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SALOMÓN

(“Pacífico”)

Hijo del rey David, del linaje de Judá. Rey de Israel desde 1037 hasta 997 a. E.C. El registro bíblico, después de informar en cuanto a la muerte del hijo que le nació a David de sus relaciones ilícitas con Bat-seba, continúa diciendo: “Y David empezó a consolar a Bat-seba, su esposa. Además, fue a ella y se acostó con ella. Andando el tiempo ella dio a luz un hijo, y llegó a llamársele por nombre Salomón. Y Jehová mismo sí lo amó. De modo que él envió por medio de Natán el profeta y lo llamó por nombre Jedidías, por causa de Jehová”. (2 Sam. 12:24, 25.) Salomón después tuvo tres hermanos carnales, hijos de David y Bat-seba: Simeá, Sobab y Natán. (1 Cró. 3:5.)

LA PROMESA DE JEHOVÁ A DAVID

Antes del nacimiento de Salomón Jehová le había declarado a David que le nacería un hijo y que su nombre sería Salomón, y que este le edificaría una casa a Su nombre. Al parecer, el nombre Jedidías (“Amado de Jah [Jehová]”) le indicaría a David que ahora Jehová había bendecido su matrimonio con Bat-seba, y que por ello el fruto de ese matrimonio sería aprobado por Él. Pero este no fue el nombre por el que se conoció comúnmente al niño. El nombre Salomón (“Pacífico”) sin duda guardaba relación con el pacto que Jehová hizo con David, según el cual, este —siendo un hombre que había derramado mucha sangre en la guerra— no edificaría la casa para Jehová, como en su corazón había deseado hacer. (1 Cró. 22:6-10.) Pero eso no significaba que las guerras de David fuesen incorrectas. Lo que sucedía era que tanto la naturaleza como el objetivo del reino típico de Jehová eran esencialmente pacíficos, y sus guerras cumplían el propósito de eliminar la iniquidad y a los que se oponían a la soberanía de Jehová, extender el dominio de Israel hasta los límites que Dios había trazado, y establecer la justicia y la paz. Las guerras de David llevaron a cabo estos objetivos para Israel. El reinado de Salomón fue esencialmente pacífico.

ADONÍAS INTENTA USURPAR EL TRONO

La siguiente vez que aparece Salomón en el registro bíblico después de su nacimiento es siendo David ya anciano. En armonía con la promesa de Jehová, David había jurado a Bat-seba que Salomón le sucedería en el trono. El profeta Natán lo sabía. (1 Rey. 1:11-13, 17.) No se dice si Adonías, el medio hermano de Salomón, sabía de este juramento o de la intención de David. De todas formas, Adonías intentó conseguir el trono de una manera similar a la que utilizó Absalón. Adonías confiaba que tendría éxito, quizás debido a la condición débil del rey y porque tenía el apoyo de Joab, el jefe del ejército, y de Abiatar, el sacerdote. No obstante, su acción fue traicionera, pues trató de usurpar el trono mientras David todavía estaba vivo y sin tener la aprobación de David o de Jehová. Además, Adonías manifestó su actitud solapada al invitar a su sacrificio en En-roguel (donde tenía la intención de ser aclamado rey) a los hijos del rey y a los hombres de Judá, los siervos del rey, pero no invitar a Salomón, ni a Natán el profeta, ni a Sadoc el sacerdote, ni a los hombres poderosos que habían luchado al lado de David, ni tampoco a Benaya, bajo cuyo acaudillamiento estaban. Esto indica que Adonías consideró a Salomón como un rival y como un obstáculo para sus ambiciones. (1 Rey. 1:5-10.)

SALOMÓN ES ENTRONIZADO

El profeta Natán, siempre fiel a Jehová y a David, estaba al tanto de lo que sucedía. Primero envió a Bat-seba con instrucciones para informar al rey del compló, y después entró él mismo, preguntándole a David si él había autorizado que Adonías fuese proclamado rey. David actuó rápidamente y de manera decisiva, haciendo llamar al sacerdote Sadoc y a Natán para llevar a Salomón a Guihón bajo la protección de Benaya y sus hombres. Ellos tenían que poner a Salomón sobre la propia mula del rey (lo cual denotaba un gran honor para el que cabalgaba, y en este caso indicaría que él era sucesor de la gobernación real). (Compárese con Ester 6:8, 9.) Las instrucciones de David se siguieron y Salomón fue ungido y aclamado rey. (1 Rey. 1:11-40.)

