lo cual tuvo que decir algunas cosas que los judíos tal vez consideraran ofensivas. De todos modos, por la delicadeza con que trató estos asuntos, Pablo demostró que amaba a sus compatriotas y que les tenía cariño. Los comentarios que pudieran parecer despectivos con relación a la Ley o a los judíos, en todo momento quedan dulcificados por el contexto.

Por ejemplo, cuando dijo: “No es judío el que lo es por fuera, ni es la circuncisión la que está afuera en la carne”, añadió: “¿Cuál, pues, es la superioridad del judío, o cuál es el provecho de la circuncisión? Muchísimo de todas maneras. En primer lugar, porque a ellos fueron encomendadas las sagradas declaraciones formales de Dios”. (Rom. 2:28; 3:1, 2.) Después de decir: “El hombre es declarado justo por fe aparte de obras de ley”, en seguida añade: “¿Abolimos ley, pues, por medio de nuestra fe? ¡Jamás suceda eso! Al contrario, establecemos ley”. (Rom. 3:28, 31.) Después de su declaración: “Pero ahora hemos sido desobligados de la Ley”, preguntó: “¿Es pecado la Ley? ¡Jamás sea cierto eso! Realmente no hubiera llegado yo a conocer el pecado si no hubiese sido por la Ley”. (Rom. 7:6, 7.) Y en los versículos 1 al 3 del capítulo 9 hizo su más clara expresión de afecto para con sus hermanos carnales, los judíos, diciendo: “Digo la verdad en Cristo; no miento, puesto que mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo, de que tengo gran desconsuelo e incesante dolor en mi corazón. Porque podría desear que yo mismo fuera separado del Cristo como el maldito a favor de mis hermanos, mis parientes según la carne”. (Compárese también Romanos 9:30-32 con 10:1, 2; 10:20, 21 con 11:1-4.)

Por consiguiente, un estudio detenido del libro revela que, lejos de ser una divagación sin objeto, es un discurso con una finalidad y un tema, y que no se puede entender plenamente ninguna parte sin estudiar todo el libro y conocer su propósito. Pablo subraya la bondad inmerecida de Dios por medio de Cristo, y enfatiza que es solo debido a dicha bondad inmerecida de Dios, y la fe del creyente, que los hombres son declarados justos; que ni judío ni gentil tiene ninguna base para jactarse, o para sentirse superior. Él advierte explícitamente a los cristianos gentiles, que no deberían vanagloriarse por la oportunidad que se les había brindado de ser miembros del “cuerpo” de Cristo, debido a que los judíos habían rechazado al Mesías. Estas son sus palabras: “Ve, por lo tanto, la bondad y la severidad de Dios. Para con los que cayeron hay severidad, mas para contigo hay la bondad de Dios, con tal que permanezcas en su bondad; de otra manera, tú también serás podado”. (Cap. 11.)

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

I. Saludo. Pablo expresa su deseo de visitar Roma (1:1-15).

II. La justicia viene por medio de la bondad inmerecida de Dios a través de la fe en Jesucristo (1:16-11:36).

A. Todos los hombres han pecado y no alcanzan la gloria de Dios; tanto judíos como gentiles están bajo pecado; ninguno es justo, ni por ley ni por sus propias obras (1:16-3:20).

1. La justicia de Dios está siendo revelada (1:1 6, 17).

2. Los hombres son inexcusables por no glorificar a Dios el Creador, y volverse a la inmundicia y la idolatría; tales personas son entregadas a una condición mental desaprobada (1:18-32).

3. Advertencia contra el juzgar a otros; Dios juzgará imparcialmente (2:1-11).

4. Los que tienen ley, pero la desobedecen, serán juzgados por ley (2:12, 13).

5. Los que no tienen ley son juzgados por la “ley (que] está escrita en sus corazones”; sus conciencias los acusan o los excusan de sus actos (2:14, 15).

6. Todos se encaran al venidero juicio de Dios por medio de Cristo; el mundo entero está expuesto a ser juzgado por Dios (2:16).

7. El que profesa enseñar la Ley y sin embargo la quebranta, deshonra a Dios (2:17-24).

8. La verdadera circuncisión no es la de fuera; los que guardan los justos requisitos de la Ley serán juzgados justos (véase punto II, E, 1); los circuncisos de corazón son los verdaderos judíos (2:25-29).

9. “Sea Dios hallado veraz”; todos los hombres son injustos, por lo tanto ninguna carne será declarada justa por obras de ley (3:1-20).

B. Dios ha mantenido su perfecta justicia al declarar justos a los hombres; esto lo hace sobre la base del sacrificio de rescate de Cristo (3:21-5:21).

1. Como dádiva gratuita hombres de toda clase que ejercen fe en Cristo son declarados justos (3:21-28).

2. Así se demuestra que Dios no es solo Dios de los judíos, sino también de las personas de las naciones (gentiles) (3:29-31).

3. Abrahán fue declarado justo por medio de fe antes de que se diera la Ley y durante el tiempo de la longanimidad de Dios (4:1-25).

