SECTA
El significado de la palabra griega (hái·re·sis, de la que se deriva la española “herejía”) que se traduce “secta” es: “una elección” (Lev. 22:18, Versión de los Setenta) o “lo escogido”, por consiguiente “un grupo de hombres que se separan de otros y siguen sus propios dogmas [una secta o partido]”. Este término se aplica a los partidarios de las dos ramas prominentes del judaísmo: los fariseos y los saduceos. (Hech. 5:17; 15:5; 26:5.) Los no cristianos también llamaron al cristianismo una “secta” o “la secta de los nazarenos”, posiblemente considerándola una facción del judaísmo. (Hech. 24:5, 14; 28:22.)
El fundador del cristianismo, Jesucristo, oró para que prevaleciera la unidad entre sus seguidores (Juan 17:21), y los apóstoles estaban vitalmente interesados en preservar la unidad de la congregación cristiana. (1 Cor. 1:10; Jud. 17-19.) La falta de unidad en creencia podría originar disputas airadas, disensión y hasta enemistad. (Compárese con Hechos 23:7-10.) De manera que las sectas, una de las obras de la carne, tenían que evitarse. (Gál. 5:19-21.) A los cristianos se les advirtió en contra de promover sectas o de ser descarriados por falsos maestros. (Hech. 20:28; 2 Tim. 2:17, 18; 2 Ped. 2:1.) En su carta a Tito, el apóstol Pablo dijo que si un hombre continuaba promoviendo una secta, después de haber sido amonestado dos veces, tenía que ser rechazado, lo cual significaba que era expulsado de la congregación. (Tito 3:10.) Los que rehusaran envolverse en crear divisiones dentro de la congregación o en apoyar a una facción en particular se distinguirían por su proceder fiel y darían evidencia de tener la aprobación de Dios. Al parecer esto es a lo que Pablo se refería cuando les dijo a los corintios: “También tiene que haber sectas entre ustedes, para que las personas aprobadas también se hagan manifiestas entre ustedes”. (1 Cor. 11:19.)