Al oír el sonido de la música en Guihón, no muy lejos de allí, y al pueblo gritando: “¡Viva el rey Salomón!”, Adonías y sus conspiradores huyeron llenos de pánico y confusión. Al rehusar manchar su ascensión al trono ejecutando venganza, Salomón dio un vislumbre de la paz que caracterizaría a su gobernación. Si los asuntos hubieran sido a la inversa, es muy probable que Salomón hubiese perdido la vida. Pero él envió a buscar a Adonías en el santuario, donde había huido en busca de asilo, y lo hizo traer frente a él. Salomón informó a Adonías que seguiría viviendo a menos que se hallare lo malo en él, y después lo mandó a su casa. (1 Rey. 1:41-53.)

LA EXHORTACIÓN DE DAVID A SALOMÓN

David, antes de morir, exhortó solemnemente a Salomón con las siguientes palabras: “Tienes que guardar la obligación para con Jehová tu Dios, andando en sus caminos, guardando sus estatutos, sus mandamientos y sus decisiones judiciales y sus testimonios”. Después le dio instrucciones con respecto a Joab y Simeí, para que no les dejase ‘bajar en paz al Seol’; y también le dijo que mostrase bondad amorosa para con los hijos de Barzilai el galaadita. (1 Rey. 2:1-9.) Probablemente fue antes de esto que David dio instrucciones a Salomón con respecto a edificar el templo, transmitiéndole el proyecto arquitectónico “que había llegado a estar con él por inspiración”. (1 Cró. 28:11, 12, 19.) David mandó a los príncipes de Israel allí presentes que ayudaran a Salomón su hijo y que participaran en edificar el santuario de Jehová. En esta ocasión el pueblo volvió a ungir a Salomón como rey y a Sadoc como sacerdote. (1 Cró. 22:6-19; cap. 28; 29:1-22.) La bendición de Dios sobre Salomón se observa desde los mismos comienzos de su reinado, cuando él empezó a sentarse sobre “el trono de Jehová como rey en lugar de David su padre y a hacerlo con buen éxito”, adquiriendo fuerza en su gobernación real. (1 Cró. 29:23; 2 Cró. 1:1.)

LA SOLICITUD SEDICIOSA DE ADONÍAS

No transcurrió mucho tiempo antes de que Salomón tuviese que actuar para llevar a cabo las instrucciones de David con respecto a Joab. Esto fue motivado por la acción de Adonías, quien todavía manifestaba ambición a pesar de la misericordia que Salomón le había mostrado. Adonías abordó a la madre de Salomón con las palabras: “Tú misma bien sabes que la gobernación real había de llegar a ser mía, y era hacia mí hacia quien todo Israel había fijado su rostro para que yo llegara a ser rey; pero la gobernación real dio vuelta y llegó a ser de mi hermano, porque de parte de Jehová llegó a ser suya”. Aquí Adonías reconoció que Jehová estaba detrás del entronizamiento de Salomón; sin embargo, la solicitud que hizo después de estas palabras fue otra tentativa astuta de usurpar la gobernación real. Le dijo a Bat-seba: “Por favor, di a Salomón el rey [...] que me dé a Abisag la sunamita por esposa”. Adonías debió pensar que tenía suficientes partidarios, además del apoyo de Joab y Abiatar, de manera que si tomaba la enfermera de David (considerada como la concubina de David, aunque él no tuvo relaciones con ella), él podía empezar un levantamiento que podría derrotar a Salomón. (Pues las esposas y concubinas de un rey eran propiedad de su sucesor, y el tomar posesión de estas esposas era considerado como reclamar el trono [compárese con 2 Samuel 16:21, 22].)

Cuando Bat-seba, no discerniendo la doble intención de Adonías, transmitió su solicitud a Salomón, este inmediatamente lo interpretó como un intento de conseguir la gobernación real y envió enseguida a Benaya para que diese muerte a Adonías. (1 Rey. 2:13-25.)