4. La justicia viene por la fe, no como pago de una deuda por nuestras obras (5:1-5).

5. “Un solo acto de justificación” de Cristo resulta en una declaración de justicia por las muchas ofensas de hombres de toda clase (5:6-21).

a. Mientras los hombres todavía eran pecadores, Dios envió a su Hijo para morir por nosotros (5:6-11).

b. Todos han estado muriendo debido al pecado de Adán; la muerte ha reinado (5:12-14).

c. La dádiva gratuita por medio de Cristo resulta en una declaración de justicia por muchas ofensas (5:15-17).

d. Por medio de “un solo acto de justificación”, muchos son declarados justos; la bondad inmerecida reina sobre todos los que expresan fe en la provisión justa de Dios (5:18-21).

C. Los que se bautizan en Cristo son bautizados en su muerte, con la esperanza de tener una resurrección como la de él (6:1-7:6).

1. Estos han muerto con referencia al pecado; no tienen que permitir que el pecado reine en sus cuerpos (6:1-14).

2. Tienen que ser esclavos de la justicia, con vida eterna en mira (6:15-23).

3. Los que anteriormente estaban bajo la Ley ahora están ‘muertos a la Ley’, liberados para pertenecer a Cristo (7:1-6).

D. La Ley sirvió para poner de manifiesto el pecado; reveló el poder mortífero que tiene el pecado en todos los hombres. (7:7-25; véase 3:20.)

1. La Ley es espiritual, pero condenó a muerte a todos los que estaban bajo ella (7:7-14).

2. El conflicto que tiene el cristiano entre la ley del pecado y la ley de Dios (7:15-23).

3. El único camino de rescate está en Jesucristo (7:24, 25).

E. La posición justa de los que están en unión con Cristo; no tienen condenación; se les da el “primer reconocimiento” (8:1-39).

1. Ellos andan, no en conformidad con la carne, sino en conformidad con el espíritu; por lo tanto en ellos se cumple el justo requisito de la Ley (véase punto II, A, 8) (8:1-13).

2. Poseen el espíritu de adopción como hijos de Dios, y el espíritu de Dios da testimonio de que son hijos de Dios; esperan la resurrección y ser coherederos con Cristo en el cielo (8:14-17).

3. La humanidad, que ahora gime con dolor, aguarda la glorificación y la revelación de los hijos de Dios (8:18-25).

4. Dios es Aquel que llama y declara justos; nada puede separar a los justos del amor de Dios (8:26-39).

F. La grandeza infinita de Dios; su voluntad y autoridad absolutas (9:1-33).

1. Pablo expresa pesar por el Israel carnal (9:1-5).

2. La selección de Dios no depende del deseo o de las obras de otros (9:6-18).

3. Nadie puede poner en duda correctamente las acciones y las expresiones de la voluntad de Dios (9:19-26).

4. Aunque Israel siguió la ley de la justicia, solo se salvó un resto; los gentiles fueron introducidos (9:27-33).

G. La declaración pública de fe en Cristo es esencial para la salvación (10:1-21).

H. El olivo (11:1-36).

1. Israel no ha sido rechazado totalmente (11:1-16).

2. Las “ramas naturales” judías son cortadas por su falta de fe, y reemplazadas por “ramas” gentiles injertadas (11:17).

3. No obstante, las ramas del olivo “silvestre”, los gentiles, pueden ser desgajadas, y otras de entre los judíos injertadas de nuevo si las ramas “silvestres” se ensalzan sobre las “naturales” (11:18-24).

4. De esta manera, el Israel verdadero será salvo; los caminos de Dios son inescrutables (11:25-36).

III. Admonición y consejo (12:1-15:13).

A. La necesidad de rehacer la mente y ocuparse en poner en práctica los diferentes dones y habilidades que poseen los miembros de la congregación (12:1-8).

B. Hay que aborrecer lo malo; ser celoso; regocijarse, aguantar, perseverar en la oración, no intentar vengarse, sino hacer el bien (12:9-21).

C. La sujeción a los gobernantes (13:1-14).

1. Ellos son “ministros” de Dios, para ser temidos si se hace lo malo (13:1-4).

2. Se les debe obedecer no solo por temor, sino debido a la conciencia; por ejemplo: en el pago de impuestos (13:5-7).

3. Hay que pagarse los unos a los otros lo debido; la única deuda que un cristiano debería tener es la de amar a su prójimo (13:8-10).

4. Hay que despertar y vestirse de las armas de la luz (13:11-14).

D. No se debe juzgar a un hermano (14:1-15:13).

1. Hay que recibir con gusto a los que son débiles en la fe en lo que tiene que ver con alimento, la observancia de días especiales, etc.; no se debe despreciar a un hermano, Dios lo puede mantener en pie como su siervo (14:1-12).

2. Hay que trabajar para la paz y la unidad; privarse de lo que sea por causa de los hermanos; hacerlo todo por fe (14:13-15:13).

IV. El motivo de Pablo al escribir: cumplir su comisión como apóstol a las naciones para que su ofrenda pueda ser aceptable (15:14-16).

V. Se propone visitar Roma (15:17-29).

A. No dejó en los alrededores ningún territorio sin tocar; Pablo tiene la intención de visitar Roma en camino a España (15:17-24).

B. Sin embargo, primero viaja a Jerusalén llevando contribuciones de Macedonia y Acaya (15:25-29).

VI. Exhortación final y saludos (15:30-16:27).

Véase el libro “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”, págs. 204-208.

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