Abiatar es depuesto; se le da muerte a Joab

Entonces Salomón dio atención a los que habían conspirado junto con Adonías, destituyendo a Abiatar del sacerdocio (lo cual cumplió la palabra de Jehová hablada contra la casa de Elí [1 Sam. 2:30-36]), pero no lo mató, porque él había llevado el arca delante de David y había sufrido aflicción con él. Sadoc reemplazó a Abiatar. Mientras tanto, Joab, al oír de la acción de Salomón, huyó y se asió de los cuernos del altar, pero Benaya le dio muerte allí mismo por orden de Salomón. (1 Rey. 2:26-35.)

Simeí es ejecutado

Salomón hizo jurar a Simeí que observaría ciertas restricciones por haber invocado el mal sobre su padre David. Cuando Simeí, unos tres años después, violó tales restricciones, Salomón hizo que le dieran muerte. Así se llevó a cabo completamente el mandato que David dio a Salomón. (1 Rey. 2:36-46.)

LA SABIA SOLICITUD DE SALOMÓN

Al principio del reinado de Salomón el pueblo estaba sacrificando en muchos “lugares altos”, porque no había ninguna casa de Jehová, aunque el tabernáculo estaba en Gabaón y el arca del pacto en una tienda en Sión. Jehová había dicho que su nombre estaría sobre Jerusalén, pero por lo visto toleraba esta situación hasta que se construyese el templo. (1 Rey. 3:2, 3.) En Gabaón, conocido como “el gran lugar alto”, Salomón ofreció mil sacrificios quemados. Allí Jehová se le apareció en un sueño, diciendo: “Solicita lo que debo darte”. En lugar de pedir riquezas, gloria y victoria, Salomón solicitó un corazón sabio, entendido y obediente con el fin de poder juzgar a Israel. La humilde solicitud de Salomón agradó a Jehová, por lo que no solo le dio lo que había pedido, sino también riquezas y gloria “de modo que no resultará haber habido entre los reyes ninguno como tú, todos tus días”. Además, Jehová añadió esta admonición: “Y si andas en mis caminos, guardando mis disposiciones reglamentarias y mis mandamientos, tal como anduvo David tu padre, también ciertamente alargaré tus días”. (1 Rey. 3:4-14.)

Poco después, cuando dos prostitutas presentaron un problema difícil relacionado con quién era la madre de un niño, Salomón demostró que Dios verdaderamente le había dotado con sabiduría para juzgar. Esto fortaleció en gran manera la autoridad de Salomón a los ojos del pueblo. (1 Rey. 3:16-28.)

LOGROS DE EDIFICACIÓN

En el cuarto año de su reinado, el segundo mes del año (el mes Ziv [abril-mayo]) 1034 a. E.C., Salomón empezó a edificar la casa de Jehová en el monte Moria. (1 Rey. 6:1.) La construcción del templo fue silenciosa, pues las piedras estaban hechas a la medida antes de traerlas al lugar, de manera que no se oyó ningún sonido de martillos o hachas o de cualquier otra herramienta de hierro. (1 Rey. 6:7.) El rey Hiram de Tiro cooperó suministrando madera de cedro y de enebro a cambio de trigo y aceite. (1 Rey. 5:10-12; 2 Cró. 2:11-16.) También suministró trabajadores, entre los que estaba un experto artesano llamado Hiram, el hijo de un hombre tirio y una mujer hebrea. (1 Rey. 7:13, 14.) Salomón reclutó para trabajo forzado a 30.000 hombres, y los enviaba al Líbano en turnos de 10.000 al mes. Cada grupo volvía a sus hogares por períodos de dos meses. Aparte de estos, había 70.000 cargadores y 80.000 cortadores. Los de estos dos últimos grupos no eran israelitas. (1 Rey. 5:13-18; 2 Cró. 2:17, 18.)

Inauguración del templo

El tremendo proyecto de edificación ocupó siete años y medio, concluyéndose el octavo mes, Bul, del año 1027 a. E.C. (1 Rey. 6:37, 38.) Parece que después tomó cierto tiempo el traer los utensilios y tener todo en orden, pues fue en el séptimo mes, Etanim, al tiempo de la fiesta de las cabañas, que Salomón llevó a cabo la santificación y la inauguración del templo. (1 Rey. 8:2; 2 Cró. 7:8-10.) Por lo tanto, la inauguración tuvo que haber sido en el séptimo mes del año 1026 a. E.C., once meses después de completarse la edificación, y no un mes antes de que la estructura hubiese sido completada (en 1027), como algunos han pensado.

Edificios gubernamentales

Durante los siguientes trece años después de haber completado el templo, Salomón edificó un nuevo palacio real en el monte Moria, justo al sur del templo, de manera que estaba cerca del patio exterior del templo, pero en un nivel más bajo. Al sur de este, edificó el Pórtico del Trono, el Pórtico de las Columnas y la Casa del Bosque del Líbano. Todo este conjunto de edificios estaba en un terreno que iba descendiendo entre la cima de la colina del templo y la estribación de la ciudad de David. También edificó una casa para su esposa egipcia, ya que a ella no se le permitió “morar en la casa de David el rey de Israel”, pues como dijo Salomón, “los lugares a los que ha venido el arca de Jehová son cosa santa”. (1 Rey. 7:1-8; 3:1; 9:24; 11:1; 2 Cró. 8:11.)

Edificación a escala nacional

Después de completar sus proyectos gubernamentales de edificación, Salomón emprendió un programa de construcción a escala nacional. Utilizó para trabajos forzados a los descendientes de los cananeos que Israel no había dado por entero a la destrucción en su conquista de Canaán, pero no redujo a ningún israelita a esta condición de esclavitud. (1 Rey. 9:20-22; 2 Cró. 8:7-10.) Edificó y fortificó Guézer (la cual había sido tomada a los cananeos por el faraón y entregada como regalo a su hija, la esposa de Salomón), Bet-horón Alta y Baja, Baalat y Tamar, además de construir ciudades de almacenamiento, ciudades de los carros y ciudades para los hombres de a caballo. Todo el reino, incluyendo el territorio al este del Jordán, se benefició de sus obras de construcción. Después fortificó el Montículo que David había edificado. “[Cerró] la brecha de la Ciudad de David.” (1 Rey. 11:27.) Posiblemente esto se refiera a que edificó o extendió “el muro de Jerusalén todo en derredor”. (1 Rey. 3:1.) Fortificó en gran manera Hazor y Meguidó; los arqueólogos han descubierto porciones de muros fuertes y puertas fortificadas que, según ciertas opiniones, son los restos de las obras de Salomón en estas ciudades, ciudades que actualmente están en ruinas. (1 Rey. 9:15-19; 2 Cró. 8:1-6.)

SUS RIQUEZAS Y GLORIA

Salomón participó en gran manera en el comercio. Su flota, en cooperación con la de Hiram, trajo grandes cantidades de oro de Ofir, así como maderas de “algum” y piedras preciosas. (1 Rey. 9:26-28; 10:11; 2 Cró. 8:17, 18; 9:10, 11.) Los caballos y los carros se importaban de Egipto, y comerciantes de todo el mundo conocido en aquel tiempo traían sus mercancías en grandes cantidades. El ingreso anual de oro bajo el reinado de Salomón llegó a ser de 666 talentos, aparte de plata y oro y otros artículos traídos por mercaderes. (1 Rey. 10:14, 15; 2 Cró. 9:13, 14.) Además, cada año “todos los reyes de la tierra” traían regalos de sus países: artículos de oro y plata, aceite balsámico, armas, caballos, mulas y otras riquezas. (1 Rey. 10:24, 25, 28, 29; 2 Cró. 9:23-28.) Las naves de Tarsis importaban hasta monos y pavos reales. (1 Rey. 10:22; 2 Cró. 9:21.) Salomón llegó a tener 4.000 pesebres de caballos y carros (1 Rey. 10:26 menciona 1.400 carros) y 12.000 corceles. (2 Cró. 9:25.)

Su trono

No había ningún rey en toda la Tierra que poseyera las riquezas de Salomón. (1 Rey. 10:23; 2 Cró. 9:22.) La magnificencia del acceso a su trono superaba toda la de otros reinos. El trono mismo era de marfil revestido de oro puro. Tenía un dosel redondo detrás de él; había seis escalones que llevaban al trono, con seis leones a cada lado, y dos leones de pie al lado de los brazos del trono. (1 Rey. 10:18-20; 2 Cró. 9:17-19.) Todos los vasos para beber eran de oro; se dice específicamente que “no había nada de plata; en los días de Salomón esta se consideraba como absolutamente nada”. (2 Cró. 9:20.) Había arpas e instrumentos de cuerda en la casa de Salomón y en el templo como nunca se habían visto antes en Judá. (1 Rey. 10:12; 2 Cró. 9:11.)

Los suministros de alimento de su casa

El alimento diario para la casa real de Salomón ascendía a “treinta medidas de coro [6.600 litros] de flor de harina y sesenta medidas de coro [13.200 litros] de harina, diez reses vacunas gordas y veinte reses vacunas de pasto y cien ovejas, además de algunos ciervos y gacelas y corzos y cuclillos engordados”. (1 Rey. 4:22, 23.) Doce comisarios, cada uno con la supervisión de una porción del país (la cual no estaba dividida según los límites tribuales), suministraban el alimento, haciéndolo durante un mes cada uno. Entre las provisiones de alimento entraban la cebada y la paja para los muchos caballos de Salomón. (1 Rey. 4:1-19, 27, 28.)

La reina de Seba visita a Salomón

Probablemente la visitante más distinguida procedente de países extranjeros que fue a contemplar la gloria y las riquezas de Salomón fue la reina de Seba. La fama de Salomón había llegado a “todos los pueblos de la tierra” de manera que ella hizo el viaje desde su lejano dominio “a probarlo con preguntas de las que causan perplejidad”. Ella le habló “todo lo que se hallaba junto a su corazón” y, a su vez, “no hubo asunto alguno escondido al rey que él no le declarara”. (1 Rey. 10:1-3; 2 Cró. 9:1, 2.)

Además, después que la reina observó el esplendor del templo y de la casa de Salomón, su mesa, la servidumbre para las bebidas, el atavío de sus mozos y los sacrificios quemados ofrecidos con regularidad en el templo, “resultó que no hubo más espíritu en ella”, y exclamó: “¡Mira!, no se me había referido ni la mitad. Has superado en sabiduría y prosperidad las cosas oídas a las que escuché”. Entonces procedió a pronunciar felices a los siervos que servían a un rey así. Todo esto la indujo a dar alabanza y a bendecir a Jehová Dios, que había expresado su amor a Israel al nombrar a Salomón como rey para rendir decisión judicial y justicia. (1 Rey. 10:4-9; 2 Cró. 9:3-8.)

Luego ella le entregó a Salomón el magnífico regalo de 120 talentos de oro, muchísimas piedras preciosas y aceite balsámico en una cantidad extraordinariamente grande. Salomón, a su vez, le dio a la reina todo lo que ella le pidió, además de un magnífico regalo motivado por su generoso corazón, siendo posiblemente más de lo que ella le trajo a él. (1 Rey. 10:10, 13; 2 Cró. 9:9, 12.)

La prosperidad de su gobernación

Jehová bendijo a Salomón con sabiduría, gloria y riquezas mientras él permaneció firme a favor de la adoración verdadera, y la nación de Israel disfrutó de igual manera del favor de Dios. David había sido usado para someter a los enemigos de Israel y establecer el reino firmemente hasta sus límites máximos. El relato informa: “En cuanto a Salomón, resultó ser gobernante sobre todos los reinos desde el Río [Éufrates] hasta la tierra de los filisteos y hasta el límite de Egipto. Estuvieron llevándole regalos y sirviendo a Salomón todos los días de su vida [de Salomón]”. (1 Rey. 4:21.) Durante el reinado de Salomón hubo paz, y “Judá e Israel eran muchos, como los granos de arena que están junto al mar por su multitud, y comían y bebían y se regocijaban”. “Judá e Israel continuaron morando en seguridad, cada uno debajo de su propia vid y debajo de su propia higuera, desde Dan hasta Beer-seba, todos los días de Salomón.” (1 Rey. 4:20, 25.)

LA SABIDURÍA DE SALOMÓN

“Y Dios continuó dando a Salomón sabiduría y entendimiento en medida sumamente grande, y una anchura de corazón, como la arena que está sobre la orilla del mar. Y la sabiduría de Salomón era más vasta que la sabiduría de todos los orientales y que toda la sabiduría de Egipto.” Luego se menciona a otros hombres de sabiduría extraordinaria: Etán el ezrahíta (al parecer un cantor del tiempo de David y el escritor del Salmo 89) y otros tres hombres sabios de Israel. Salomón fue más sabio que estos; de hecho “su fama llegó a estar en todas las naciones todo en derredor. Y podía hablar tres mil proverbios, y sus canciones llegaron a ser mil cinco”. El alcance de su conocimiento abarcaba las plantas y los animales de la Tierra, y sus proverbios, junto con sus escritos en los libros de Eclesiastés y El Cantar de los Cantares, revelan que tenía un profundo conocimiento de la naturaleza humana. (1 Rey. 4:29-34.) En Eclesiastés se observa que meditó mucho con el fin de hallar “las palabras deleitables y la escritura de palabras correctas de verdad”. (Ecl. 12:10.) Experimentó muchas cosas, estuvo entre los de condición humilde y los importantes observando con mucha atención su vida, su trabajo, sus esperanzas y objetivos, así como las vicisitudes de la humanidad. Salomón ensalzó el conocimiento de Dios y su ley, y enfatizó sobre todas las cosas que ‘el temor de Jehová es el principio del conocimiento y la sabiduría’, y que la obligación del hombre es ‘temer al Dios verdadero y guardar sus mandamientos’. (Pro. 1:7; 9:10; Ecl. 12:13; véase ECLESIASTÉS.)

SE APARTA DE LA JUSTICIA

Mientras Salomón permaneció fiel a la adoración de Jehová, prosperó. Es evidente que sus proverbios, así como los libros de Eclesiastés y de El Cantar de los Cantares (y al menos uno de los Salmos, a saber, el Salmo 127) fueron escritos durante el período en que sirvió fielmente a Dios. Sin embargo, debido a la influencia de las esposas extranjeras, Salomón empezó a descuidar la ley de Dios con respecto a la adoración verdadera. Aunque esto ocurrió “al tiempo en que envejeció Salomón”, no hay razón para concluir que este alejamiento se debió a senilidad, pues Salomón era relativamente joven cuando ascendió al trono y la duración de su reinado fue de cuarenta años. (1 Rey. 11: 1-8; 1 Cró. 29:1; 2 Cró. 9:30.) El relato no dice que Salomón abandonó completamente la adoración y ofrenda de sacrificios en el templo. Al parecer, intentó practicar una especie de “unión de fes” con el fin de agradar a sus esposas extranjeras. Por esto, “Jehová llegó a estar enojado con Salomón, porque su corazón se había inclinado a alejarse de Jehová el Dios de Israel, el que se le había aparecido dos veces”. Jehová le informó a Salomón que, como consecuencia, Él le arrancaría parte del reino, pero no en el tiempo de Salomón, por respeto a David y por causa de Jerusalén. Lo haría en los días del hijo de Salomón, dejándole a ese hijo sólo una tribu (aparte de la de Judá). Esa tribu resultó ser la de Benjamín. (1 Rey. 11:9-13.)

Resistidores de Salomón

Desde ese tiempo en adelante, Jehová empezó a levantar resistidores contra Salomón, principalmente Jeroboán, de la tribu de Efraín, que finalmente consiguió hacer que diez tribus se apartasen de su lealtad al trono en el tiempo de Rehoboam y estableció el reino septentrional, que llegó a llamarse Israel. Entre los que causaron problemas a Salomón también estuvieron Hadad el edomita y Rezón, un enemigo de David que llegó a ser rey de Siria. Sin embargo, de joven, Jeroboán había sido colocado por Salomón sobre todo el servicio obligatorio de la casa de José debido a su diligencia. (1 Rey. 11:14-40; 12:12-15.)

El que el rey Salomón se alejara de Dios tuvo su mal efecto en la gobernación. Esta llegó a ser opresiva, sin duda debido a la presión económica causada por el alto coste de su gobierno, coste que debió haber estado aumentando hasta un grado extremo. También había descontento entre los reclutados para trabajo forzado y, sin duda, también entre sus superintendentes israelitas. Al haberse apartado de seguir a Dios con corazón completo, Salomón ya no recibiría más la bendición y la prosperidad de Jehová, ni la continua sabiduría para gobernar en justicia y derecho, y para resolver los problemas que surgieran. Como Salomón mismo había dicho: “Cuando los justos llegan a ser muchos, el pueblo se regocija; pero cuando alguien inicuo gobierna, el pueblo suspira”. (Pro. 29:2.)

El registro de lo que ocurrió poco después de la muerte de Salomón hace patente que esta situación se produjo cuando Rehoboam gobernó sobre Judá. Por medio del profeta Ahíya, Dios había enviado un mensaje a Jeroboán en el que le decía que Él le daría diez tribus, y que si guardaba Sus estatutos, le edificaría una casa duradera, tal como le había hecho a David. Después de esto, Salomón intentó matar a Jeroboán, pero él huyó a Egipto (donde ahora gobernaba un sucesor del padre de la esposa egipcia de Salomón). Jeroboán permaneció allí hasta la muerte de Salomón. Entonces representó al pueblo en una queja contra Rehoboam y finalmente encabezó una rebelión. (1 Rey. 11:26-40; 12:12-20.)

Aunque Salomón había ‘inclinado su corazón en dirección a alejarse de Jehová’, “yació Salomón con sus antepasados, y fue enterrado en la Ciudad de David su padre”. (1 Rey. 11:43; 2 Cró. 9:31.)

LA NECESIDAD DE GUARDAR EL CORAZÓN

Mientras Salomón mantuvo un “corazón obediente”, cosa en la que él se interesó al principio, tuvo el favor de Jehová y prosperó. Pero la desastrosa parte final de su vida demuestra que el conocimiento, la gran habilidad o el poder, las riquezas y la fama no son las cosas más importantes, y que el apartarse de Jehová significa abandonar la sabiduría. El propio consejo de Salomón resultó ser cierto: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida”. (Pro. 4:23.) Su caso ilustra lo traicionero y desesperado que es el corazón del hombre pecaminoso; pero aún más, muestra que los mejores corazones pueden ser seducidos si no se mantienen bajo constante vigilancia. El amar lo que Jehová ama y odiar lo que Él odia, el buscar constantemente su guía y hacer lo que le agrada es una protección segura. (Jer. 17:9; Pro. 8:13; Heb. 1:9; Juan 8:29.)

LA GOBERNACIÓN DE SALOMÓN, UNA BASE PARA LAS PROFECÍAS MESIÁNICAS

Hay muchas similitudes entre el reinado de Salomón y el del gran Rey Jesucristo, tal como se profetizó en las Escrituras. La gobernación de Salomón, mientras él fue obediente a Jehová, es en muchos aspectos un modelo en pequeña escala de la administración del reino mesiánico. Jesucristo, “algo más que Salomón”, vino como un hombre de paz y edificó la congregación, la cual es templo de Dios, valiéndose de métodos pacíficos. (Mat. 12:42; 2 Cor. 6:16; Juan 14:27; 16:33; Rom. 14:17; Sant. 3:18.) Salomón era del linaje de David, al igual que Jesús. El significado del nombre Salomón (“Pacífico”) encaja con el glorificado Jesucristo como el “Príncipe de Paz”. Su nombre Jedidías (“Amado de Jah [Jehová]”) armoniza con la propia declaración de Dios en cuanto a su Hijo en ocasión de su bautismo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado”. (Mat. 3:17.)

El Salmo 72 es una oración expresada a favor de la gobernación de Salomón: “Lleven las montañas paz al pueblo [...]. En sus días el justo brotará, y la abundancia de paz hasta que la luna ya no sea. Y tendrá súbditos de mar a mar [al parecer el Mediterráneo y el mar Rojo (Éxo. 23: 31)] y desde el Río [Éufrates] hasta los cabos de la tierra”. (Sal. 72:3-8.)

F. C. Cook en su Commentary (vol. IV, pág. 332) dice en cuanto al versículo 7 (“hasta que la luna ya no sea”): “Este pasaje es importante para mostrar que la idea de un Rey cuyo reinado duraría hasta el fin del tiempo estaba claramente presente en la mente del salmista. Determina el carácter mesiánico de toda la composición poética”. Y sobre el versículo 8 hace la siguiente observación: “El reino tenía que ser universal, extendiéndose hasta los cabos de la Tierra. La extensión del reino israelita bajo David y Salomón fue suficiente para sugerir esta esperanza, pudiendo ser considerada por el salmista como una garantía de que se realizaría, pero tomada en conexión con los versículos precedentes, esta declaración es estrictamente mesiánica.

El profeta Miqueas, en una profecía aceptada por casi todos como mesiánica, empleó la terminología que describe las condiciones bajo el reinado de Salomón, en cuanto a que “Judá e Israel continuaron morando en seguridad, cada uno debajo de su propia vid y debajo de su propia higuera, [...] todos los días de Salomón”. (1 Rey. 4:25; Miq. 4:4.) La profecía de Zacarías (en el capítulo 9, versículos 9 y 10) cita del Salmo 72:8, y Mateo aplica la profecía de Zacarías a Jesucristo. (Mat. 21:4, 5.)

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